Gerardo Fernández Casanova
Mientras el blondo troglodita se revuelca y hace desfiguros ante la posibilidad de ser sacado de la Casa Blanca antes de las elecciones de noviembre, sus buitres hacen de las suyas en la América Latina, sea resistiendo el embate de movimientos populares, en cuyo caso acciona para apuntalar gobiernos afines (Ecuador, Chile, Argentina y Brasil) o para derrocar gobiernos nacionalistas (Venezuela, Bolivia y, posiblemente, México). Procedo a analizar.
En Ecuador (des)gobierna Lenin Moreno; electo con el total apoyo y el programa de Rafael Correa (nacionalista y progresista) de quien fue vicepresidente durante 10 años. Desde el primer día de su gobierno traicionó a su partido y regresó ominosamente al régimen neoliberal y a la dependencia de Estados Unidos. A finales de septiembre último emitió el decreto 883 estableciendo las conocidas recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) con recortes a los recursos destinados al bienestar y con un severo “gasolinazo”. El pueblo, mayoritariamente indígena, montó en cólera y se lanzó a la calle multitudinariamente en rechazo a tales medidas, lo que derivó en el establecimiento del Estado de sitio y la brutal represión, acusando a Correa (asilado en Bélgica) y a Maduro de ser sus promotores. La protesta se potenció y mantuvo parado al país durante once días, hasta que, con la intermediación de la ONU y la Iglesia Católica y con absoluto silencio de la OEA, se estableció el diálogo con la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) que obligó a Moreno a dar marcha atrás y derogar el famoso decreto 883. Se negocia un nuevo decreto sin visos de viabilidad dadas las irreductibles exigencias del FMI. El pronóstico es complicado y puede derivar en una sangrienta dictadura militar con apoyo gringo y de su émulo Bolsonaro, a menos que las fichas se vuelvan a acomodar por la izquierda en el continente.
En Chile, el presidente Sebastián Piñera (ultraneoliberal) decreta un incremento en la tarifa del transporte colectivo (metro) que fue repudiado por la juventud que fue brutalmente reprimida, ello provocó una explosión del descontento generalizado, en magnitud no vista desde la época de Pinochet. Piñera declara que el país está en guerra y recrudece la acción represora. Santiago, la capital, y las principales ciudades del país se paralizan y se suman todas las organizaciones gremiales a la protesta. El presidente recula y manifiesta su arrepentimiento; no le creen. Al día de hoy no ha cejado la protesta que ahora exige la dimisión del mandatario. Pronóstico reservado. Silencio de la OEA.
Con la otra cara, la derecha proyanqui de Bolivia pretende desconocer el triunfo electoral de Evo Morales por más de 10 puntos respecto del segundo lugar, con lo que es definitiva su reelección. El candidato perdedor no reconoce el resultado y lo apoya la desprestigiada OEA junto con la cadena CNN y toda la prensa sumisa. Grupos vandálicos incendian sedes electorales y se arman manifestaciones de los opositores, principalmente en el Oriente rico del país (Santa Cruz). Evo convoca a sus seguidores a defender el triunfo y este miércoles comenzaron a salir numerosos contingentes de apoyo. El riesgo de confrontación es elevado y puede degenerar en la balcanización del país apoyada por el vecino Bolsonaro y crear un conflicto regional.
En Argentina habrá elecciones el próximo domingo en las que es seguro el triunfo en primera vuelta del kirschnerismo con Alberto Fernández y Cristina. Ya en agosto se realizaron las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) en las que Fernández ganó a Macri con 17 puntos de ventaja. Hoy Macri está acabando de dinamitar la economía y encadenar al sucesor.
En este entorno continental, en México se registra un extraño y peligroso suceso en Culiacán. Un comando del Ejército realiza un operativo de captura de un hijo del legendario Chapo Guzmán, cumpliendo con una orden de aprehensión con fines de extradición a USA y sin la previa autorización del alto mando. De forma inmediata se despliega una reacción bélica del cartel de Sinaloa, con toma de puntos estratégicos de la ciudad, liberación de reos y exhibición de armas de alto calibre montadas en camionetas blindadas. La operación se aborta por órdenes del Gabinete de Seguridad y se conjura el riesgo de una masacre. Hasta aquí pareciera ser un simple sainete, pero que implica una rara insubordinación en el Ejército, que incluyó una fuga de información provocadora de la demasiado rápida reacción criminal. La prensa opositora ha lanzado una desmesurada ofensiva contra el Presidente por doblegarse ante el amago del crimen organizado. Así las cosas y conociendo cómo se las gastan los gringos, me queda una sensación de pretensión desestabilizadora justo cuando el Sur del continente arde. Cuidado compañeros, déjense de pleitos partidistas y pónganse las pilas.
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