Opinión

CNDH, tras la tempestad

Por Ernesto Villanueva

El mundo al revés

Después de los escarceos del PAN en el Senado y su movimiento mediático para descarrilar el arribo de Rosario Piedra Ibarra a la titularidad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el agua empieza llegar a su nivel. Con toda civilidad –como era de esperarse– el ombudsman nacional, Luis Raúl González Pérez, lleva a cabo el proceso de entrega-recepción y llamó a apoyar a la nueva presidenta de la CNDH por bien del interés público, lo que honra a Luis Raúl, un hombre honesto y decente. He dedicado algunas entregas a este tema, el cual el PAN buscó sin éxito crear una crisis en un vaso, pero sin agua. Hasta el momento, los resultados en el mundo jurídico –que son los que cuentan para transformar nombramientos y designaciones públicos– son inexistentes y veo, en verdad, muy difícil que el PAN pueda ganar en tribunales lo que no pudo hacer con sus exiguos números en el Senado de la República.

Dije en su oportunidad, que Piedra Ibarra debe rodearse de expertos jurídicos sin que ello sea en demérito de ella. Nadie sabe todas y cada una de las aristas de un mismo rubro. Puse como ejemplo a Emilio Álvarez Icaza –reconocido por propios y extraños– como el mejor ombudsman de la capital del país. quien sin ser un técnico del derecho, tuvo la capacidad de rodearse de expertos, entre ellos la talentosa abogada Miriam Rocha. De esta suerte, lo importante no es saber todo, pero sí estar consciente de esa realidad y actuar en consecuencia para crear un equipo interdisciplinario que acompañe la nueva ruta que quiere imprimirle Piedra Ibarra a la CNDH. Es una miseria humana descalificar a priori a la nueva ombudsperson nacional regateándole el mínimo del beneficio de la duda por razones estrictas de ventaja política y por acciones ajenas a ella, quien fue víctima del fuego cruzado entre el PAN y los demás grupos parlamentarios en el Senado de la República.

De entrada, en la CNDH hay elementos valiosos que deben ponderarse para reducir la natural curva de aprendizaje en los cargos públicos, sobre todo en los de designación parlamentaria como la de los organismos autónomos. Ahí están, por citar algunos ejemplos, Joaquín Narro Lobo y Edgar Corzo, dos juristas reconocidos sin agendas ocultas, cuya experiencia bien podría aprovecharse para no reinventar el equipo de la CNDH partiendo de cero, sino identificando los activos para mantenerlos y alejar los pasivos que se identifiquen que, como es natural, hay en todas las instituciones donde concurren seres humanos.

Cada nueva gestión es una ventana de oportunidad para aprovechar lo positivo –mucho o poco– que se ha hecho y, al mismo tiempo, dar vida a nuevos mecanismos de atender las prioridades en esa materia y gestionar la relación con el poder público para no llegar necesariamente a la recomendación, que debe verse como el último recurso, sino a la interlocución eficaz preventiva para generar una cultura por aproximaciones sucesivas de los derechos humanos en el sector público. Este aspecto es mucho más importante como parámetro de medida que el número de recomendaciones y su cumplimiento bajo una lógica de confrontación que no conduce al verdadero propósito que animó la creación de la CNDH. Ahora, con Piedra Ibarra existe la oportunidad de que el reconocimiento que tiene del presidente López Obrador sea aprovechado por ella y su equipo, para lograr cambios en las formas y modos de entender los derechos humanos en el decir y hacer de la 4 T, donde se generaría un círculo virtuoso que hoy no existe.

@evillanuevamx

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