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Cristóbal León Campos*

Uno de los principales anhelos de la Revolución mexicana de 1910 fue, desde el principio, poder otorgarle a cada ciudadano la oportunidad de estudiar como medio de superación personal, pero sobre todo de superación social debido al atraso en que se encontraba el país por la desigualdad que se vivió durante el porfiriato.

En Yucatán, desde los primeros años de gobierno revolucionario, se construyeron escuelas y formaron maestros en las zonas rurales y urbanas para satisfacer la alta necesidad educativa. De manera particular, un proyecto destaca hasta nuestros años por sus aportaciones en el ámbito social y educativo: las misiones culturales.

Las misiones culturales son, sin lugar a dudas, la herencia vigente de la Revolución, pues su objetivo principal es contribuir con la formación de ciudadanos capaces de desarrollarse por sí mismos, en cualquiera de los entornos sociales y culturales en que se encuentren. Principalmente en las zonas rurales del país.

Con la finalidad de capacitar a los maestros rurales en servicio y establecer más escuelas primarias entre los campesinos, se crearon, en 1923, las Misiones Culturales a las que se les denominó viajeras. Desarrollaban su labor mediante viajes por toda la República, organizando eventos que fueron conocidos como Institutos, que se desarrollaban en los períodos de vacaciones magisteriales y tenían duración máxima de cinco semanas.

En 1931, una de estas Misiones llegó a Yucatán, su primer Instituto tuvo lugar en Valladolid, integrado por cinco profesores: Jefe, José Sánchez Paredes; Trabajadora Social, Judith Marigino; Pequeñas Industrias, José Ortiz; Cultura Física, Ignacio Acosta; y Agricultura, Pedro Vignettes. Entre los temas que trataron se puede mencionar: Educación y Desarrollo, Métodos Educativos, Economía Doméstica y Comunal, Salud Individual y Colectiva, Artesanías y Pequeñas Industrias. Esa misma Misión realizó trabajos en Peto, Ticul y Maxcanú. Sobre ello el maestro Elly Marby Yerves Ceballos publicó un folleto titulado “Maestros misioneros de Yucatán. Una contribución a la historia de las Misiones Culturales de Yucatán” en el 2011 editado por la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán.

En el año 1938, se puso en receso a las Misiones Culturales y su personal pasó a reforzar los Internados Indígenas, las Normales Rurales, las Inspecciones de Educación Primaria y otros servicios educativos. Fueron conformadas de nueva cuenta en 1942, cuando la Secretaría de Educación Pública determinó que se llamaran Misiones Culturales y Rurales y dedicaran su acción al Desarrollo de la Comunidad, “rescatar los grupos de población marginados por la ignorancia y la pobreza. Su función básicamente educativa debe proyectarse a una Zona de operaciones, permaneciendo en ella el tiempo que sea necesario hasta lograr el cambio de actitud en la mente de los vecinos”.

Definida y publicada su filosofía educativa y su objetivo, se hizo una invitación pública y extensiva a todos los ciudadanos mexicanos que quisieran formar parte de ellas y tuvieran como mínimo terminada la enseñanza primaria con certificado, una especialidad avalada con diploma, gozar de buena salud y estar dispuesto a ir donde fueran necesarios sus servicios.

A esta convocatoria respondieron favorablemente muchos yucatecos, ex alumnos de los primeros maestros misioneros, que ingresaron a la Secretaría de Educación Pública como músicos, carpinteros de agricultura, pintores, deportistas y profesores normalistas titulados.

En opinión del maestro Elly Marby Yerves Ceballos (misionero durante más de cincuenta años) “quienes han tenido la oportunidad de conocer la labor que desempeña una Misión Cultural, saben que estos grupos enseñan a vivir, hacen educación integral; que viven y conviven con los vecinos de las comunidades rurales y que como equipo de acción social desarrollan proyectos que van del mejoramiento económico a la recreación, pasando por la conservación de la salud y la educación necesaria para elevar la calidad de vida”.

Actualmente las Misiones Culturales han cumplido noventa y seis años de servicio, continuando con su labor de llevar a las zonas menos desarrolladas, la oportunidad que la educación da a cada ciudadano, al mismo tiempo, en que enseña a generar la posibilidad de mejorar las condiciones de vida y elevar los niveles culturales. En las Misiones Culturales ha subsistido la intención de abatir la ignorancia, la miseria y la insalubridad, por ello se les considera como el reducto de la época de oro de la Escuela Rural Mexicana.

* Coordinador Técnico de la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán

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