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Opinión

Productividad, el Gran Reto del 2020

Guillermo Fabela QuiñonesApuntes

El año 2020, además de su vistosidad numérica, será de importancia histórica para los mexicanos, pues las presiones de los conservadores subirán de tono, con el fin de capitalizar los errores que cometa el presidente López Obrador y desviar la atención ciudadana sobre sus aciertos. El año siguiente habrá elecciones intermedias y harán lo que esté a su alcance para frenar la marcha del sexenio, e incluso hacer abortar sus principales estrategias. De ahí el imperativo de que no se rompa la alianza que quedó sellada el 2018 con el voto que lo llevó a la Presidencia.

El primer año de gobierno culmina con un saldo favorable porque el mandatario se condujo con una actitud que no se esperaban sus adversarios, sin dar margen a que avalaran su cantinela de que iba a ser “un peligro para México”. Quedó demostrado que antepone la prudencia y la sensatez a comportamientos viscerales, que no es fácil hacerlo caer en provocaciones ni adoptar posturas protagónicas sin sentido político. De ahí que no haya caído, sino al contrario, su popularidad entre su base electoral.

El riesgo inminente, que se puede advertir para el primer trimestre del año, es que se le salga de las manos el control de la inflación, por el injustificado incremento de precios en artículos de consumo básico. De este modo, el reciente incremento al salario mínimo quedaría nulificado y la derecha gritaría que el mandatario “está actuando de modo irresponsable”. Por ello es imperativo frenar la escalada de precios que se empieza a observar en tiendas de autoservicio o en poderosos empresas mercantiles, que se han convertido en “tiendas de raya”: nunca se acaba de pagar lo que se compra a crédito.

En la economía es donde van a buscar el modo de ponerle piedras en el camino al mandatario, pues allí no tiene un manejo total de todas las variables objetivas, hay imponderables fuera de su alcance y las posibilidades de error son concretas. Mientras no se eleve la productividad de la economía, de poco va a servir que se avance sin que se aborde éste que es el problema de fondo, sobre todo si se quiere dejar atrás el neoliberalismo. Sin productividad no habrá cambios significativos y esto se reflejaría, necesariamente, en las relaciones con las clases mayoritarias.

Está visto que los de mero arriba no tienen problemas, ellos ganan de todas formas, inviertan o no en sectores productivos. Por eso aceptaron de buen grado una relación cordial con el Ejecutivo, tanto para evitar que las autoridades hacendarias les sacudan el bolsillo, como para mantener abiertas las llaves del dinero público en obras de infraestructura que sirven de anclaje y corren con los riesgos. Pero sin productividad que se note y sirva de motor al cambio, no habrá garantía de que el pueblo conserve su paciencia franciscana.

Las políticas asistencialistas deben verse como un apoyo de emergencia, no la solución a los problemas sociales heredados por seis sexenios sin crecimiento ni desarrollo. Productividad, productividad y más productividad es el camino a seguir, como lo hicieron los “tigres asiáticos” y como al final de la Segunda Guerra Mundial lo hizo Europa y sobre todo Japón. Sin productividad los conservadores se refocilarán con los escasos avances de la Cuarta Transformación. En el 2021, el pueblo le cobraría al Presidente que sus bolsillos sigan vacíos.

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