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Opinión

¡Paren a Trump! Está loquísimo

Gerardo Fernández Casanova

En memoria de Samir Flores

Siguiendo con precisión el libreto de la farsa, el payaso de las bombas dispone ayuda “humanitaria” para el payaso de las nalgas prontas. Así se pelotean entre Trump y Guaidó sus histriónicos papeles, en una farsa que quieren convertir en tragicomedia con el aplauso de un público de paleros que les ovaciona. Pero el gran público, al que no se le quiere dejar entrar, está rodeando la carpa y exigiendo respeto a su derecho a reír y rechazando el vuelco a la oferta de sufrir; dispuesto a dar la vida por su dignidad soberana y en respaldo a su “dictador”. En su tremenda demencia Trump, sin el mínimo respeto exige la salida del Presidente Nicolás Maduro y apuntala a su lamebotas Guaidó como portero del changarro. Aún más, el autonombrado adalid de la libertad y la democracia aventura una amenaza a Nuestra América de que va a acabar con el socialismo en la región; así, por sus pantalones y haciendo añicos la legalidad internacional y la de su propio país. Está desesperado porque la Venezuela Bolivariana y Chavista le está siendo un hueso muy duro de roer y su pueblo, al igual que el cubano, sabe comer tierra antes que dejarse vencer. ¡Gloria al bravo pueblo que el yugo venció! -reza su himno nacional- ¡y lo seguirá venciendo! -responde el clamor popular.

Estados Unidos y sus socios de la oligarquía venezolana llevan 20 años haciendo la guerra contra el pueblo bolivariano, desde el momento mismo en que Hugo Chávez obtuvo el triunfo en las urnas de un proceso electoral operado bajo los cánones de la “democracia liberal”. Sus obuses y misiles no han hecho sangre, al contrario, la han chupado: han querido asesinar por la vía de la propaganda y el hambre. Han hecho de todo, desde fallidos golpes de estado, paros patronales, paros petroleros, asedios de desinformación, vulgar terrorismo y gente quemada viva, sin lograr vencer la voluntad popular. Hoy pretenden convencer al mundo de que el “tirano” es el causante de la supuesta miseria y justificar así su derrocamiento; para lograrlo disponen un ridículo golpe de estado y la entrega de “ayuda humanitaria” entregada a fuerza de cañones, para respaldar al “presidente encargado”, mientras que al gobierno legal y legítimo le roban miles de millones de dólares, le bloquean la adquisición de medicinas y alimentos para estrangularlo. No podrán vencer a ese valeroso pueblo.

Hay que resistir 22 meses para que se acabe la pesadilla. Trump tendrá que salir y, muy posiblemente, derribado por el “viejo Sanders” que ya lanzó su candidatura con el apoyo de más de un millón de jóvenes que aportan un pequeño óbolo monetario y una enorme movilización. ¡Quién lo dijera! El futuro de Nuestra América y del mundo está en manos de la juventud norteamericana. Quiero ver al México de la IV Transformación en coincidencia con el primer presidente socialista de los Estados Unidos. Un sueño posible.

Tan sueño y tan posible que aquí fue también la juventud la que llevó a otro “viejo canoso” a la presidencia y que va convirtiendo en realidad lo soñado por varias generaciones de mexicanos y que, a trompa y talega, está transformando al país. También aquí el embate de la oligarquía se hace cada vez más virulento en el orden mediático y de redes sociales, con la muy larga cola sucia en plena exhibición, empleando las mismas recetas aplicadas a todos los que en el mundo piensan diferente y con libertad. No pasarán.

A esas fuerzas del oscurantismo les duele que López Obrador esté en permanente campaña consolidando el apoyo del pueblo verdadero, no necesariamente del engendro de la “sociedad civil” y sus maiceados voceros que, con las debidas excepciones, no son más que fachadas de una recalcitrante derecha conservadora disfrazada de demócrata, dedicada a poner todas las trabas posibles al esfuerzo de cambio profundo. Son los que pegan el grito en el cielo cuando el Presidente exhibe a los supuestos organismos autónomos que, en efecto son autónomos, pero del pueblo, en tanto que mantienen su abyecta y corrupta sumisión al viejo régimen, especialmente los que operan en materia energética creados por una nefasta reforma que sólo ha servido para destruir la riqueza nacional.

Lamento profundamente el artero asesinato de Samir Flores, honesto defensor de los derechos a la vida y la naturaleza y vigoroso opositor al proyecto de la termoeléctrica de Huexca. La vileza del acto tiene el tufo de los medios recomendados en el recetario de la ultraderecha, con la intención de manchar al proyecto transformador.

Por suerte el Presidente de los mexicanos es viejo lobo en eso de resistir e insistir. También por suerte en Venezuela hay la decisión de resistir e insistir. Por ahí va el Otro Mundo Posible. Que así sea.

Correo electrónico: [email protected]

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