Alvaro Cepeda Neri
I.- La herencia peñista-priísta-panista, con la “maldición” del primer año de cada sexenio, hizo que debamos enfrentar un retroceso en el crecimiento económico, lo cual acarrea desempleo, bajísimo consumo y más deterioro social que afecta principalmente a los estratos pobres y a los de la clase media. El tabasqueño declara que no hay tal riesgo y asegura que habrá un crecimiento del 4 por ciento, contra las advertencias internas e internacionales que señalan que si logra mantenerse el uno por ciento o quizá hasta el dos, sería un logro, aunque esto se lograría en el mediano plazo. Pero en el corto plazo tendremos una crisis económica, lo que anuncia que al menos 80 millones de mexicanos (con todo y los “bienestares” anunciados, si es que se llevan a cabo), sobrevivirán con mala alimentación, en un clima de más violencia y hasta incumplimiento de las deudas que han contraído para subsistir; incluso hipotecarias y demás créditos.
II.- Y esto es lo que bien puede generar más que una crisis y llevarnos a un desastre para lo cual el nuevo gobierno presidencial no está preparado, debido a sus promesas de gastar dinero público en un marco de total falta de inversiones públicas; y cuando las privadas están retraídas por cientos de motivos cuyo factor común es la inseguridad que provocan las delincuencias, y que no miran con buenos ojos que el lópezobradorismo esté manipulando la vida económica en lo general para afianzar su programa anticapitalista. Si los capitales privados no invierten en los programas del Presidente de la República, esa crisis se profundizará y ampliará para sofocar el crecimiento, con el peligro de que puede escalar a una depresión de alta inflación y el aumento de esos precios acarreará más pobreza; anulando los programas de bienestar presidenciales. Ya tenemos más de 70 millones en pobreza y 20 en pobreza extrema. Y mientras ocurren los ajustes de la administración federal, esa pobreza continuará aumentando.
III.- Ese es el riesgo que se corre, máxime que los pronósticos señalan que el crecimiento está detenido y tiende a bajar hasta, pues, entrar a una baja que generaría una catástrofe social con todo y que el populismo actual se alimente de promesas que, llegado el caso, no suple la falta de alimentos por su encarecimiento. El peñismo dejó, con la corrupción, una política económica desfavorable para todos los 130 millones de mexicanos, resumidos en una clase media degradada, los pobres a secas, aquellos tan miserables que no saben si comerán el día que despiertan y una camada de millonarios y funcionarios enriquecidos (incluso los que arriban con la victoria contundente de Morena). Con todo y el anuncio de un aumento en los salarios, la agitación social (sindicatos, bloqueos, etc.) está produciendo paralización económica en todos los frentes. Y aun con todo y sus coqueteos, empresarios y lopezobradorismo todavía no logran un acuerdo, por lo que el crecimiento va a la baja. Así que ya tenemos un presente de carencias y nada hay que revierta los anuncios de que no hay posibilidades para crecer económicamente.