Opinión

Chovinismo y Malinchismo

Francisco Javier Pizarro Chávez

La Carta que el Presidente de la República envió en días pasados al Rey de España y al Papa Francisco a los que convocó a pedir perdón a los pueblos originarios de México que fueron conquistados con la “Espada y la Cruz”, ha desatado una confrontación entre dos estereotipos históricos totalmente contrarios y antagónicos: El Chovinismo y el malinchismo.

El Chovinismo, también conocido coloquialmente como patriotismo, es, según Wikipedia, “una creencia narcisista de que lo propio del país o región al que uno pertenece es mejor o superior en cualquier aspecto, denigrando al resto”.

El nombre proviene del actor francés Nicolás Chauvin que personifica en una obra el patriotismo y por ello fue condecorado en las guerras napoleónicas.

Según el filósofo Hannah Arendt, el Chovinismo es un producto casi natural del concepto de Nación, en la medida en que proviene directamente de la vieja idea de la “misión nacional”, la cual es interpretada como la traída de luz a otros pueblos menos afortunados…que han sido abandonados por la historia sin una misión nacional.

Más que una ideología es una expresión sentimental del orgullo nacional, en este caso tanto de la Península Ibérica, como en nuestro país.

El malinchismo, por el contrario, es un término que se utiliza en la cultura mexicana para referirse a un complejo social que rechaza lo propio y favorece e idolatra lo extranjero.

Este término tiene su origen en el mito de la Malinche mujer indígena que fue regalada como esclava a Hernán Cortez, al que acompañó como guía e intérprete durante 1519 y 1521 y tuvo un papel relevante en la Conquista, pues gracias a ella los conquistadores lograron establecer alianzas con otros pueblos que eran sobajados y explotados por los mexicas, como los tlaxcaltecas y estaban en guerra contra ellos.

En síntesis, Los chovinistas son personas que rechazan lo extranjero y promueven el orgullo nacional, en tanto los malinchistas son aquellos que tienen tendencia a preferir lo extranjero frente a lo nacional o su región.

Desde mi punto de vista ambas corrientes están equivocadas. La patria es nuestra madre, el mundo nuestro padre y los habitantes de todos los países deben ser nuestros hermanos.

Asumámoslo, si queremos que la especie humana no desaparezca.