Francisco Rodríguez
Indice Político
Cuando los libros sobre economía valían la pena,
Arghiri Emmanuel y Samir Amin, dos teóricos
de polendas, instauraron el concepto de
intercambio desigual. Este se producía porque
las mercancías producidas por un país explotado
se vendían por debajo de su valor, y las de los imperios,
por encima de su costo y comercialización.
Los países avanzados impusieron el modelito, concebido
en función de sus propias necesidades. Los precios definidos
de esta manera geoeconómica, artificales en los momentos
en que eran implantados por esa ley de la selva, pasaban
a ser racionales por la fuerza de las cosas. Una cadena
muuuy productiva.
Las aristocracias obreras, los gobiernos sometidos a voluntades
foráneas, los favoritos transnacionales y sus testaferros
locales repartieron entre castas privilegiadas la torta
de la explotación internacional. Las negociaciones con grupos
de presión y franjas burocráticas se convirtieron en peleles
al servicio del mandamás.
Todos los precios dependían del mercado de los compradores.
La relación desproporcionada, asimétrica, operaba
en contra de las sociedades pastoriles, aquéllas que como
la nuestra habían sido relegadas al papel de proveedoras
de materias primas, sin posibilidad de añadir valor agregado
a sus productos agropecuarios e industriales.
Una caterva de ignorantes de acá
le engorda las ganancias a EU
Esta fue la base de todas las teorías estructurales
de la dependencia, desde André Gunder
Frank, hasta el historiador Tulio Halperin Donghi.
El vencedor siempre imponía las reglas del león
y se lavaba las tajadas en todos los beneficios.
En la actualidad, aunque los Estados Unidos dependen
del intercambio comercial con el mercado
mexicano en centenas de billones de dólares…
... anuales y ese flujo monetario crea 14 millones
de empleos bien remunerados entre los gabachos,
la realidad es que nuestras limitaciones industriales
y manufactureras impuestas desde los
veintes en el Tratado de Bucareli, determinan la
sujeción y la dependencia endémica del país azteca.
El volumen del mercado lo construyen los
vendedores, pero los precios y las condiciones
las imponen los compradores.
Peor cuando el Orange Trump decide ralentizar
el paso de nuestras mercancías por sus fronteras.
Porque la mayoría de esas centenas de mil millones
de dólares se integra con las compras y el
turismo de los catorce millones de mexicanos que visitan
anualmente al gabacho, más los valores agregados en las
únicas industrias exitosas que tienen en pie a los EEUU...
... e impuestos que pagan nuestros migrantes, más las
patentes de ensamblaje automotriz en territorio azteca, más
diferenciales de los agroexportadores consentidos. El gabacho
es atiborrado de ganancias. Lo que nos toca, son cedacerías.
El problema es que los que engordan el caldo son
los entreguistas de este lado, una caterva de ignorantes.
Quienes sí han merecido el Nobel y los
desmerecedores del premio
Hemos visto desfilar en la pasarela de Estocolmo a escritores
que justipreciaban la lucha de los débiles del mundo,
por razones de pobreza, de marginación, de colonización,
pero jamás como en 2017 habíamos visto una manera
tan grotesca de pervertir el Premio Nobel para honrar a
quienes luchan contra la paz y la justicia.
Por ahí han pasado Rabindranath Tagore, Anatole France,
Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Romain Rolland,
John Steinbeck, Hermann Hesse, Ernest Hemingway,
Camilo José Cela y, entre otros, a José Saramago, pero
también se les ha concedido inexplicablemente al golpeador
de gobiernos latinoamericanos Henry Kissinger y el incapaz
Barack Obama. En 2017 le tocó el turno a su empleado
Richard Thaler.
El Nobel ha sido desdeñado por Jean Paul Sartre, porque
pretendían juzgar su posición frente a la liberación de
Argelia, que siempre fue afirmativa, contundente y sin necesidad
de premios y zarandajas. La antigua Unión Soviética
evitó a toda costa que premiaran a Boris Pasternak,
quien deturpaba sus cárceles siberianas de perseguidos estalinistas.
Los suecos premiaron a Gabriel García Márquez, a pesar
de que era su abuelito el que le relataba las historias de
Aracataca, y a Mario Vargas Llosa, después de que perdiera
la vertical frente a Alberto Fujimori, un escritor de tercer
talón que siempre negó lo evidente de sus febriles emociones
de la vida real. Olvidaron siempre a Jorge Luis Borges,
el que dijo que Carlos Gardel, después de muerto, seguía
cantando mejor.
Thaler: ¿puente entre los análisis económicos
y los psicológicos?
Pero el descarnado boletín de la Real Academia de
Ciencias de Suecia movió a risa: el estadounidense Richard
Thaler fue galardonado con el Premio Nobel de Economía
por sus contribuciones en el campo de la economía del
comportamiento, que muestra cómo los rasgos humanos
afectan a mercados supuestamente racionales.
La Academia dijo que la investigación del 2008 del estadounidense
había aprovechado supuestos realistas en la
psicología para el análisis de la toma de decisiones económicas,
explorando las consecuencias de la racionalidad humana
limitada, preferencias sociales y falta de control. Todo
un galimatías, otra jalada político-cerebral, como las
que acostumbra Donald Trump en los tweets tempraneros,
mientras defeca.
“En su totalidad, las contribuciones de Richard Thaler
han construido un puente entre los análisis económicos y
los análisis psicológicos en la toma de decisiones” (sic) o
sea, Thaler es el glosador involuntario y rupestre del clásico
círculo Salud - Dinero - Amor que enarboló Sigmund
Freud hace más de 100 años, y que nadie había tomado en
cuenta, excepto el productor Emilio Larrosa para una telenovela
allá por 1997.
¡A EPN por auto convencerse de que la
crisis está en las mentes!
Thaler, uno de los filósofos de cabecera de Donald
Trump, es un destripaterrones de la economía, alumno de
los alumnos conservadores de Milton Friedman en la Universidad
de los Chicago Boys, que tanto hemos deturpado
los mexicanos por habernos dejado más pobres que cuando
empezaron a manejar sus teorías del cuidado demencial de
los indicadores macroeconómicos, detenta hoy el Nobel de
la especialidad.
Así como van las cosas, ya podemos ir imaginando
quiénes pueden ser los próximos laureados de la Academia
sueca: Enrique Peña Nieto y Agustín Carstens. Sí, el primero,
como reflexiona el editorialista Enrique Galván Ochoa,
por haberse convencido a sí mismo que la crisis mexicana
sólo se encuentra en la mente de los nacionales.
El segundo, por su propensión a mentir sobre los datos
reales del desastre económico mexicano y jurar por ésta
que la inflación nuestra de todos los días, ¡ya está bajo control!
y que el crecimiento del producto interno bruto va que
vuela hacia las nubes.
Ambos, junto a Videgaray, dejaron al país en bancarrota.
Por eso también deberían premiarlos.
Justificación para reducir expectativas
de crecimiento en México
No es posible que Thaler haya recibido el Nobel, sólo
por ser otro de los mentirosos consejeros de los Ejecutivos
estadounidenses que deslumbraron a Videgaray, a Meade
Kuribreña y al propio Carstens con el cuento aquél de la
solución global al problema migrante, cuando éste dependía
y depende sólo del Congreso estadounidense y no de
cualquier pelagatos.
Mintieron también con el petate del muerto de la apertura
de relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba,
cuando se trataba también de un asunto reservado a la exclusiva
competencia de los senadores gringos, y los paniaguados
de este lado se comieron todo el trapo.
Luego le tocó mentir a la Academia sueca, pues las verdaderas
razones del Premio fueron las de galardonar a Thaler,
uno de los que hacen posible que los indicadores económicos
y financieros se muevan al gusto de las casas de
bolsa y corredurías neoyorquinas que ahora justificarán sus
alzas y bajas con el retintín de que todo es provocado por la
psicología de los compradores.
Justificación que también les sirve para, a cada
rato, bajar sus pronósticos de crecimiento económico
de México “por la incertidumbre” que
provoca el gobierno de Andrés Manuel López
Obrador.
Y nos seguirán culpando de los
desvaríos psicológicos de los gringos
Las grandes cuentas y los niveles de precios
los siguen imponiendo los vendedores. Los compradores
seguiremos sujetos al bombardeo publicitario
de los buitres industriales y comerciantes
del dolor humano. Como nunca antes, estamos
en las manos de los manipuladores de las bolsas
de valores, expuestos a los tiquismiquis de la corrupción
sofisticada.
En México aún estamos en manos del salinismo-
cordovismo-zedillismo y sus contlapaches.
Y nos seguirán echando la culpa de sus desvaríos
psicológicos, propios de hospital para los encamisados
con bandas de fuerza.
¿No cree usted?
Indice Flamígero: Un cable de la agencia
EFE, fechado hace dos días, el martes 9, da cuenta de que
“la economía mexicana avanzará un 1.6% en 2019 y un
1.9% en 2020, cinco y tres décimas menos que lo proyectado
hace tres meses por el Fondo Monetario Internacional
(FMI), por la incertidumbre que existe sobre algunas de
las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“La confianza se debilitó y los bonos soberanos aumentaron
en México, tras la cancelación por parte del Gobierno
de un aeropuerto planificado para la capital y el retroceso
en las reformas de energía y educación”, indicaron los expertos
en el informe Perspectivas Económicas Mundiales
del FMI. + + + Pero, ¿por qué el FMI no captó incertidumbre
cuando, de acuerdo al titular de la SCT, Javier Jiménez
Espriú, la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional
de México (NAIM) “tan caprichoso’’ se canceló porque era
un “pozo sin fondo’’, un “verdadero desastre’’, un “elefante
blanco’’ y habría propiciado “una deuda enorme’’ al país
una terminal aérea que “nunca iba a funcionar’’. “Además
—dijo— tenía un grado de riesgo enorme porque en el segundo
que se iniciara había que apagar el otro (el actual aeropuerto
internacional)… Esa interacción entre dos aeropuertos,
que es complicadísima, ha provocado en Berlín la
cancelación del nuevo aeropuerto de Berlín íntegramente
terminado; se canceló por decisión pública, a través de una
consulta ciudadana, por el problema de interconexión’’. Lo
dijo al comparecer ante la comisión del ramo de la Cámara
de Senadores.
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Francisco Rodríguez
Indice Político
Unen Psicología y Economía para decir que no podemos crecer