Opinión

Alvaro Cepeda NeriConjeturas

I.- Pablo Ferri, reportero-corresponsal de El País (viernes 12 de abril, del año en curso), sintetizó muy atinadamente el tema: “Un militar en activo será el jefe operativo de la Guardia Nacional, el nuevo cuerpo de seguridad de México, auspiciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Así lo anunció ayer el mandatario en su habitual rueda de prensa matutina. En una imagen para el recuerdo, López Obrador compareció acompañado del futuro comandante de la Guardia, el general Luis Rodríguez Bucio, además de los secretarios de Defensa y Marina y otros militares. También estuvo el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, y una comisaria de la Policía Federal. En todo caso, los civiles eran minoría. Se acentúa así el desequilibrio entre lo civil y lo militar, espíritu del acuerdo alcanzado hace un mes y medio en el Congreso, que subordinaba la Guardia Nacional a la secretaría de Seguridad Ciudadana”.

II.- Y abunda en el tema “El analista en temas de seguridad, Ernesto López Portillo, afirma que: ‘La Guardia Nacional de la Constitución es civil, la del presidente es militar. Bucio no tiene en su historia formación alguna sobre seguridad ciudadana, reforma policial democrática, policía comunitaria, modelos de prevención de la violencia. Su perfil no tiene que ver con el mandato constitucional que obliga a la Guardia Nacional a crear una doctrina de servicio policial. La pregunta es: ¿cuál es el perfil de Bucio? Estrictamente militar. Y tenemos que entender que es el perfil que quiere el presidente. No es el perfil que marca la Constitución’”. En ese párrafo de su amplia nota queda enmarcado lo que se puede y debe decir al respecto. Una vez más AMLO, si no mintió, al menos cambió su promesa y él, tan renuente a todo lo que despidiera un tufo militar, finalmente cambió de parecer e hizo alarde de su calidad de Jefe de las Fuerzas Armadas, más que de Jefe de Gobierno de la Administración Civil, para contradecirse y poner en marcha la militarización del país. Eso debe ser una señal de alarma.

III.- El presidencialismo lópezobradorista remata los usos y costumbres de la tradición autoritaria a la Calderón y Peña con raíces en Díaz Ordaz, cuando la militarización fue, valga la palabra, el arma para enfrentar la violencia criminal, tras lo ocurrido en 1968 con la rebelión estudiantil. Por lo que queda claro que López, el López de ahora (porque hubo López de Santa Anna, López Mateos y López Portillo; con todo y que las comparaciones sean, dicen, odiosas), no fue consecuente con su promesa de nombrar a un civil al frente de la Guardia Nacional. Y por lo pronto, tenemos al frente de esa Guardia a un general en activo, aunque ha dicho que presentará su retiro. Esa Guardia con soldados, marinos y policías federales estará, de entrada, en 126 regiones de 26 estados de esta tan sufrida Federación. Con esto, el nuevo gobierno busca contener a la violencia criminal; la cual, en los primeros cuatro meses de gestión, los índices de homicidios son ya un récord doloroso para los mexicanos que anhelan detener semejante baño de sangre.

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