Opinión

El 'Día de las Mulas” de 1971

Gilberto Balam Pereira

No satisfecho el presidente Luis Echeverría con su participación y responsabilidad en la masacre de Tlatelolco, aparece de nuevo en el escenario de la represión a la juventud el diez de junio de 1971.

Fue un día más que vivirá marcado en la historia negra de nuestro país. Un grupo paramilitar conocido como “Halcones” reprimió violentamente una manifestación pacífica de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional en apoyo de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), la cual había sufrido un revés antidemocrático por parte de las autoridades de su estado.

Todo comenzó a finales de 1970 en Nuevo León

La UANL modificó sus estatutos de tal forma que daba una mayor participación de los estudiantes y maestros para elegir al rector. Esto no le gustó al gobierno estatal, y cuando el rector elegido democráticamente llegó (Héctor Ulises en 1971), le redujo el presupuesto a la institución y obligó a que se aprobara una nueva ley en la que se eliminaba la autonomía. Esto derivó en una huelga estudiantil que fue apoyada por otras instituciones, como la UNAM y el IPN, que ya habían convocado a una manifestación masiva el día 10 de junio.

La Secretaría de Educación Pública intervino en las negociaciones entre el Estado y la Universidad y el 5 de junio entró en vigor una nueva ley orgánica que resolvía el conflicto, además el 30 de mayo el gobernador de Nuevo León, Eduardo A. Elizondo Lozano, renunció. Esto fue parte del programa de conciliación.

Pese a esto, los estudiantes capitalinos decidieron manifestarse.

Cuando Luis Echeverría Alvarez llega al poder en 1970 (Sí, el del llamado “Milagro Mexicano” y secretario de Gobernación en el sexenio de Díaz Ordaz) anunció reformas que prometían una apertura democrática en el país, incluso se permitió el regreso de algunos líderes del movimiento estudiantil de 1968 exiliados en Chile.

Confiados en que de verdad existía tal democracia, los estudiantes capitalinos aprovecharon el movimiento regio para exigir la resolución de las siguientes peticiones:

1 La democratización de la enseñanza.

2 El control del presupuesto universitario por los alumnos y profesores.

3 Presupuesto universitario equivalente al 12% del PIB.

4 Libertad política.

5 Educación de calidad para todos.

6 Respeto a la diversidad cultural mexicana.

7 Estricta apertura democrática.

8 Apoyo a la vida política sindical de los obreros.

9 Fin de la represión por parte del gobierno.

Desde días antes de la marcha, se tenía registros de muchos policías patrullando los alrededores del Casco de Santo Tomás, lugar elegido para ser el punto de concentración de los manifestantes.

El 10 de junio de 1971 alrededor de las 17 horas salió la marcha estudiantil a la altura de la estación Normal, de la Línea 2 del Metro. La idea era llegar avanzando por la calzada México-Tacuba hasta el Zócalo.

¡Llegan los Halcones!

Un cuerpo de granaderos impide el paso de los estudiantes a pocos metros de haber iniciado el recorrido. Frente a los universitarios se despliegan grupos armados, tanques antimotines, camiones de bomberos y patrullas. En algunas crónicas también se habla de francotiradores. Un grupo de paramilitares sale de entre los “agentes de la ley” armados con varas de bambú, palos de kendo y metralletas, con las que iniciaron un tiroteo que duró dos horas. ¡Eran los Halcones!

Durante este tiempo los Halcones, apoyados por los tanques antimotines, golpeaban a los estudiantes y los subían a camionetas sin placas, con rumbo desconocido.

¿Quiénes eran los Halcones?

En 1966 el entonces secretario de Gobernación Luis Echeverría mandó al Departamento del Distrito Federal al coronel Manuel Díaz Escobar. Este creó al grupo paramilitar con el objetivo de “reprimir cualquier manifestación de todo movimiento que criticara al gobierno”. Estos eran pagados por el gobierno y encabezados por el regente capitalino.

El grupo estaba formado por militares, pandilleros, jóvenes provenientes de clubes deportivos, y “porros” universitarios. Estos últimos vieron crecer sus filas tras el “halconazo”. La primera vez que entraron en acción fue el 2 de octubre de 1969, a un año de la matanza de Tlatelolco.

“Algunos de los principales mandos de Los Halcones surgieron de la Brigada de Fusileros Paracaidistas del Ejército, entre ellos, Víctor Manuel Flores Reyes, Rafael Delgado Reyes, Sergio San Martín Arrieta, Mario Efraín Ponce Sibaja y Candelario Madera Paz, los cuales entrenaban a sus hombres en los llanos de las colonias San Juan de Aragón y Cuchilla del Tesoro, en la delegación Gustavo A. Madero”.

Tras la balacera…

Muchas versiones concuerdan en que durante la noche llegaron hasta el hospital Rubén Leñero para ejecutar a los universitarios y politécnicos heridos. No se tienen cifras exactas del número de muertos que provocaron Los Halcones en la Masacre del Jueves de Corpus, pero las estimaciones dicen que fueron más de 120 estudiantes.

Cobijado por la protección del Ejército que hacía guardia a los alrededores del Palacio Nacional, Luis Echeverría anunció una investigación sobre la matanza y afirmó que castigaría a los culpables. Cosa que nunca pasó. No hubo un solo consignado ante las autoridades por los asesinatos.

Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad y que renunciaría más tarde, y Julio Sánchez Vargas, Procurador General, negaron la existencia de Los Halcones y aseguraron que el ataque fue producido por “grupos extremistas de estudiantes” que atacaron a sus compañeros.

¿Qué pasó después?

A inicios de la década pasada Echeverría fue llevado a juicio y declarado culpable por su participación en los hechos del 68 y el 71. Años después Echeverría fue exonerado por razones de senilidad.

Mi agradecimiento al Director de la Revista POR QUÉ!, Mario Menéndez Rodríguez, que cubrió el evento y que mantuvo al público bien informado.