Opinión

Ormuz contra Ahrimán

Jorge Lara Rivera

El Estrecho de Ormuz sigue dando de qué hablar. Los más recientes episodios en la áspera saga de rivalidad estadounidense/iraní aumenta la tensión en el delgado hilo del que pende la paz en esa zona del mundo, haciendo peligrar la seguridad regional, internacional y mundial. Seis naves de diversas naciones han sido importunadas, saboteadas y abordadas allí desde que arreció la crisis diplomática.

Al derribo del ‘dron’ norteamericano (junio 20) sobre las aguas que corren por él y que suscitó un amago de ataque de represalia ordenado por el presidente Donald Trump, el cual fue abortado a última hora por consideraciones de ‘proporcionalidad’ según éste, o por el elevado costo del mismo y la posibilidad de fracaso debido al poder de fuego desarrollado por la Guardia Revolucionaria Islámica –el miedo no anda en burro y el puerquito sabe dónde untarse–, siguió la provocación británica el 5 de julio en Gibraltar (vecino a Cádiz) donde, con pretexto de “violación al embargo de la Unión Europea a Siria”, requisó al navío persa ‘Grace 1’ –aunque navegante con bandera panameña—, que transportaba petróleo a una refinería del país árabe, y detuvo a su capitán y al 1er. oficial. Las más altas autoridades iranias (el ayatolá Khamenei aludió al pasado pirata de Inglaterra: “ustedes comenzaron –patentaron– la inseguridad en los mares), comenzando por el presidente Hasán Rohani, advirtieron en los términos más duros al Reino Unido de las “consecuencias”. Así el 10 de julio, 5 barcos armados iraníes trataron de apresar al petrolero británico ‘British Heritage’ en el Golfo Pérsico, pretendiendo que cambiase de rumbo y fondeara en aguas territoriales de Irán; lance frustrado por la intervención de la fragata ‘HMS Montrose’ de la Armada Real que lo escoltaba y apuntó sus cañones 30 mm de cubierta contra las lanchas advirtiéndoles verbalmente que retrocedieran. Una aeronave estadounidense que sobrevolaba el área videograbó el incidente. Por entonces, en el mundo diplomático ya corría la especie de que Washington “trabaja” en construir una coalición naval militar de países afectados por la inseguridad de ese paso marítimo geoestratégico por el cual transita la 4ª parte del petróleo que se comercializa en el mundo para garantizar la navegación internacional.

El jueves pasado, Donald Trump anunció personalmente que el buque de asalto anfibio ‘USS Boxer’ derribó 1 ‘dron’ en aguas internacionales frente a la costa persa, lo cual fue desmentido por el comandante del Ejército iranio.

El sobresalto vino luego, apenas este viernes (19 de julio), cuando a solicitud de las autoridades portuarias de Hormozgan, el petrolero británico ‘LR1 Stena Impero’ propiedad de Stena Bula, el cual partió en mayo de Texas con etanol, haciendo escalas en India y el puerto emiratí de Fujairah, de Emiratos Árabes Unidos, con destino a Jubail, Arabia Saudita, fue abordado por buques de guerra y 1 helicóptero de la Guardia Revolucionaria acusado de “no respetar el código marítimo internacional” y retenido en el puerto de Bandar Abbas, de dónde partió con rumbo desconocido. En el desconcierto internacional corrió el rumor, aceptado incluso por el ministro del exterior inglés Jeremy Hunt, de la captura de un 2º buque cisterna británico que sería el ‘MV Mesdar’ (propiedad de la naviera Norbulk Shipping UK, con sede en la ciudad escocesa de Glasgow), de bandera liberiana. Se supo luego que fue abordado por militares iraníes armados, pero pudo continuar su viaje. La Cancillería británica ha sido cauta y calculadora en su reacción: prolongar 30 días la detención del barco iraní en Gibraltar y expresar su “extrema preocupación” por la inaceptable detención de su barco en Irán, al tiempo de realizar intensas consultas con el gobierno de Estados Unidos que le ha reiterado las seguridades de su alianza. Alemania y Francia se han solidarizado con Gran Bretaña. El oportunismo de la política exterior española, a cargo de Josep Borrell, aflora de nuevo, desconcertada luego que se separó de la flotilla enviada al Golfo Pérsico y su protesta porque Londres y Berlín no consultaron con Madrid la detención en Gibraltar del buque tanque iranio. El viernes, la Casa Blanca anunció nuevas sanciones contra los líderes de la República Islámica de Irán, mientras Mike Pompeo, secretario de Estado, informó sobre sanciones contra 12 iranios en Irán, Bélgica y China, empleados de ‘Iran Centrifuge Technology Company’, empresa clave del programa nuclear de ese país. La Casa Blanca también sancionó a Salman Raouf Salman, líder de la Hezbolá –financiado y armado por Irán– en Líbano, por el sangriento atentado contra la mutual judía AMIA en Argentina (1994). Tales medidas podrían funcionar: en Brasil, el ‘Bavand´y el ‘Termeh’, 1 par de cargueros iraníes que transportarían maíz a Irán tienen 2 meses varados porque Petrobras –alineada con E.E.U.U.– no les vende combustible.