Opinión

Alvaro Cepeda Neri

Conjeturas

I.- La mezcla del aceite y el agua, que nunca se logra químicamente, empero genera, usando esa combinación para el caso de la política y la religión, reacciones que pueden llevar a conflictos que llegan a derivar en choques sociales irreconciliables que han desembocado en guerras intestinas dentro de las sociedades. En nuestra historia hay ejemplos de ello. Y por eso se conquistó lo del Estado Laico como logro constitucional, para deslindar ambas actividades como ejercicio, cada una por su lado, con plena autonomía. Llama la atención que un López Obrador, tan conocedor de la historia nacional, no haga a un lado su credo religioso; y tenga prohibido entonar el Himno Nacional en las ceremonias oficiales-públicas, porque las iglesias evangelistas no comulgan con esa música y letra que nos legaron González Bocanegra y Jaime Nunó. La regla de que Santa Anna fue un troglodita autocrático, se conforma con el único acto excepcional que hizo en sus once ascensos a la Presidencia, como fue el de convocar a la creación de un Himno Nacional, el cual todavía tenemos.

II.- Ese himno que entonan los niños al izar la Bandera Nacional, y que se escucha una parte en la apertura y cierre de las transmisiones televisivas y radiofónicas (hasta que AMLO no ordene suprimirlo por conducto de su empleado Jenaro Villamil, impuesto por la mano negra que mueve todo lo relacionado con la prensa y con el mismo criterio religioso). La noticia es que serán repartidos 10 millones de ejemplares de la “Cartilla Moral”, por medio del gobierno federal lópezobradorista y la Confraternidad Nacional de Iglesias Evangélicas, para avasallar al Estado Laico en actos que, dicho sea de paso, mancilla la figura de Juárez, nuestro eje laico constitucional de 1857 y 1917. La reportera Teresa Moreno (El Universal: 12/VII/19), a toda una plana nos ha informado de esta situación a punto de ser un hecho, mostrándonos la portada de esa cartilla que redactó Alfonso Reyes. Y es el vocero de López Obrador, Jesús Ramírez Cuevas, quien ha dado la noticia de ese reparto antilaico.

III.- No dijo de cuánto fue el gasto para tal efecto. Y no obstante la falta de papel para la impresión de los libros de texto gratuitos, que no se repartirán a tiempo, sí se realizó la impresión de la cartilla moral. Su reparto, en templos y a domicilio por los evangelistas, busca que los mexicanos la reciban. Esa extraña mixtura de religión y política enturbia al republicanismo y taponea a la democracia; no así al populismo, que esa argamasa fortalece, para poder manejar a la masa que sustituye de esta manera, pues, a la sociedad civil. Mal, muy mal, que se esté llevando a cabo ese amasijo de religión y política. Esto nos pondrá al frente de una crisis social, porque en lugar de esa cartilla, debe repartirse la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Ésta sí que es la guía político-jurídica que requiere la Nación, para que todos normemos nuestra conducta con la ética del buen gobierno que debe prevalecer sobre cualquier creencia religiosa.

cepedaneri@prodigy.net.mx