Opinión

Usos y abusos

Jorge Lara Rivera

Atrapado en el “fuego amigo” supuesto de las “Reflexiones” de Josef Ratzinger (alias Papa emérito Benedicto XVI) sobre el estado actual de la Iglesia y los casos de abuso sexual que encara, donde éste –desinformador malévolo– esquemáticamente busca endilgarlos a la llamada Revolución Sexual de los ´60 en Occidente escurriendo el bulto de la responsabilidad propia –¡como si no existiesen montañas de casos semejantes documentados a lo largo de 2 mil años de existencia de esa institución que alardea de santidad arrogándose, inflexible, ser juez y verdugo implacable de la vida y la moral ajenas (a propósito, el libro “Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano” de Frédéric Martel, insinúa amoríos entre Benedicto XVI y su secretario personal, arzobispo Georg Gänswein); y la subversión de acedos e hipócritas sectores del clero cuyo tradicionalismo es rayano en el fanatismo, Jorge Mario Bergoglio Sívori (alias Papa Francisco) comete yerros impensables.

No obstante el cúmulo de delitos sexuales perpetrados por sacerdotes de la Congregación de los Legionarios de Cristo fundada por el despreciable Marcial Maciel para cubil pederasta propio con el encubrimiento del falaz ‘santo’ Karol Józef Wojty?a Kaczorowska (alias ‘Juan Pablo II’) y del cardenal Norberto Rivera Carrera, otrora arzobispo primado de México, y luego de ser desenmascarado regenteada por su acólito Alvaro Corcuera; el infalible Francisco falla autorizando a la Legión (instituto mexicano con ramales internacionales que presume su ultraconservadurismo mientras le da “vuelo a la hilacha” no privándose de ninguna lujuria) un nuevo organismo: la ‘Federación Regnum Christi’ que aglutinará a la nauseabunda Congregación, la sociedad de las consagradas y la de los laicos consagrados dentro de esa comunidad, aunque con nuevos Estatutos de que se ha dotado, los cuales señalan su sitio dentro de la Iglesia católica –ha de ser no por criterios espirituales sino por viles intere$e$ crematí$tico$, dados sus cuantiosos recursos y propiedades. Y lo hace cuando la “piadosísima” Orden afronta proceso en la mismísima Italia por intentar ¡extorsionar a una de las víctimas! del sacerdote mexicano Vladimir Reséndiz Gutiérrez, depredador sexual de seminaristas quien era el ‘responsable de la disciplina’ en el ‘Centro Vocazionale’ de los Legionarios en Gozzano, condenado a finales de marzo a 7 años de cárcel (enfrentó penas de hasta 10) por el Tribunal de Novara, Norte italiano.

Apenas el 11 de abril los propios legionarios, a través del cura Aaron Smith, director de la Oficina de Comunicación Internacional de la legión, comunicaron que –por fin– la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano prohibió al clérigo irlandés John O’Reilly ejercer públicamente por 10 años el ministerio sacerdotal, imponiéndole a perpetuidad la obligación de fijar residencia fuera de América Latina y nunca volver a tener contacto voluntario con menores de edad, tras ser hallado culpable (aunque puede apelar) de abusar sexualmente de un menor en Chile por un tribunal de justicia del país andino que lo condenó a 4 años de libertad vigilada, y luego de perder la nacionalidad chilena que recibió por parte del Poder Legislativo de tal nación en 2008. Su nombre quedó inscrito en el registro de pedófilos y abusadores. Cumplida su sentencia a mediados de diciembre próximo pasado, por carecer de recursos propios, la Legión le asignó la casa de la congregación en Roma como residencia tras dejar Chile. O’Reilly perpetró sus crímenes sexuales siendo “director espiritual” del ‘Cumbres’, exclusivo colegio donde estudian niños de la elite social suramericana.

A comienzos de mayo Ana Lucía Salazar, cantante y conductora mexicana de radio y TV, a través de twitter denunció que el clérigo Fernando Martínez, de los Legionarios de Cristo –presunta víctima de Marcial Maciel– abusó sexualmente de ella cuando a la edad de 8 años fue alumna de 2º de primaria en el Instituto del Caribe (ahora ‘Cumbres’) de Cancún, Quintana Roo, tras dejar Monterrey; y que pese a que sus padres denunciaron en 1992, todo quedó impune; exigiendo una disculpa pública de la Congregación en la que acepte que encubrió al depredador, así como la debida reparación del daño. Por muy rentable que le sea el Papa Francisco debe disolver esa legión diabólica.