Alvaro Cepeda Neri
I.- Nacido el 8 de agosto de 1879, Emiliano Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919. Son dos fechas para recordar al más representativo CAMPESINO que, despreciando hasta ocupar momentáneamente la silla presidencial, participó en la victoria de la Revolución cuya rebelión encabezó Francisco I. Madero y llevó a sus últimas consecuencias el general Lázaro Cárdenas del Río. Tras ellos, se implantó la Contrarrevolución podrida en corrupción a la que López Obrador trata de encontrarle salida, tan drásticamente que, en el caso, ha postergado a los campesinos (y sus organizaciones), para –según dijo– más tarde entregarles los subsidios a los que tienen derecho. Y que han reclamado con manifestaciones que fueron sofocadas para no dejarlas llegar, masivamente, a la Plaza de la Constitución. La decisión del ya inquilino de Palacio Nacional, de dejar para después –sin precisar la fecha– la entrega de lo que necesitan urgentemente para sus labores, ha dejado mala señal.
II.- Y es que es muy claro que los mexicanos rurales necesitan inmediatamente recursos que no deben posponerse, en la medida que los zapatistas de hoy no invocaron al Caudillo del Sur y su divisa: “¡Tierra y libertad!” y el Plan de Ayala que está vigente, solamente como un homenaje, sino como una demanda legal y legítima. Así que a partir del pasado 8 de agosto y durante tres días, por todo el país los campesinos mostraron que sus reclamos no pueden esperar. Son esas mujeres y hombres que no han abandonado el campo, los herederos de Zapata y éste permanece vivo en ellos. Por eso su presencia en la capital del país y en todo el territorio. Y no debe decirse que AMLO olvidó su compromiso zapatista. Pero sí que lo difirió sin decir hasta cuándo. Y no debe ser así, ya que los campesinos que votaron por él lo hicieron pensando que había mutua correspondencia y que de inmediato, sin protestas, recibirían lo que como obligación, el ya Presidente de la República les aprobaría.
III.- Pero en lugar de celebrar, hubo indignación en las marchas rurales. Y aferrados al ideal-estandarte de Zapata, tuvieron que salir a las calles en todo el país, para recordarle a López Obrador que se hacía tarde para que dispusiera darles los subsidios a los que tienen derecho sin regateos y sin excusa alguna. En respuesta a las manifestaciones de protesta, López Obrador dijo que les daría los apoyos, pero no a las organizaciones, sino directamente a los interesados; aunque no dijo cuándo. Y los mexicanos que siembran sus parceles, sus ejidos, sus pequeñas propiedades, no pueden esperar. Por eso es que hicieron lo correcto al protestar y reclamarle en público a un Presidente que, a su vez, públicamente les contestó que hacía caso de sus peticiones sin fijar el día para recibir financiamiento, más abonos para la tierra y garantizarles un precio para sus cosechas. Pero no tienen aún para sembrar. Así que nuevamente invocaron a Zapata para demandar: tierra, libertad y subsidios en el cortísimo plazo. Hacerlos esperar es regresar al pasado inmediato.