Opinión

Derechos, conceptos, acciones políticas, estrategias y logros

María Teresa Jardí

II

El Estado es un concepto y como tal no tiene razones. Son hombres y mujeres gobernantes y representantes los que a nombre de ese concepto aplican sus razones. Razones que unas veces coinciden con las necesidades de los gobernados y otras son imposiciones basadas en intereses como es el caso del capitalismo convertido en sistema depredador de todas las especies. Y retomando un poco más de lo ya compartido con ustedes, señalaba que al expropiar los gobernantes las palabras han cambiado el sentido de las mismas en beneficio de sus propios intereses. Un caso claro es el de la palabra solidaridad expropiada por Carlos Salinas a las organizaciones de Derechos Humanos no gubernamentales que con él nacieron para enfrentar la violencia policíaca, las más de las veces que por los todopoderosos comandantes de la PGR se ejercía sobre el pueblo inerte ante el poder de esos sujetos. Hay mucho más que decir al respecto, pero creo que es un buen ejemplo de expropiación de una palabra porque para llenarlas tenemos que entender su contenido. El Estado es un concepto, repito.

Y las manifestaciones no son derechos, aunque se reconozca en las leyes el derecho a ejercer ese derecho, valga la redundancia.

La manifestación es una acción política que como estrategia tenemos el derecho a usar los gobernados merced a la firma del pacto social y para enfrentar la ruptura del mismo por parte de los que no cumplen con la tarea asignada de servir al pueblo que renunciando a ciertos derechos, como el de hacerse justicia, cada componente por sí mismo o en grupo, otorga el permiso de que otro castigue, al que transgrede la convivencia, teniendo, como premisa fundamental para la existencia válida del gobierno, la de garantizar la seguridad y la de impartir justicia que es lo que propicia la paz. Paz sin Justicia es el disfraz favorito de las dictaduras.

La huelga tampoco es un derecho. La huelga nació como una acción política de presión de los obreros a los patrones. La huelga es una estrategia para obtener ciertos logros: como la reducción de la jornada, mejor salario, mejores condiciones laborales, inclusión de las mujeres y un largo etcétera. Pero la presión de los primeros sindicatos llevó a los patrones a reglamentar la huelga como un derecho para poder controlar la acción política. Y así es como se nos han ido expropiando a los gobernados no sólo el contenido de las palabras para agotarlas sino también los derechos. Recobrar el sentido de las palabras es imprescindible y no bajar la guardia para no volver a caer en el juego de creer lo que es increíble aunque le den la vuelta los que mandan. Debemos estar preparados para volver a entender que es imprescindible recobrar el sentido de las palabras para generar las responsabilidades a las personas, en este caso me refiero a los que se eligen como gobernantes o legisladores o se imponen como funcionarios por los gobernantes y lo mismo cabe decir de los administradores de justicia en México, los ministros mejor pagados del mundo. Mirar atrás para comprender las equivocaciones permite no repetirlas una y otra y otra vez. Es dar vuelta en círculos que a nada llevan.

La huelga tampoco es un derecho y no por ello es menos importante que si lo fuera al contrario, en no serlo estriba su importancia. La huelga es una estrategia que como acción política es mucho más que el reconocimiento del derecho a la huelga. Sin demeritar a la Constitución de 1917 que la consagró como garantía social queda claro que dependiendo de la época esto es cambiante.

Toda manifestación de un grupo de personas es una acción política. Lo que hoy quiere ser controlado hasta en la Ciudad de México por la Ley Garrote, creada, para ver la reacción ciudadana, por el Congreso de Tabasco. La que no tardará en llegar a Yucatán luego de las marchas de mujeres obligadas a salir a la calle a manifestarse para exigir el derecho a no ser asesinadas.