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Opinión

Freno a la Polarización, Reto Ineludible

Guillermo Fabela QuiñonesApuntes

Es pertinente dar una mínima respuesta a la pregunta que más nos hacemos los ciudadanos de este país, que teniendo todo para ser una potencia mundial sigue anclado en una realidad adversa, luego de treinta y seis años de estancamiento económico y gravísimo deterioro social: ¿qué nos depara este año tan singular y esperanzador?

Lo primero que conviene apuntar, por su dramatismo, es la polarización social por el empecinamiento de la aristocracia reaccionaria en pretender frenar la marcha del nuevo régimen, a sabiendas de que si en sólo un año, el del inicio del sexenio, el apoyo del pueblo al presidente López Obrador va en aumento, según encuestas incluso de empresas conservadoras, en los de su maduración será más difícil para ellos sabotearlo como es su más caro anhelo.

La experiencia histórica nos demuestra que la desesperación de las élites, cuando ven fracasar sus intentonas reaccionarias contra un gobierno reformista, los lleva a poner en marcha acciones que llegan a la irracionalidad, como lo fue el cuartelazo de Victoriano Huerta contra el presidente Madero. En otra dimensión, pero igualmente prototípica de la frustración, la tenemos en el comportamiento irracional y brutal del presidente estadunidense, cuyas provocaciones incrementan a medida que se acerca su derrota política, de uno u otro modo.

En las próximas semanas y meses, veremos a los dirigentes del conservadurismo mucho más activos en sus ataques verbales y en sus provocaciones contra un mandatario que no pueden maniatar ni hacer caer en las trampas que le ponen, mucho menos desviarlo de la meta de construir cimientos firmes a la Cuarta Transformación.

En su astucia y larga experiencia política, los priístas se han agazapado porque saben que mientras más sacan la cabeza del agujero, como los avestruces, más riesgos corren de quedarse sin ella. En cambio, los panistas no tienen empacho en vociferar a todas horas, como lo hacen Felipe Calderón y Marko Cortés, en su afán absurdo de convertirse en adalides de la derecha, cuando las clases mayoritarias han decidido confiar en un político surgido de la lucha social, no de la cloaca cenagosa de quienes representan la transa y el fraude.

No es fortuito que sea el Bajío la región geográfica que más destaca en los últimos meses en las cifras de extrema violencia y criminalidad. Que sea Guanajuato el Estado con mayor cifra de homicidios y delitos dolosos, significa que en esa entidad y las aledañas se aposentaron las células más violentas del Crimen Organizado, al contar con el apoyo de gobiernos cómplices.

La polarización que quieren profundizar las corrientes políticas extremistas será el enemigo a vencer este año por el gobierno federal. Para lograrlo, deberá ser más incluyente y democrático; demostrar más firmeza en su lucha contra la corrupción y la impunidad, como lo quiere constatar el pueblo con hechos claros. No dar pasos firmes en esa dirección hará más difícil el cambio que urge implementar para salir del pantano en que nos dejó la tecnocracia neoliberal.

Calderón tiene la encomienda de ser el portavoz de la extrema derecha; ser el “negro de la feria” al que todos le pegan. Fox se escondió ya en su hacienda decimonónica porque sabe que su fracaso es irreversible. Peña Nieto sigue en un autoexilio dorado y la tecnocracia opulenta sabe que su tiempo ya pasó. Es la hora de acabar con la polarización para fundar una nación con futuro.

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