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Opinión

Bolivia y España, advertencias para el futuro

Jorge Canto Alcocer

Aunque parece que ocurrió hace un siglo, en realidad hace menos de cuatro meses, el pasado 26 de octubre, la autoridad electoral de Bolivia dio a conocer el contundente triunfo de Evo Morales en la elección presidencial del país sudamericano. Contundente sí, pero no suficiente… Evo aventajó a su máximo rival de la derecha por 10.5 puntos, apenas medio punto porcentual por encima de lo marcado por la Constitución para evitar una segunda vuelta. Lo demás ya todos lo sabemos: la conjunción de los intereses norteamericanos con un poderoso grupo de ultraderechistas se combinó con la corrupción del Ejército, y Evo, el ganador de la elección, tuvo que tomar apresuradamente y entre terribles peligros un avión que lo trajo a México. Por lo pronto, los ultraderechistas se afanan, por un lado, en golpear lo más posible al Movimiento al Socialismo, el partido dirigido por Evo, y por otro en construir una gran alianza de toda la derecha, con el fin de arrasar en los nuevos comicios, que se efectuarán en mayo. Las encuestas hasta ahora marcan un liderazgo de la izquierda, pero ello está soliviantando más aún los esfuerzos de los complotistas reaccionarios.

Justo el día en el que, bajo amenazas de muerte contra él, sus hijos y sus principales colaboradores, Evo abandonó el poder, en las elecciones generales españolas volvió a triunfar el PSOE, partido socialdemócrata que, tras intensas negociaciones con el izquierdista PODEMOS, ha llegado a la presidencia del gobierno hace unos días. El triunfo es histórico, pues es la primera ocasión en que la izquierda moderada y la radical se unen para cogobernar, en un insólito ejercicio que permitirá a Pablo Iglesias, el líder de PODEMOS, ocupar la vicepresidencia. Es, sin duda, un éxito para las fuerzas progresistas, pero un análisis atento del resultado electoral nos lleva a consideraciones preocupantes. La elección de noviembre procedió en apenas siete meses a la anterior justa comicial, lo que nos permite una radiografía bastante precisa de las tendencias actuales en el país ibérico. Comparando las cifras, nos damos cuenta que el PSOE mantuvo su votación relativa (28%), pero perdió casi un millón de votos, en tanto que PODEMOS perdió dos puntos porcentuales, pasando de 12% a 10%. La derecha, por el contrario, avanzó ampliamente, aumentando el Partido Popular su votación en setecientos mil votos, pasando del 17% al 21%; en tanto que el partido neonazi VOX, que reivindica el machismo y exige la expulsión de migrantes africanos y latinoamericanos, se catapultó hasta la tercera posición entre todos los partidos, ganando UN MILLON DE VOTOS, y pasando del 10 al 15 por ciento de la votación. ¡Un crecimiento del 50% en unos pocos meses! El colapso de la derecha moderada, representada por el partido CIUDADANOS, así como el crecimiento de los movimientos regionalistas, es lo que realmente ha permitido a Pedro Sánchez, líder del PSOE, arribar a la presidencia del país.

En un mundo convulso, demolido por el sufrimiento colectivo y el desgaste de las instituciones tradicionales, la derecha reaccionaria está jugando con mucha habilidad su partido. Si bien Evo ganó las elecciones de octubre en Bolivia, los partidos y candidatos de la oligarquía tuvieron un importante crecimiento, lo que aunado a otros factores impulsó un golpe de Estado cuyas consecuencias finales aún no vemos; si bien el PSOE y PODEMOS al fin construyeron una alianza que les permite gobernar España, la derecha creció vigorosamente, y ha amenazado con establecer un “marcaje personal” al gobierno de Pedro Sánchez, con el afán de llevarlo lo más pronto posible a una moción de censura, algo que podría no ser demasiado complicado, dada la fragilidad del vínculo con los grupos regionalistas que, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, tienen su propia agenda. Para estos movimientos, en cualquier país del mundo, la derecha agita siempre el fantasma del miedo y la inestabilidad.

En México, AMLO ha comenzado este 2020 en caballo de hacienda, y tras el furioso desgaste sufrido por todos los gobernadores, incluidos los de MORENA, emerge como el único político popular en todo el país. La derecha, golpeada dramáticamente con la detención y proceso de Genaro García Luna, su antiguo “as” en materia de seguridad y combate al narcotráfico, apenas balbucea de nuevo su discurso de odio… Pero está ahí, al acecho de la menor oportunidad.

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