Alberto Híjar Serrano
Hace un año, logramos la atención pública estatal a los desaparecidos políticos. El 14 de febrero instalamos una placa en el jardín al frente del edificio de tres pisos y azotea donde estuvo la extinta Dirección Federal de Seguridad. La placa compuesta por nueve mosaicos sostenidos por una estructura metálica, fue destruida esa misma noche con tal saña que sólo quedaron añicos. Las huestes de Miguel Nazar Haro siguen activas fuera de la ley, como siempre, como entonces la Brigada Blanca protegida por la DFS al mando del propio Nazar.
Un mes después recolocamos la placa con la denuncia del centro de tortura y exterminio por donde pasaron once secuestrados fuera de la ley en Monterrey, dos sobrevivientes de Nepantla masacrados el 14 de febrero para llegar a la persecución y desaparición forzada de cinco militantes de las Fuerzas de Liberación Nacional. Quien esto escribe fue identificado por un documento en la casa de Nepantla y sometido al trato usual en el edificio de Circular Morelia 8. Dos capturados en las Cañadas de Chiapas, Elsa Irina Sáenz y Raúl Pérez Gasque, yucateco de origen, fueron traídos a la DFS, registrados con ficha policiaca y al fin, desaparecidos. El EZLN los incluye entre “Los Primeros” por lo que aportan a la instalación del primer campamento guerrillero Emiliano Zapata en la Selva Lacandona.
La ocupación del edificio por una dependencia de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación fue acompañada por una condena pública por el vandalismo destructor de la placa que fue repuesta después con participación de organizaciones y compañeros solidarios. Semanas después acudimos a Nepantla para poner otra placa en la fachada de la casa, colocar las flores blancas llevadas por Antonio Ortiz “El Gritón” que antes pintó un mural en el muro cóncavo del teatro al aire libre de la Circular Morelia y escuchar las explicaciones de la exposición de fotos del archivo de Adela Cedillo, principal investigadora de las FLN. Luego de la comida comunitaria vimos un video traído desde la Casa de Todos y Todas de Monterrey, sobre la asamblea de fundación del Partido Fuerzas de Liberación Nacional y la declaración de guerra al Estado mexicano.
El 10 de junio de 2019, participamos en la conferencia de prensa de AMLO, Martha Alicia Camacho, de Sinaloa, y yo, para explicar la importancia de la memoria histórica incluyente de la llamada guerra sucia a la modernidad mexicana. Excepcional resulta decir esto con el Señor Presidente en la espalda. Al medio día, fue inaugurado el primer sitio histórico sobre la desaparición forzada y la tortura policiaca, con las palabras de la Secretaria de Gobernación, el Subsecretario de Derechos Humanos y la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, con las presentaciones del subdirector del sitio, el periodista de investigación José Reveles.
El primer sitio de la memoria de los desaparecidos y torturados está en la cochera, en el sótano que se conserva casi igual que en 1974. Ahí está una muy buena exposición de la historia de la DFS con cronologías, nombres, acciones, organigramas y procedimientos de tortura e interrogatorio. Fotos y largas listas de los movimientos políticos del siglo pasado, fotos de algunos asesinados en el lugar como el legendario Flaco de la Liga Comunista 23 de Septiembre y de la compañera Tecla, de la misma organización, a quien le asesinaron dos hijos, ilustran al visitante guiado por los jóvenes formados en la investigación de esta historia terrible. Contribuye a esta divulgación la exhibición de documentales como los exhibidos días después: “Oblatos, el vuelo que surcó la noche” con la presencia del legendario Guaymas, Mario Alvaro Cartagena, sobreviviente de la hazaña, quien perdió una pierna luego de su captura posterior al permanecer abandonado hasta sufrir gangrena. Otra tarde fue exhibido “Nepantla, La insurrección de la memoria”, de AMV, comentada por Cristina Híjar frente al sorpresivo asistente llegado desde Monterrey; Fernando Yáñez, último dirigente de las extintas FLN, revividas de modo civil por la Casa de Todos y Todas que habitó el médico Margil Yáñez.
La inauguración contó con no menos de cincuenta ex militantes y los familiares de víctimas y desaparecidos. Las reuniones posteriores suman compañeras y compañeros de Ciudad Juárez, Sinaloa, Jalisco y Veracruz, muestran las fotos de centros de tortura que serán señalizados. En la capital quizá siga señalar lo que queda del edificio en Tlaxcoaque, la plaza donde empieza la avenida 20 de Noviembre que conduce a la Plaza Mayor. Ahí estuvieron las oficinas del inolvidable Negro Durazo y ahí fueron amontonados en el sótano, con el piso cubierto por diez centímetros de agua sucia, los secuestrados en la toma militar de Ciudad Universitaria en 1968. Muchos más fueron torturados ahí.
Habrá que recuperar lo perdido como el nombre de Efraín Calderón Lara, el legendario Charras, al teatro de la Universidad de Yucatán. Fue secuestrado el mismo 14 de febrero de 1974 para ser asesinado días después en la carretera a Chetumal. Se trata del más valioso dirigente sindical que ha trabajado en Yucatán.
No olvidamos, no perdonamos, trabajamos por la memoria de los héroes y mártires y a la par la de los criminales de Estado que siguen reunidos en la Hermandad Tigre donde homenajean en sus borracheras a su Comandante fallecido Miguel Nazar Haro, quien ya jubilado y sin poder continuar el tráfico de autos de lujo en Estados Unidos con la complicidad de Jorge Hank, mantuvo con su hijo un negocio de seguridad privada en el mismo lugar de la DFS con su mismo despacho y sus mismos sicarios, todo como prueba de la continuidad protectora del Estado a los criminales mayores. Cuando al fin, doña Rosario Ibarra de Piedra logró la presentación de Nazar ante un juez por la desaparición forzada de Jesús Piedra Ibarra, el acusado fue hospedado en hotel de lujo en Monterrey donde recibió manjares y vinos europeos con los saludos de connotados empresarios regiomontanos. Al fin, no fue inculpado ni castigado. El truco del indebido proceso es efectivo. Murió invicto.
Ellos mantienen su poder, nosotros la lucha contra el capitalismo que los cobija.