Ivi May DzibApuntes de un escribidor
Los relatos de anticonquista son aquéllos que no están enmarcados explícitamente con un fin colonizador, sin embargo, el discurso es propenso a leerse dentro de ese contexto. El discurso es producido por un colonizador que utiliza estrategias de representación en que se enmarcan (argumentando cierta inocencia) intereses colonizadores.
El colonizador que escribe el discurso, incluso critica la colonización a base del armamento o cualquier tipo de violencia, pero argumenta científicamente la importancia de adherir la cultura ajena a la suya, todo en vías del “desarrollo”.
En los relatos de viaje, el protagonista o viajero llega a una aparente mística de la reciprocidad, esto a partir de un discurso sentimentalista. Mary Louise Pratt distingue entre un discurso sentimentalista y un discurso científico. En el primero, vemos la relación de empatía del viajero con el nativo, cómo el viajero llega a tener una relación estrecha con los habitantes del lugar, como un modo para la supervivencia, por ello su discurso está más enfocado en describir las relaciones sociales de los individuos para con él, y las afecciones y sentimientos que le causa la comunidad.
A diferencia del discurso científico, en el que la descripción se centra en explicar, en forma científica, las cosas que el viajero encuentra a su paso, sin importar las relaciones humanas ni detenerse en ellas.
La mística de la reciprocidad juega un papel importante en los relatos de viaje, puesto que expone las supuestas relaciones de intercambio que existen de una cultura a otra. Hay que recordar que, aunque haya un discurso anticolonial, siempre hay una pretensión de conquista, pero el viajero comprende la situación del otro y, en vez de comparar los hechos con los de su cultura, simplemente expone el hecho desde el punto de vista de los dos. Esto no implica, necesariamente, que el viajero tenga comprendida a plenitud la cultura del otro, sólo que el discurso colonial no se encuentra presente de manera explícita.
La adhesión a otra cultura prácticamente es un tópico, puesto que la reciprocidad sirve para leer las necesidades que puede tener la otra cultura; en la mayoría de las ocasiones, se crean construcciones que ejemplifican una aparente necesidad de una nueva estructura económica que regule el retraso comercial en que vive la cultura que nos dibuja el viajero.
El relato de anticonquista es una de las construcciones más maquiavélicas que pueda existir, ya que el que lo postula aparentemente no está convirtiéndose en conquistador, sino que es un humanista o cientifista el que dice estar hablando. Y como usted sabe, de ésos está lleno este país.