Opinión

De plagas bíblicas

Jorge Lara Rivera

Justo cuando expertos de la UNAM como la epidemióloga Guadalupe Soto, los especialistas Rosario Wong y Benjamín Ruiz Loyola, así como Carlos Arias Ortiz (del Dpto. de Genética del Desarrollo y Fisiología Molecular de su Inst. de Biotecnología) rebaten lo que aseguran el Asesor Internacional de Emergencias en Salud de la OPS/Organización Mundial de la Salud, Jean Mar Gabastou y los responsables del sector José Luis Alomía Zegarra (vocero del gobierno mexicano para el Coronavirus) y Ruy López Ridaura (director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades) en la actual administración federal de que nuestro país “está preparado” para lidiar con la inminente amenaza del coronavirus de ‘la neumonía de Wuhuam’, y mientras la República Popular China vuelve a demostrar su poderío (lo hizo durante el rebrote del Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y organización al levantar en 6 y 8 días, respectivamente 2 enormes hospitales especializados con capacidad de 1 mil camas para los pacientes infectados con el 2019-nCoV, así como poner en cuarentena preventiva a 56 millones de habitantes de 4 ciudades de la provincia de Hubei, y cuando en el mundo aumentan las cifras de contagio, es inevitable remover recuerdos de la experiencia vivida por los mexicanos durante los días de la nueva cepa de influenza AH1N1 derivada de la gripe porcina que dejó alrededor de 100 muertos y contagió a miles, por lo cual algunos recuerdos resultan francamente deleznables dada la abyección que registran y por la inconcebible frivolidad de ese régimen (y que remiten al frío cálculo del gobierno panista para demorar dar la alerta de la inminente entrada del ciclón “Isidoro” a Yucatán relamiéndose con la idea de hincarle el diente a los recursos del FONDEN).

No muchas personas saben que el manejo gubernamental del calderonato en la crisis sanitaria suspendiendo generalizadamente actividades en escuelas y lugares públicos –algo que se consideró un acierto de esa administración panista– fue en realidad bajo presión de los norteamericanos y siguió al ocultamiento que ese régimen hizo de las decenas de fallecimientos y casos de contagio de cientos de connacionales en las semanas previas a las visitas de Nicolás Sarkozsy y de Barack Obama a nuestro país. Fidel Castro, por lo común bien informado, hizo público en mayo de 2009 esta increíble irresponsabilidad, tras una nueva suspensión de la visita del mandatario mexicano a la isla del alegre Sol bajo pretexto de la cancelación de vuelos desde México a Cuba, medida que similarmente tomaron Argentina, Perú, Ecuador, Singapur y China incluido Hong Kong ante el riesgo de propagación de la epidemia. Resultó que un brote en el estado de Veracruz se mantuvo en secreto a pesar de las primeras víctimas fatales y la propagación exponencial de la nueva influenza. La muerte por esa enfermedad (23 de abril de 2009) del arqueólogo Felipe Solís Olguín, director del Museo Nacional de Antropología e Historia de México, quien había sido anfitrión del presidente norteamericano Barack Obama (en abril 16) en la cena que le ofreció el gobierno calderonista vino a agravar la situación e hizo enfurecer a funcionarios del gobierno estadounidense. Está visto, en momentos tan cruciales como aquél y el actual es mejor contar con la información suficiente y útil para evitar el pánico y la debilidad del esfuerzo social coordinado.