Opinión

Contra las mujeres y los deberes

Humberto Musacchio

En México, lo ocurrido domingo y lunes representa el más importante éxito de la lucha feminista en toda su historia. Nunca había desfilado tal cantidad de manifestantes para apoyar esa causa, nunca tantas mujeres habían salido a las calles para expresar su exigencia de seguridad, respeto e igualdad; nunca tantas habían permanecido en su casa para hacer visible su invisibilidad.

Lamentablemente, el impresionante despliegue del domingo y la organizada soledad de las calles del lunes no bastaron para detener a los asesinos de mujeres. Pese a todo, el movimiento feminista se halla en la ruta correcta, en la inteligencia de que ninguna autoridad hará nada que las ciudadanas y los ciudadanos no seamos capaces de exigirle.

El éxito de las mexicanas se magnifica porque tuvieron y tienen en contra a quien encabeza el Gobierno de la República, quien una y otra vez pretendió descalificar la movilización, intentó minimizar la exigencia de seguridad y justicia para niñas y adultas e introdujo medidas de distracción para quitarle los reflectores a las mujeres, como la rifa y otras ocurrencias que se le cobrarán en los índices de popularidad y, lo más importante, en las urnas, tanto en las elecciones estatales como en la federal del año próximo, en la que Morena muy probablemente perderá su mayoría aplastante, y nunca estuvo mejor empleado el adjetivo.

La máxima autoridad federal no ha perdido ocasión de mostrar su desprecio por la causa de las mujeres. El mismo lunes advirtió que no habrá Fiscalía Especializada en Feminicidios, lo que ratificó el profundo desdén hacia las demandas del feminismo.

Por otra parte, es cada vez más obvia una interesada benevolencia hacia las bandas de las embozadas (circula en redes sociales la foto de un grupo de estas delincuentes en las escaleras del PRI, adonde, según la leyenda que acompaña la gráfica, habrían acudido a cobrar por su “trabajo”). Lo cierto es que esas pandillas cuentan con la bendición oficial –¿para desprestigiar la causa feminista?– y que pueden destruir monumentos, incendiar propiedad pública y privada, agredir a las propias manifestantes que condenan su barbarie y cometer delitos que las autoridades están obligadas por ley a perseguir y castigar, aunque les tiemble la mano.

Nada de eso hemos visto. Por el contrario: ante una multitud de espectadores se pudo observar cómo las pandilleras lanzaban bombas molotov, piedras, palos y fuego sobre las mujeres policías destacadas para cuidar la manifestación. A Lucero Velasco San Juan, oficial segunda, una de las delincuentes le roció la cara con una sustancia que le quemó la mejilla y le dejará huella permanente. De nada sirvió que Sonia Magallanes y otras uniformadas recordaran a sus atacantes que ellas también eran mujeres y trabajadoras, que tenían un hogar que sostener e hijos que las esperaban.

El martes 10, a toro pasado, publicaron un documento las mujeres de Morena (secretarias de Estado, senadoras, diputadas, funcionarias del gobierno de la Ciudad de México y militantes de esa especie de partido). El desplegado es una mezcla de lugares comunes, de medias verdades y mentiras completas. Dicen, por ejemplo: “Miles de mujeres hemos salido nuevamente a las calles de México”, cuando lo cierto es que el 8 nadie vio desfilar a la mayoría de las firmantes y que tampoco acataron el 9 la ausencia de los centros de trabajo. Por otra parte, haciéndose eco de su líder, insistieron en descalificar la participación de “la derecha oportunista”, como si alguna corriente política tuviera derechos de exclusividad sobre los movimientos sociales.

Con cierta desfachatez, dicen las firmantes que la derecha “ha buscado invisibilizar la participación de muchas de nosotras en la construcción colectiva de la Cuarta Transformación, reduciéndola a la voz y acciones de un solo hombre”. ¿Y no es así? ¿Acaso no acataron las funcionarias y lideresas morenistas la línea tirada por Ya Saben Quién? ¿Alguna de ellas levantó la voz para pintar su raya frente a las descalificaciones del Gran Timonel?

Morena y su líder les fallaron a las mujeres. Tan increíble falta de sensibilidad que raya en la traición tiene un costo. Las y los votantes habrán de cobrarla muy cara.