Guillermo Fabela QuiñonesApuntes
La situación real del país, definida por una imparable violencia, sobre todo contra mujeres; clara estrategia mediática de la derecha orientada a desinformar a la ciudadanía; cierre de filas de los conservadores contra el gobierno del presidente López Obrador, revela la firme voluntad de éstos por hacer fracasar la Cuarta Transformación en el menor tiempo posible, sabedores que de no hacerlo ahora su plan golpista podría fracasar, porque después de trece meses en el Palacio Nacional, el pueblo sigue confiando en que los cambios prometidos son la única vía para que México deje atrás la secuela de horrores heredada del neoliberalismo.
Por si no bastara, la falta de respuesta lógica del gobierno federal a los constantes ataques de los conservadores, está favoreciendo un clima adverso a los objetivos trazados en el proyecto de nación socialdemócrata que está impulsando la 4T, con mucha cautela y prudencia, táctica que es aprovechada hábilmente por los cancerberos del conservadurismo, tanto en los medios de comunicación como en el Congreso y organizaciones sociales afines. Al actuar así, el propio régimen de la 4T se pone grilletes que dificultan sus de por sí difíciles avances, particularmente los de carácter político.
Los sucesos del lunes 9 son demostrativos de que la reacción se siente impune para proceder conforme a su conocida beligerancia. Está envalentonada por la falta de respuesta del régimen a sus andanadas provocadoras, que no sólo buscan la desestabilización del gobierno federal sino colocarlo contra la pared con la espada reaccionaria a milímetros del cuello. El empeño del primer mandatario en no cambiar su estrategia pacifista, no la entiende el pueblo porque no tiene la educación para discernir los motivos éticos que lo hacen obrar así.
No es que sea negativa su actitud, pero sí contraproducente si paralelamente no se actúa, con la firmeza y presteza requeridas, para que la derecha lo piense dos veces antes de actuar como lo está haciendo con el fin de hacer fracasar los cambios progresistas que se esperan de la 4T. Lo ocurrido el Día de la Mujer, particularmente en la Ciudad de México, fue una provocación orquestada para poner en jaque al régimen. Se quería obligarlo a reprimir a las provocadoras, y si no caía en la trampa, hacerlo ver como un Presidente blandengue.
Lo sensato y conducente en las actuales circunstancias, además de apuntalar la convicción de que la estrategia basada en corregir las causas de la descomposición social es correcta, es patentizar que no se permitirá a los conservadores que actúen contra el Estado. No se trata de usar indiscriminadamente el uso de la fuerza que tiene un gobierno legítimo, sino de utilizar su aparato de Inteligencia y sus propios medios de comunicación con eficacia. En la jornada del lunes 9, las provocadoras actuaron con un cinismo y una impunidad rayana en la soberbia.
Hoy se tienen elementos de sobra para contar con las pruebas que permitan proceder penalmente contra los cabecillas de la escalada de violencia; sería un gravísimo error mostrar una prudencia que se confundiría con debilidad. Valga decir que equivaldría a “poner la otra mejilla” al adversario para que nos siga golpeando con saña. Es preciso distinguir entre lo que significa atacar las causas estructurales de la descomposición social, y otra muy diferente no utilizar de manera razonable y prioritaria las armas de la Inteligencia con que cuenta el régimen.
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