Opinión

Nemesio Oseguera, 'El Chapo” de la 4T

Ricardo Ravelo

Empezó su carrera criminal allá por los años ochenta en su natal Michoacán. Sólo estudió la primaria y rehusó seguir en la escuela para incorporarse, tiempo después, en las filas de la policía, su mejor escuela para estrenarse en el mundo del hampa. Así empezó su carrera criminal Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, el capo más buscado por la DEA, a quien ahora se compara con Joaquín “El Chapo” Guzmán. Sin embargo, el capo goza de impunidad en México. Es otro de los intocables por el Gobierno de la Cuarta Transformación.

Un día “El Mencho” decidió probar suerte en Estados Unidos y se fue de mojado. Ya en territorio estadounidense se enganchó en la venta de drogas. Vendía coca y marihuana, lo que estaba de moda. Así sorteaba sus necesidades hasta que fue apresado por venta de estupefacientes.

Después de compurgar una pena no mayor a los cinco años recobró su libertad y fue deportado a México, donde siguió con sus andanzas. Ya pintaba para ser un capo. Como atraído por el olor a sangre, Nemesio se acercó con unos parientes que eran gatilleros de los hermanos Valencia Cornelio, aquellos que encabezaban el famoso cartel de los hermanos Valencia en Michoacán, tan violentos como temibles. Ahí le dieron chamba de sicario. Empuñar un cuerno de chivo y disparar fue para él como un juego, diestro en el oficio de matar.

Pronto le encomendaron unos trabajitos: secuestrar, matar, descuartizar cuerpos, la saña sin límites. No pasó mucho tiempo y decidió independizarse. Reinició su negocio con la distribución de marihuana, cocaína, heroína y drogas sintéticas. Éstas últimas lo catapultaron como el más poderoso capo de las sustancias químicas.

Nemesio Oseguera no habría podido despegar en el negocio del narcotráfico sin el apoyo de sus cuñados Abigael González Valencia, “El Cuinis”, jefe del cartel del mismo nombre, y su hermano Arnulfo; ambos son hermanos de Rosalinda González, esposa de “El Mencho”, quienes construyeron una de las organizaciones más importantes de tráfico de drogas hacia Estados Unidos que durante muchos años pasó desapercibida para las autoridades mexicanas y estadounidense. En realidad, estos personajes le abrieron muchas puertas a Oseguera y, hasta hoy, las sigue capitalizando.

Movían toneladas de drogas, cocaína, marihuana y drogas sintéticas, a través de buques, barcos atuneros y se asegura que utilizaban hasta submarinos, toda una red sofisticada de transporte para hacer llegar la droga a Estados Unidos donde, con el apoyo de sus distribuidores, todo un ejército disponible para cumplir tal fin.

Nemesio Oseguera se quedó solo en el 2015: sus cuñados fueron detenidos en Jalisco. Para entonces, el Cartel de Jalisco Nueva Generación todavía era una especie de sucursal del Cartel de Sinaloa. Fue Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada quienes dieron su anuencia para construir este cartel y también el de La Resistencia –ambos brazos armados de Sinaloa– para contrarrestar los embates de Los Zetas en Jalisco. “La resistencia” devino en una banda que generó más complicaciones que aciertos; sin embargo, el Cartel de Jalisco comenzó una larga etapa de expansión hasta que terminó por separarse de Sinaloa.

Así, de ser un policía michoacano y vendedor de droga a granel en Estados Unidos, Nemesio Oseguera Cervantes pasó a ser el hombre más buscado por la DEA dentro y fuera de Estados Unidos.

De acuerdo con el mapa criminal mexicano, en el territorio nacional operan catorce carteles, el de Jalisco ocupa el segundo lugar en poderío y expansión, después de Sinaloa, la más boyante organización criminal que actualmente opera en todo el país y en unas cien naciones más.

En territorio mexicano, “El Mencho” ha dado cuenta de su gran poder y de su sadismo. Nadie olvida, por ejemplo, cuando en un enfrentamiento con el Ejército en Jalisco sus hombres derribaron un helicóptero militar con un bazucazo; en ese enfrentamiento salió a relucir no sólo el arrojo de “El Mencho”, sino su gran capacidad de fuego. Dos ejércitos intercambiaron la metralla y se puede afirmar que “El Mencho” pudo más.

El sadismo, su sello, quedó más que claro cuando ordenó el secuestro de dos agentes ministeriales –Octavio Martínez Quiroz y Alfonso Hernández Villalpando– ocurrido en el 2018 en los límites de Jalisco y Nayarit. Presuntamente, los policías seguían las huellas a “El Mencho” y éste se enteró por medio de las centenas de ojos y oídos que tiene diseminados en esa zona.

Los agentes fueron llevados a una casa de seguridad donde la tortura fue inminente. Los interrogaron a punta de golpes. Los grabaron mientras la metralla de cuestionamientos se atiborraba en sus mentes. Los policías dijeron que habían sido enviados por la PGR para realizar una investigación sobre el jefe del cartel de Jalisco y su grupo. “El Mencho” respondió, furibundo, y retó a las autoridades gubernamentales: dijo que si querían guerra, guerra tendrían. Dos días después, los agentes ministeriales fueron asesinados, el descuartizamiento de sus cuerpos no se hizo esperar.

Otro caso: A finales del 2019, un ejército armado hasta los dientes irrumpió en Michoacán para ocupar el territorio y asesinar a Juan José Farías Álvarez, “El Abuelo”, cabeza de las autodefensas de Tepalcatepec.

“El Mencho” acusó de traición al “Abuelo” Farías al negarse a participar con él en el Cartel de Jalisco. Farías, por su parte, fue perseguido por las autoridades, acusado de encabezar un cartel en Michoacán. Lo apresaron dos veces y lo liberaron por falta de pruebas. Ahora vive refugiado en Michoacán. “El Abuelo” conoce como nadie a Nemesio Oseguera: dijo que le gustan los gallos e ir a los palenques. Por eso en Aguililla y otros municipios de Michoacán al “Mencho” le llaman “El Gallero” o “El Señor de los Gallos”.

Pero Oseguera Cervantes, aguijoneado por el rencor y la sed de venganza, invadió Michoacán: hubo varios enfrentamientos, asesinatos y desaparecidos. En algunas zonas los cuerpos de varias personas aparecieron colgadas de los postes de luz y de los árboles, el terror paralizó a los pueblos por completo.

EU: El golpe espectacular

Mientras en México el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador mantiene su política anticrimen “de atender las causas y evitar la violencia” –lo que huele a una abierta complicidad entre el Gobierno y el crimen organizado–, en Estados Unidos se echó a andar la Operación Pitón, una acción encubierta que se aplicó en varios Estados de manera simultánea para desmantelar la red operativa del Cartel de Jalisco.

La operación se puso en marcha en septiembre del 2019 y esta semana dio sus primeros frutos: 750 personas fueron aprehendidas, se decomisaron 20 millones de dólares y 20 mil kilos de sustancias, entre drogas químicas y precursores para elaborarlas.

El Departamento del Tesoro, a su vez, dio a conocer los nombres de las empresas que operan en México y que lavan dinero para el Cartel de Jalisco: Corporativo Sushi Provi, S.A. de R.L., con sede en Guadalajara; GBJ de Colima, International Investment Holdings, S.A. de C.V. y Moster Reposterías y Restaurantes, S.A. de C.V., afincada en Zapopan, Jalisco.

De acuerdo con la radiografía de la DEA, el Cartel de Jalisco maneja en México grandes laboratorios para elaborar drogas de diseño –en este negocio son pioneros y los más fuertes del continente latinoamericano– y los precursores químicos son importados de China y Alemania.

Muchos operadores de Nemesio Oseguera han sido asesinados y/o detenidos, pero él es un fantasma: en más de dos décadas de operar el negocio del narcotráfico sólo una fotografía de él se conoce y es la misma que siempre se publica cuando los medios de información se ocupan de su historia. Esto indica que el capo es un personaje discreto que no se deja ver, de ahí la dificultad para capturarlo.

Su círculo familiar sí ha sido sacudido: su esposa Rosalinda González fue detenida hace algunos meses, pero las autoridades extrañamente la liberaron; las autoridades mexicanas detuvieron a sus dos hijos –Rubén y Jessica Oseguera González, “El Menchito”– y fueron extraditados a Estados Unidos, donde están siendo procesados por lavado de activos y narcotráfico en varias modalidades.

Las investigaciones de la DEA se centran, por ahora, en la estructura operativa afincada en Estados Unidos, pero se asegura que los alcances de la misma requerirán de la cooperación del Gobierno de México, cuya política criminal ha sido un fracaso con todo y la Guardia Nacional: los niveles de violencia no disminuyen –a pesar de que dice el Presidente que se están atacando las causas– y los catorce carteles que operan en el país siguen intocados.

La DEA podría enfocar sus siguientes golpes en la estructura financiera y en la red de protección política de México, pues nadie considera que la expansión del Cartel de Jalisco se haya dado sin protección institucional. Y mientras López Obrador sigue pensando que los grupos conservadores lo quieren tumbar del poder, el crimen organizado sigue avanzando sin freno.

Esta política fallida del Presidente López Obrador ya preocupa al Gobierno de Estados Unidos, pues en Washington se considera que México debe y puede dar más en el combate criminal. Para los norteamericanos no tiene ningún sentido aquello de “abrazos y no balazos”, una verdadera vacilada frente al desastre nacional que se vive debido al crimen organizado.

En México, como ya se dijo, operan catorce carteles y a continuación se enumeran: Sinaloa, Tijuana, Cartel de Jalisco, Zetas, Golfo, Los Rojos, Los Ardillos, Guerreros Unidos, Juárez, Beltrán Leyva, Unión Tepito, Caballeros Templarios, La Familia Michoacana y Familia Díaz Parada.

Con la ocurrencia presidencial de atacar las causas del crimen y la irresponsable postura de “abrazos y no balazos”, en lo que va del actual Gobierno ningún cartel ha sido desmantelado, pues no existe una política criminal clara y definida.

El golpe espectacular al Cartel de Jalisco en Estados Unidos, producto de una investigación encubierta, es un ejemplo de lo que debe hacerse en México. Por desgracia, nada se concreta en materia anticrimen: se denunció el problema del Huachicol, pero no se integró un maxiproceso para proceder a enjuiciar la corrupción de funcionarios públicos como de los grupos criminales ligados a este negocio.

En resumen, el Presidente señala, acusa y cuestiona que su antecesor, Enrique Peña Nieto, le entregó un país maltrecho y plagado de corrupción, pero es incapaz de integrar una carpeta para llevarlo a juicio.

Esto aquí y en China se llama complicidad y/o pacto de impunidad.

(SIN EMBARGO.MX)