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Opinión

Cristóbal León Campos*

Vivimos tiempos excepcionales, la pandemia del coronavirus nos ha llegado como un golpe de conciencia que advierte y amenaza a la vez, el reto para la humanidad consiste en reconocer de manera crítica todas aquellas acciones que nos han conducido a la situación que ahora vivimos; un confinamiento global en la era de mayor comunicación posible debido a los avances de la tecnología, es decir, una completa ironía, pues cuando más fácil nos resulta o resultaría poder entablar diálogos con personas que habitan en los confines más distantes según la geografía de cada quien, es precisamente el momento en el cual no podemos o no debemos, por salud, mantener contacto físico con nuestros seres queridos, amigos, familiares, compañeros de trabajo y demás seres humanos que son parte de la cotidianidad, estamos recluidos en el contorno de un sistema que nos apresa por su propia naturaleza.

La crisis de humanidad que afrontamos desde tiempo atrás, ahora tiene, con la aparición de nuevas pandemias (recuérdese a la influenza), un gran reto en pleno siglo XXI, época que, dicho de paso, fue ideada y soñada como aquella en que la humanidad habría superado muchos de los lastres que aún continuamos sufriendo, en la literatura como en textos científicos hay testimonios de lo anterior, visiones futuristas alcanzaron a señalar el desarrollo tecnológico, pero también supusieron el malestar de nuestros pueblos por acciones equívocas o contrarias para el bienestar, hoy vivimos como espejo algunas de esas advertencias que no escuchamos, lo sorprendente que resultan muchos de los inventos más novedosos de la ciencia y la tecnología quedan inservibles ante la mutación de un virus, mutación que además en muchos casos, como registra la historia, se da por acciones manipuladoras de seres humanos, la ponderación de lo que sea llamado “progreso” y equiparado con bienestar, fracasó innegablemente, pero hasta la fecha, gobiernos y políticas capitalistas empeñan la terquedad buscando que la ecuación fusione. La realidad es que llevado a la humanidad al borde de sí misma por la depredación de la naturaleza, la desarticulación de la seguridad social (salud, trabajo, hogar) y por el deseo de acumulación que conduce la avaricia inscrita en el ADN del propio sistema. La pandemia mayor es la vorágine capitalista desde hace siglos.

Revertir el daño que se ha causado al medio ambiente y a la humanidad en general, no consiste únicamente en seguir al pie de la letra las indicaciones que ahora asumimos y acatamos por salud social para el combate de la pandemia del coronavirus, requerimos replantear desde la raíz la forma de relacionarnos como seres humanos y con nuestro entorno natural, hacerlo desde la profundidad de las entrañas del propio sistema que nos rige, dicho de otra manera, hay que desgranar cada uno de los elementos sistémicos que nos han llevado a esta situación, cuestionarlo todo para poder ir rearmando el rompecabezas social desde una estructura basada en una lógica diametralmente opuesta al capitalismo que ahora nos oprime y nos enclaustra, estos tiempos por demás complejos, en los que se nos exilia entre las paredes desquebrajadas del propio mundo en que vivimos, deben servirnos para poner en marcha la conciencia como herramienta emancipadora, como crítica de la razón y la sinrazón que enfrentamos, la crisis humanitaria pone en peligro la existencia de nuestra especie y a las demás especies, al planeta mismo, nuestro llamado hogar al cual nos encontramos confinados sin escapatoria, siendo esto una verdad; ¿entonces por qué nos empeñamos en destruir nuestro entorno e incrementar el daño social-económico que pesa sobre millones de seres humanos?

La vida se ha pretendido volver una mercancía, se le fijan valores de cambio y de uso despojándola de su esencia original, una esencia que no es cuantificable en términos mercantiles, pero que el sistema comercializa al instante en que se le condona su continuidad mediante el consumo de otras mercancías, haciendo con intención declarada, una ecuación deshumanizante que amenaza la existencia misma del ser humano. Hagamos de estos tiempos de confinamiento tiempos reflexivos que nos permitan volver al sueño original de un mundo mejor, trabajando la solidaridad, reformulando el gran proyecto liberador del socialismo, extendiendo la conciencia y el estudio de las condiciones objetivas y subjetivas a las que nos enfrentamos y nos enfrentaremos pasada la contingencia. Estos tiempos son para hacer conciencia.

*Integrante del Colectivo Disyuntivas

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