Opinión

Otra conferencia de las 7

Catalina Pérez Correa

Todas las noches, los funcionarios federales de salud presentan el Informe sobre el Coronavirus en México. La conferencia se lleva a cabo ante algunos periodistas que acuden al Palacio Nacional a hacer preguntas y se transmite en vivo por redes sociales. “Buenas noches, son las 19:00 horas, del domingo 26 de abril del 2020, estamos en la Ciudad de México en el Palacio Nacional, vamos a iniciar la conferencia diaria sobre la situación de la pandemia del Covid, la enfermedad causada por el nuevo Coronavirus SARS-COV2”, dice el subsecretario López-Gatell antes de proyectar los primeros datos. En la conferencia de las 7 se presentan cifras sobre el avance de la epidemia a nivel mundial y nacional. Se exponen datos sobre casos confirmados, defunciones, tasas por Estado, número de personas hospitalizadas y entubadas, comorbilidades, capacidad hospitalaria, etc. Algunas veces se tratan temas específicos como salud mental, adicciones, discriminación o género, en su relación con la enfermedad. Se explican las medidas que la población debe tomar, la forma en que se construyen datos, se da respuesta a algunos cuestionamientos o se justifican tomas de decisiones. Sin duda hay información que falta y se pueden hacer críticas metodológicas sobre el uso de la información, pero se trata de un ejercicio de comunicación extraordinario en nuestro país. Además de implicar un diálogo con la población, sirve para educarnos sobre el tema, para construir confianza hacia la autoridad y legitimidad.

Al escribir este artículo se habían confirmado 14,667 casos positivos en México y 1,351 defunciones. Estas cifras irán aumentando, como ha explicado insistentemente el subsecretario. En otros países, el avance de la epidemia ha significado la saturación de los servicios de salud y la muerte de miles de personas. Un escenario similar es previsible en México. Pero aún una epidemia de la magnitud del Covid-19 palidece frente al drama de los homicidios en nuestro país. Entre el 2006 y el 2017 se registraron más de un cuarto de millón de víctimas de homicidio en México. El año pasado (2019), primer año de gobierno de López Obrador, murieron 35,588 personas por esta causa (34, 582 fueron homicidios dolosos). El mes pasado, se registró un promedio de 83 muertes por homicidio al día.

La violencia homicida ha cambiado por completo la dinámica social en México, hemos sacrificado derechos y libertades. La dimensión de este fenómeno es tal, que algunos investigadores lo estudian como una epidemia. Sin embargo, nunca hemos visto una respuesta similar a la que hay frente al Covid. Aclaro, no creo que debe prestarse menos atención al Covid, pero pregunto: ¿por qué no respondemos al fenómeno de los homicidios de forma análoga? Al final, son vidas las que están en juego. ¿Qué hace tan distinta nuestra reacción –y la de las autoridades– frente a una causa de muerte y otra? ¿Por qué no hay una conferencia diaria sobre el fenómeno de la violencia homicida, en la que se hable de la lamentable pérdida de vidas? En ese ejercicio habría expertos explicando las cifras de homicidios, los lugares donde existen más casos, las características de las víctimas, las estrategias del gobierno para hacer frente al fenómeno, su relación con la salud mental o con las drogas. Nos hablarían de cómo afecta la violencia a ciertas poblaciones, como a las mujeres, a las personas mayores o a los niños. Algo así permitiría a las personas informarse, adoptar estrategias comunitarias de prevención, comunicarse con la autoridad, construir confianza y legitimidad.

La epidemia del Covid ha traído a la luz aspectos sociales positivos y negativos, tales como la solidaridad social, las profundas desigualdades (económicas y de género) o las carencias del Sector Salud. También ha evidenciado cómo hemos normalizado la violencia y la muerte. Esta crisis debe servir para que cada vida cobre valor, corregir las desigualdades y adoptar mejores formas de comunicación entre autoridades y ciudadanía.

Twitter: @cataperezcorrea