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Opinión

El dinero mafioso

Por Ernesto Hernández Norzagaray

Francesco Lo Voi, Procurador Antimafia de Palermo (capital de Sicilia), recientemente alertó sobre los riesgos mafiosos que conlleva la pandemia del Covid-19. Y es que este importante funcionario del Poder Judicial italiano reconoce que toda crisis económica se reduce inevitablemente a pérdidas para muchos y ganancias para pocos; fracaso de unos frente a la oportunidad para otros; caída, pero también capacidad de una sociedad para levantarse con lo que tiene a su alcance, sea porque está dotada de instituciones sólidas o porque simplemente éstas están porosas. Blindadas o fácilmente permeables por aquellos actores que operan bajo la sombra del crimen organizado.

Para Lo Voi, la falta de circulante es una oportunidad para activar capitales dormidos sea por la vía de los préstamos a empresarios quebrados o mediante inversiones en el sector privado e incluso en el paraestatal a través de testaferros en la compra de acciones.

Recuerda para ello una conversación entre dos capos interceptada luego de la caída del Muro de Berlín. Un mafioso siciliano le decía al otro que estaba presenciando la quiebra del muro que inspiró a Pink Floyd con The Wall: “Haz una cosa, anda al Este de Berlín y compra”. Y el otro le pregunta: ¿Qué debo comprar? Y el siciliano respondería: Compra todo lo que encuentres. Todo lo que esté en venta: restaurantes, departamentos, edificios, negocios, hoteles”.

“Esta referencia histórica es completamente actual –subrayó Lo Voi– porque demuestra que las mafias están siempre listas para intervenir en momentos convenientes para sus negocios, por ejemplo, los creados por una crisis económica. Para ellos significa sobre todo procurarse oportunidades para reciclar, es decir lavar, el dinero sucio que poseen”. Y sentencia el Procurador Antimafia: “El riesgo de infiltraciones en la economía legal es muy alto. Si se ha comprobado que ha sucedido en tiempos de paz, con más razón se verificará en tiempos de guerra”.

En el mundo se habla ya de que millones de empresas de todos tamaños tendrán problemas para sobrevivir a la pandemia. Es más, muchas de ellas, literalmente ya “tronaron” por la falta de ingresos frescos durante estas semanas. Entonces, está a la vista un mercado inmenso para las organizaciones criminales que selectivamente pudieran intervenir para lavar sus pasivos monetarios. Y, claro, con menor riesgo drenar una mayor cantidad de recursos en aquellas empresas que ya se encuentran perfectamente lavadas. Esto podría ser una competencia desleal en la lógica del capital –si es que la tiene en estos tiempos– porque es dinero que, además de no venir por los canales convencionales, tienen en sus manos los instrumentos persuasivos de la violencia directa.

La cuestión está en que habrá países con mecanismos de control de los flujos del “dinero sucio” en los circuitos productivos, pero muchos otros no, que podrían ser incluso laxos por la necesidad de la inversión para la generación de empleos e impuestos.

Quizá la propia emergencia pandémica urja las inversiones como ocurre en México, sin que haya una respuesta a la altura de la necesidad. Y eso en una economía permeable podría flexibilizar los mecanismos para que fluya el dinero y se reactive la economía con sus empleos. Es una hipótesis, no sólo para México, sino para cualquier otro país cuando llegue el momento de hacer el recuento de daños, y las respuestas ya las veremos.

Lo cierto es que desde antes que concluya la cuarentena se está viendo la contracción de la inversión y peor se agudiza con la caída de los precios internacionales del petróleo. Y aunque se mantengan las inversiones estatales en los grandes proyectos de este sexenio que habrán de provocar economías de escala en las regiones beneficiadas, éstas podrían ser insuficientes en el mediano y largo plazos.

Más, cuando además del combate contra la pandemia hay actores económicos y políticos que están irresponsablemente en un juego de suma cero en un momento que reclama unos mínimos de interlocución y unidad nacional.

Cuando termine el ciclo pandémico tendremos un país con severos daños en la estructura económica y el empleo, problemas serios de liquidez, sea por la quiebra de miles de empresas o simplemente porque las políticas del gobierno no se ajustan a las expectativas individuales o de grupo, y será un momento de oportunidades para quien se mueve en la lógica de “a río revuelto ganancia para pescadores”.

Este Gobierno necesita dinero fresco para la reactivación económica y existe el riesgo de que pasado el ciclo pandémico, los empresarios con ligas financieras en el crimen organizado busquen llenar ese vacío. Se podrá decir que esto cae en el terreno de la especulación, pero no tanto, cuando hay evidencia de que mucho dinero se ha lavado en la economía formal.

¿O cómo explicar desarrollos regionales donde hasta antes de ellos se tenían niveles de participación en el PIB más bien bajos? Centros turísticos con crecimiento exponencial, ciudades con desarrollos inmobiliarios impresionantes, un sistema bancario muy dinámico y la multiplicación de empresas para el consumo de alta gama. Su explicación en muchos de ellos está más allá de un simple y llano intercambio de dinero.

Entonces, volviendo al fiscal Lo Voi, hay una amenaza real al Estado sobre todo en un país donde está demostrado que los carteles de la droga llegan a tener control sobre regiones enteras y se han constituido en un poder paralelo, capaz de persuadir por distintos medios al gobierno más renuente. De ahí la importancia de la estrategia de recuperación económica del Gobierno Federal y de los Estados, porque en economía como en política, los vacíos se llenan.

Poner en el centro de la estrategia a las pequeñas empresas –con esos más de 2 millones de microcréditos– son indispensables para cualquier negocio familiar. Aunque para muchos sólo servirá para lidiar unos días con el gasto de la casa. Sin embargo, el tema está en las medianas y grandes empresas que para sobrevivir necesitan mucho más que microcréditos. Es necesario facilitarles la sobrevivencia con prórrogas fiscales y créditos. Y no me refiero a los 15 empresarios multimillonarios con grandes adeudos con el SAT, sino al resto que no son tan ricos, ni tienen adeudos más allá de los de cualquiera empresa.

Y esas empresas, en una situación de virtual quiebra, podrían se capturadas por el dinero del crimen organizado. Y eso abonaría, sin duda, a extenderse hacia una mayor economía paralela, con fuertes flujos de capital que nos recuerda aquella fanfarronada de Rafael Caro Quintero de que si lo dejaban trabajar, él “pagaba la deuda externa del país”. Y esa amenaza es la que alerta del fiscal Lo Voi. No hay que echarlo en saco roto.

Al tiempo.

(SIN EMBARGO)

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