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Opinión

¿Solución condenarnos a pobreza franciscana?

Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

El panorama para el futuro inmediato no podía ser más sombrío, no sólo por la amenaza del rebrote de la pandemia ante la liberación de las medidas de prevención, sino por las consecuencias derivadas del estancamiento y retroceso de la economía. Según el presidente López Obrador, “vamos a una pobreza franciscana”. Sin embargo, sólo el pueblo es el sacrificado, cuando tenía la esperanza de salir de tal situación en la que han vivido desde siempre las clases mayoritarias.

Con más sacrificios para el pueblo jamás se habrá de superar una realidad dantesca como la que se presentó este año, la cual se puede agravar porque el FMI y el BM no ceden un ápice a sus políticas de usura jamás conocidas en la historia de la humanidad. Las mantendrá aunque no haya a quién cobrar intereses continuamente al alza, la quiebra azotará regiones enteras, como es el caso de América Latina. Y en vez de aprovechar la coyuntura para unirse todos en la decisión de no pagar mientras dure la pandemia, se sigue temiendo lo que de cualquier modo habría de suceder.

La moratoria inaplazable es una cuestión de vida o muerte, sólo así será factible salir adelante de esta crisis apocalíptica. En Occidente sigue vivo el imperativo de la máxima ganancia para los monopolios que han acumulado la riqueza social en su exclusivo beneficio, de lo cual México es un ejemplo que en este momento es determinante para que los centros de poder presionen como lo están haciendo a fin de que lo siga siendo y no se salga del carril neoliberal. Los tecnócratas dejaron una deuda impagable de 11 billones de pesos.

Esta situación obliga al presidente López Obrador a caminar por la cuerda floja colocada en medio de un profundo abismo, cada paso que da representa un riesgo de perder el equilibrio. Lo que cuida sobre todo es que los organismos financieros globales estén satisfechos, de ahí el imperativo de seguir pasando al pueblo la factura de los costos de enfrentar la pandemia. Continuar por esta ruta es suicida, nada se va a solucionar pues con cataplasmas no se va a calmar el hambre, por más “franciscano” que sea el pueblo.

La Secretaría de Hacienda anunció el jueves que habrá un nuevo recorte de 12 por ciento a las entidades federativas por concepto de participaciones a estados y municipios. Se reducirán de 759 mil 383 millones de pesos a 670 mil 383 millones, una caída de 11.7 por ciento. El daño a los “franciscanos” será inmediato, no sólo se detendrán inversiones para obras y programas esenciales en esta hora aciaga, sino que se frenará un desarrollo que se vio afectado por la emergencia sanitaria.

En días pasados, la Cepal informó que la pandemia en Latinoamérica dejará 83 millones 400 mil personas en pobreza extrema. Nuestro país será el más afectado al perder 6.3 puntos del PIB por evasión fiscal, lo que contribuirá a que la contracción del Producto Interno Bruto se pronostique en -6.5 puntos este año. Y los programas sociales no son la panacea, pues apenas llegan a 18 millones de personas cuando deberían cubrir 40 millones más y los que se acumulen.

Mientras tanto, la Asociación Mexicana de Bancos (AMB), en el primer trimestre de este año angustiante reportó ganancias por 46 mil millones de pesos, según la Condusef, un incremento de 3 mil 71 millones en relación con el mismo período del año pasado. Lo que parece claro es que el COVID-19 nos acercará más a un callejón cuya única salida será gobernar realmente en favor del pueblo. La otra es el empoderamiento del neofascismo.

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Twitter: @VivaVilla_23

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