CIUDAD DE MÉXICO, 17 de mayo.- “De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: de la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra”, Mario Benedetti.
El que un gobierno supuestamente de izquierda use todos los recursos a su alcance para impedir el uso de energías limpias nos dice mucho acerca de su verdadera filosofía. Para la Cuarta Transformación, sin embargo, es más importante recuperar los monopolios gubernamentales que contar con energías limpias.
La Secretaría de Energía (Sener) tenía listo, la semana pasada, el “acuerdo” para una “política de confiabilidad, seguridad, continuidad y calidad en el sistema eléctrico nacional”, pero la frenó la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer), que le recordó que la disposición debía someterse a una evaluación de impacto regulatorio sobre la base de la Ley General de Mejora Regulatoria.
El gobierno ordenó de todas formas la publicación en la edición vespertina del Diario Oficial de la Federación del 15 de mayo, con lo que obligó a la renuncia de César Hernández Ochoa, titular de la Conamer, nombrado por la propia 4T. Mandó también el mensaje de que va a reimponer el monopolio de la CFE sin importar la ley, las inversiones realizadas o el daño al ambiente.
El Centro Nacional de Control de la Energía (Cenace) usó con anterioridad la pandemia de COVID-19 como excusa para frenar la interconexión a la red de nuevos proveedores de energías limpias. La nueva “política de confiabilidad” de la Sener, que abroga la que se aprobó apenas en 2017, ya ni siquiera recurre a esa justificación: simplemente busca retomar el monopolio del Estado sobre la electricidad.
Este retorno al monopolio afecta a los proveedores de energías limpias y favorece la producción con combustibles fósiles, principalmente combustóleo y carbón, de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Se trata de los combustibles más sucios, prohibidos ya en buena parte del mundo, pero el gobierno mexicano insiste en emplearlos para aprovechar la vieja infraestructura de la CFE. El retorno a los combustibles más sucios nos saldrá, además, bastante caro a usuarios o contribuyentes. Si bien las energías limpias fueron subsidiadas durante mucho tiempo, hoy son más baratas que las fósiles.
Ya han empezado a surgir protestas de otros países. Este 15 de mayo el embajador de Canadá, Graeme C. Clark, envió una carta a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, solicitando una reunión telefónica para revisar el acuerdo del Cenace del 29 de abril y otras medidas que “ponen en riesgo la operación y continuidad de proyectos de energías renovables de empresas canadienses en México. [Con] inversiones por aproximadamente 450 millones de dólares, así como la creación de más de 1,000 empleos”.
Jean-Pierre Bou, encargado de negocios de la Unión Europea, señaló en otra carta que la decisión del Cenace “de suspender con plazo indefinido la entrada en operación de plantas de energías renovables y limitar la generación por centrales eólicas o fotovoltaicas en operación, impactará negativamente [en] 44 proyectos de generación de energía limpia, lo que pondrá en riesgo inversiones, incluyendo las de empresas de la Unión Europea, que superan los 6,400 millones de dólares”.
Los acuerdos del Cenace y la Sener son un retroceso brutal para nuestro país. No sólo nos condenan al uso de energías más contaminantes, sino que revive el ineficiente monopolio de la CFE y mandan un mensaje al mundo de que en México ni la ecología, ni las leyes, ni los acuerdos internacionales, valen ante las decisiones del gobierno.
Desigualdad
En “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”, AMLO argumenta, como siempre, que el neoliberalismo trajo desigualdad a México. Pero acompaña su documento con una gráfica que muestra la reducción de la desigualdad de 1989 a 2018. ¿Quién le habrá preparado el trabajo?
Twitter: @SergioSarmiento