Opinión

De la Twitplomacia a la Techplomacia

Laura Reyna De La Garza*

Durante siglos la diplomacia ha sido uno de los principales instrumentos de la política exterior de los Estados. Tradicionalmente, a través de este viejo oficio político, países alrededor del mundo han promovido sus intereses vía el intercambio de ideas e información. En los últimos años, el personal diplomático ha adquirido nuevas herramientas en el ejercicio de su labor. El uso de medios digitales ha provocado que, en poco tiempo, se haya transitado de las notas diplomáticas tradicionales, al seguimiento de tuits diarios como parte de las funciones de las Cancillerías.

Líderes globales y diplomáticos alrededor del mundo adoptaron las redes sociales, especialmente Twitter por encima de Facebook o Instagram, como plataformas para ejercer la diplomacia pública. Un ejemplo, para el 2019, el 97% de los Estados miembros de la ONU contaban con una cuenta en twitter. Fue así como llegamos a la hoy famosa: Twitplomacia; o lo que se entiende por el desarrollo de una estrategia de diplomacia pública por parte de los Estados a través de la plataforma de Twitter. Su difusión es tal, que sólo seis países del mundo no tienen presencia oficial en la red: Corea del Norte, Laos, Mauritania, Nicaragua, Suazilandia y Turkmenistán.

De acuerdo con el Instituto Matías Romero de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en su texto sobre la “Actividad Diplomática en 280 Caracteres”, la Twitplomacia ha impactado en el ejercicio de la política exterior de cinco maneras: 1. Los Ministerios de Asuntos Exteriores han perdido el monopolio de la comunicación sobre asuntos internacionales, 2. La arena de la diplomacia se abre a más actores y deja de estar sujeta al personal diplomático, 3. La audiencia se fragmenta, cada vez más son las personas interesadas en asuntos internacionales derivado del surgimiento de una sociedad civil global, 4. La información está disponible de manera inmediata a más personas y, derivado de lo anterior, 5. Se pasa de una lógica de comunicar, a una de escuchar. En pocas palabras, la twitplomacia importa y cada vez más actores quieren ser parte de ella.

La Diplomacia Tecnológica es un tema que cada vez cobra más relevancia en la agenda internacional. En el 2017, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en nombrar un embajador tecnológico en Silicon Valley, en Estados Unidos; en el 2019, el prestigiado think tank Chatham House organizó un panel sobre la Tecnología y la Diplomacia en la era digital; en el 2020, el Foro Económico Mundial anunció el desarrollo de la primera Cumbre Global de Gobernanza Tecnológica en San Francisco, pero fue pospuesta por COVID-19 para octubre; mientras que en México, durante la pasada Reunión de Embajadores y Cónsules (REC) 2020, se anunció la creación de un área de innovación en el reclutamiento de la nueva generación del Servicio Exterior Mexicano a la par de que el maestro de ceremonias del evento fue un robot.

Ante ello, toda Cancillería en el mundo debería estarse preguntando: ¿Mi personal diplomático tiene el conocimiento tecnológico para abordar negociaciones con empresas de tecnología? ¿Quién y dónde se están preparando nuestros Embajadores Tecnológicos?

Sin duda, el internet, las redes sociales y la tecnología han introducido nuevas dimensiones a la diplomacia y estos cambios no sólo han presentado nuevas oportunidades, sino también una serie de desafíos. Por ello, México más que una twitplomacia, debe contar con una techplomacia. Vamos tarde en el desarrollo de un área diplomática con servidores públicos dedicados a obtener información y generar alianzas con empresas de tecnología para dotar a los servidores públicos mexicanos de elementos para generar nuevas políticas públicas y regulaciones entorno a la cuarta revolución industrial.

@LauraReyna

*Profesora del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y asociada del Comexi.