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Fiscalía de Estados Unidos solicita cadena perpetua para Genaro García Luna

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Opinión

Por Alvaro Cepeda Neri

Prólogo Político

I.- Ya en otras entregas fundamenté que Trump, con su tupé amarillento, su cara de troglodita, etc., era el nuevo Hitler, irrumpiendo en esta “guerra” contra la peste del coronavirus y la recesión-desastre de la economía. Y cada vez que aparece en sus conferencias sale con alguna de sus maldades; que ahora ha rematado tratando de corregir su estupidez, pseudoargumentando que dijo “como sarcasmo”, que los contagiados se inyectaran desinfectante, con lo que ratifica su hitlerismo. Sabiendo que ya perdió la reelección no ha dejado de pronunciar idioteces con altas dosis de maldad para con todos los ciudadanos del mundo. Ha sido un imbécil, mentecato. Su vileza no tiene límite y que el Congreso estadounidense no lo haya llevado a juicio político, porque sus perversidades son peores que las de Nixon, sí que llama la atención. Ascendió al cargo con miles de trampas y se ha mantenido mostrando su vileza. Su odio a las libertades de expresión, abanderadas por la prensa y comentaristas en la radio y televisión.

II.- No ha pasado de patán. Y como un miserable, se ha dedicado a dañar a su país y, de paso, al resto de la humanidad. Siempre confirmando que de los pies a la cabellera postiza de calvo que busca tapar su cabeza hueca, es un zafio. Primero dijo que los infectados de esa peste bebieran desinfectante; y ante el aluvión de críticas que recibió, sus consejeros le recomendaron retractarse. Pero este Adolfo Hitler Trump, buscó una salida de bocón y sonriendo dijo que lo hizo como un sarcasmo. Lo cual es, asimismo una burla irónica para insultar, humillar y ridiculizar cruelmente a los contagiados de esa peste. Si por sus prejuicios racistas el Hitler austriaco-alemán envió a los hornos crematorios a sus enemigos; para el mismo fin de matar y a manera de sus propios hornos, Trump ha propuesto beber e inyectarse desinfectantes. Lo cual demuestra que es un desquiciado, poniendo el ejemplo malvado a otros presidentes, que no tardarán en imitarlo. Lo trágico es que hubo muchas personas que atendieron su “recomendación” y fueron a parar al hospital con intoxicaciones de gravedad.

III.- Por lo pronto, el Hitler estadounidense ya se pasó de maldito y es una amenaza maligna para ese país y el mundo, pues no tarda en decretar que los contagiados sean llevados a campos de concentración, en lugar de a hospitales. Se agotan los calificativos para definir a ese nuevo Hitler bocón que no deja de excretar públicamente. Durante su encargo ha sido un difamador con sobrada vileza. Como, en otros países, los ciudadanos demócratas y los electores conscientes, esperan las nuevas elecciones para deshacerse de ese falso republicano que, ante los micrófonos, a las puertas de la Casa Blanca, recomendó que los contagiados beban veneno y, luego, para librarse de la responsabilidad que su estupidez haya provocado, alegar que fue un sarcasmo. Malvado, este Adolfo Hitler Trump, no ha dejado cínicamente de pasarse de nazi, aventurero y casi delincuente. En su desbocada depravación, solamente le falta recomendar los hornos para los enfermos.

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