Alberto Híjar Serrano
Encuentro en el papelerío que muevo y remuevo con el vano propósito de ordenarlo, un ejemplar del diario POR ESTO! No. 1 del año I, 21 de marzo de 1991. Por vez primera, este infausto 2020, no hubo desayuno de celebración con los compañeros solidarios muy diversos, ni hubo más discurso del querido Director que su editorial memorioso. El del número 1 hace la genealogía con foto al lado de Don Mario Menéndez Romero y su esposa, Doña Pilar Rodríguez. Las diferencias políticas con su hermano, lo separaron del Diario de Yucatán y a propuesta de su hijo mayor, asumió la dirección del nuevo diario con elocuente nombre como respuesta a la histórica pregunta de la revista POR QUE?, destruida por el gobierno de México que encarceló a su director.
Dos textos llamaron mi atención: el de Federico Emery sobre la frontera Sur y el anónimo sobre el tinjoroch, quizá de Hernán Menéndez, explicando el juego de la corcholata afilada movida por la tensión de un cordón asegurado en los dedos medios de las manos, para romper el del contrincante y esquivar el filo de la corcholata disparada. Gran metáfora concretada en la festiva y luminosa tapa del suplemento dominical El Unicornio. En la mejor tradición gráfica y política, El Tinjoroch Ilustrado actualizó una tradición necesaria de periodismo combativo de la misma índole del construido por Vicente Gabriel Gahona “Picheta” con su revista Bulle, Bulle, homenajeado ahora con un grato centro comercial en los portales de Mérida.
De aquí la importancia destacada en el texto de Emery. Basta con advertir ahora el desastre social de Tabasco, resistente a la disciplina sanitaria, para actualizar la urgencia de periodismo crítico en la región saqueada por el turismo y el tráfico de personas y drogas, la ganadería excesiva y el cultivo de puercos y soya. El ex corresponsal de POR ESTO! en Tabasco, Andrés Manuel López Obrador, debiera tomar nota. A cambio, en Chiapas trabaja la influencia zapatista sin el pegue combativo y perseguido de Amado Avendaño y su esposa, que se jugaron la vida ante gobiernos corruptos desesperados por la popularidad del EZLN. Instituciones enteras como el Centro Indígena de Capacitación Integral “Fray Bartolomé de las Casas” (CIDECI) y los periodistas con trabajo constante, como Gaspar Morquecho y su difusión, hasta hace unos años, de materiales impresos en su pequeña gran librería Mono de Papel en San Cristóbal, no bastan para contener los enfrentamientos comunitarios azuzados por paramilitares y los desplazamientos forzados de comunidades enteras, ni el asedio y asesinato de ambientalistas heroicos. El Tren Maya, a toda costa, ya cobra víctimas.
Me informan de Tulum sin hospital público, con desempleados durmiendo en la calle y con decenas de músicos, meseras y cocineras sin trabajo.
La frontera Sur no merece la reducción a muro de migrantes y al proyecto capitalista de expansión económica de Centroamérica. La defensa de sus tradiciones de lucha comunitaria es ejemplar para la nación amenazada urgida de atención combativa.
Más he perdido. El pequeño gran poemario de Arqueles Morales, ¿Quién carajos dice que Marcial ha muerto? por fortuna difundido por las redes camaradas con el título de “Tareas por Cumplir”, muy bien recibido por los sobrevivientes seguidores de Salvador Cayetano Carpio, el legendario Comandante Marcial. Guardo una fotocopia que no puedo haber hecho a cambio del original. ¿O sí? La otra pérdida es Los hombres del alba, de Efraín Huerta, con dedicatoria impresa a su hija Andrea que me lo dedicó a mí “respetuosamente”. Lo tuve conmigo hace unos meses y lo guardé tan bien, que ha desaparecido.
Todo esto convoca a la melancolía acompañante en medio de la reclusión domiciliaria. Por esto la comparto.