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Opinión

2021 + 2022 = 2024: polarización para construcción de bloques de poder

Carlos Ramírez

Indicador Político

Sea cierta en su totalidad o a medias o producto de los sótanos del poder, al final de cuentas la organización BOA (Bloque Opositor Amplio) está reflejando una nueva realidad política: la disputa por el Estado a partir de la construcción de hegemonías o alianzas de grupos dominantes para apoderarse de los mecanismos para imprimirle dirección política a la nación.

En los hechos históricos México nunca ha tenido partidos políticos reales y funcionales, por lo que la lucha electoral ha sido producto de dominios de las elites. La coalición priísta mantuvo el control del aparato de poder de 1929 a 2018, pasando por acuerdos con el PAN de 2000 al 2012.

La candidatura de López Obrador no fue disidente ni de alternativa, sino de cambio de elite y de reacomodo de prioridades sociales. Por eso la coalición lopezobradorista se mantiene de ex priístas, poscardenistas, disidentes. El único grupo realmente disidente-alternativo es el que configuran unos pocos militantes del disuelto Partido Comunista Mexicano y su propuesta socialista.

Sin contar a los comunistas, todos los grupos y corrientes vienen del venero del proyecto histórico de la Revolución Mexicana, aún, inclusive los neoliberales salinistas. En todo caso, sólo varía el enlistado de prioridades sociales y estabilizadoras.

El escenario de aparición del BOA es el mismo que existió en 1994 con el modelo del choque de trenes por el zapatismo, el salinismo y la elite liberal intelectual (varios de ellos en la lista real o apócrifa o funcional del Bloque) y que alertaba la necesidad de un espacio de compensación para una presidencia de emergencia. Ya fuera que Salinas lo hubiera impulsado o se hubiera forjado en el análisis de sus miembros, el Grupo San Angel no representó a ningún partido político y sí dio funcionalidad a una elite intelectual-política que buscó construir una nueva alianza de poder o grupo hegemónico.

Sea real o no, el documento BOA agrupa a organizaciones, políticos, funcionarios, periodistas e intelectuales que de manera pública han expresado su crítica a López Obrador y de un modo u otro ha comenzado a influir en el voto contra Morena en el 2021 y por la revocación del mandato presidencial (si procede, pese a carencia de reglas). Tres nombres saltaron hoy porque fueron piezas promotoras del Grupo San Angel-1994: Héctor Aguilar Camín, Jorge G. Castañeda y Enrique Krauze. Castañeda reapareció a finales de 1995 alertando sobre el derrocamiento de Zedillo por la crisis económica, luego de una reunión con Carlos Salinas de Gortari en Irlanda.

Al no existir un partido político real –no sólo de membrete, y se incluye al PAN mediático sin estructura nacional–, los opositores y críticos a López Obrador están construyendo un bloque de poder que pueda derivar en una hegemonía o alianza operativa electoral. Del lado contrario sólo aparece López Obrador y su mañanera como fuerza de poder construyendo una hegemonía popular de masas de votantes, sin que este grupo sea formalmente un bloque de poder.

El agrupamiento de nombres y organizaciones que aparecen en el documento del BOA –repito: aún siendo fabricado en los sótanos del poder– revela lo ya conocido: una fuerte confluencia de poderes sociales con intereses antilopezobradoristas que sí constituyen no sólo un bloque de poder, sino que alcanza por su diversidad y representatividad de clase y de grupos dominantes a constituir una hegemonía.

Las luchas electorales de 2021 y de 2024 serán, pues, de hegemonías, sin clases sociales organizadas en partidos o grupos políticos. La disputa es por el modelo de Estado, la reorganización de la institución presidencial y la apertura de los poderes a la sociedad civil. No se trata de dos modelos diferentes, sino del mismo en dos variantes: el Estado priísta abierto o el Estado priísta de presidencia unitaria y centralista. Pero mientras el modelo lopezobradorista aparece claro por la figura dominante del presidente, la de los enlistados en el BOA es numerosa por la ausencia de un liderazgo único, aunque con la posibilidad, como se ha visto en las reacciones al documento, de que pueda salir una figura personal fuerte que vaya encarando desde ahora y de manera pública a López Obrador para centralizar esa hegemonía.

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Política para dummies: La política, nos ha enseñado Maquiavelo, es la lucha conductista del poder.

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@carlosramirezh

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