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Opinión

Políticas de desarrollo y desarrollo de la política

A pesar del bloqueo y del acoso imperialista, Cuba se ha convertido en un país socialmente avanzado y políticamente en vías de desarrollo. El país cuenta con indicadores excelentes en salud pública, educación, ciencias, deportes, esperanza de vida, así como atención a la vejez, la infancia, y los sectores vulnerables. En esas áreas se dispone de personal calificado, infraestructuras y presupuestos, aunque austeros, suficientes.

El desarrollo de la cultura y la institucionalidad política son decisivos porque, desde la esfera política se ejerce el poder y se gobierna, se promueven los liderazgos y se proponen las metas en torno a las cuales se cohesiona la sociedad. En esas esferas las tareas no son técnicas sino sociales e involucran al conjunto de la población. En ese espacio, los instrumentos de medición son necesariamente cualitativos y las dosis de subjetividad son mayores. El ejercicio del criterio, la pluralidad de visiones y la crítica son a la política como la luz y el oxígeno a la vida.

A la complejidad de esos procesos, la Isla suma la dualidad de poderes derivada de la superposición de las estructuras y las jerarquías del partido comunista y del estado, característicos del modelo de inspiración soviética, a lo cual Cuba añadió un liderazgo revolucionario que prevalece sobre ambos organigramas. 

A ello se añadieron 17 años de “provisionalidad revolucionaria” en los cuales, legítimamente fue asumido el precepto de que “la revolución es fuente de derecho” se habilitó al Consejo de Ministros para realizar funciones legislativas y ejecutivas, entronizando la costumbre de gobernar por decreto. Cuando en los años setenta se puso fin a la provisionalidad se adoptó el diseño estatal y el modelo económico vigentes en la Unión Soviética. Por su parte, el partido, en tanto que aparato de poder, asumió las estructuras, normas organizativas y prácticas ideológicas de aquel país.

Particular significado ha tenido la adopción del sistema de promoción del liderazgo a partir de la llamada “política de cuadros”, tarea realizada por aparatos y métodos administrativos que cooptan los procedimientos democráticos y minimizan el papel de la sociedad y las comunidades. El exagerado verticalismo, los excesos de centralización, incluido el centralismo democrático aplicado a la economía y a la gestión de gobierno, dieron lugar a un corolario negativo. 

En el ámbito de la cultura política, la aplicación con carácter exclusivo de la lectura soviética del marxismo-leninismo y la economía política marxista, asumidas y enseñadas como “filosofía oficial”, no obstante ser equilibrados por la intensa labor pedagógica de Fidel Castro, formaron la narrativa del socialismo cubano, el núcleo de la cultura política de la vanguardia y el pueblo y, el referente teórico para la labor académica, la investigación y las ciencias sociales, todo lo cual condujo al empobrecimiento.

La estructura y el funcionamiento estatal cubano, aunque se perfecciona como parte de las reformas y por la adopción de una nueva Constitución, adolece de problemas estructurales y funcionales que necesitan ser resueltos, entre ellos: la dualidad partido-estado, la consolidación del estado de derecho y el esclarecimiento de cómo funcionará sin separación de poderes, el papel esencialmente ceremonial del parlamento, ahora más activo en la elaboración de leyes, los esclarecimientos acerca de la independencia del poder judicial y la administración de justicia.

Al impulsar las reformas en el ámbito económico y el perfeccionamiento estatal, el general de ejército Raúl Castro insiste en la necesidad de “cambiar la mentalidad” y realizar modificaciones estructurales. A Ello el presidente Diaz-Canel suma la idea de avanzar hacia un modelo socialista próspero y sostenible que, añado yo, deberá ser inequívocamente democrático, lo cual significa plural.

Si bien la sociedad políticamente perfecta sigue siendo una utopía, la Isla ha registrado avances que necesitan ser completados por una cultura política más diversa y por una práctica más inclusiva y plural donde la cohesión social no necesite de la compulsión. Allá nos vemos. 

Por Jorge Gómez Barata

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