Elon Musk, nacido sudafricano, nacionalizado canadiense y estadounidenses, accionista o ejecutivo de alto rango de PayPal, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink y OpenAI, director general de SpaceX, Tesla Motors y SolarCity, ha sido designado por la revista Times, “Persona del año”. Se trata, creo yo, de un monumento a la innovación.
El hecho de un empresario, usando el libre arbitrio que le otorga la libertad de iniciativa económica, sin traumas ni tensiones, incursione exitosamente en áreas de la tecnología y la ciencia que hasta hace poco monopolizaron Rusia, Estados Unidos y China, los tres Estados más poderosos del planeta, y promueva la conexión de la empresa privada con la conquista del espacio, es un reconocimiento a los innovadores que, lejos de preocupar debería tranquilizar.
Con toda su riqueza Elon Musk no deja de ser un individuo, un ciudadano privado, cuyos representantes y él mismo, pudieran llegar a la Luna o Marte, pero no posicionarse de ellos ni colonizarlos, como medio milenio atrás hicieron España y Portugal en América.
El hecho de que, a diferencia de lo ocurrido en América del Norte, donde la colonización fue una empresa privada, realizada por individuos y compañías con licencia de los reyes ingleses, en Iberoamérica se trató de acciones estatales, regidas por las coronas de España y Portugal y que Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Hernán Cortez o Francisco Pizarro no fueran colonos, sino funcionarios al servicio de los monarcas respectivos quienes les ordenaron posicionarse de las tierras y las personas, han hecho una diferencia sustancial.
La distinción otorgada a Elon Musk me hizo recordar una anécdota acaecida cuando en clases mencioné al “fordismo”, recordando que en algunos manuales de economía política se le califica como una “forma extenuante de organización del trabajo”. Al momento, un estudiante planteó el siguiente escenario:
“Profesor: Los grandes innovadores como Tomas Alva Edison, Henry Ford, Nelson Rockefeller y otros de su perfil que realizaron inventos trascendentales, crearon megaempresas y amasaron grandes fortunas: ¿Son capitalistas a los que se debe condenar o benefactores a los que es justo distinguir?
Un bromista, de los que nunca faltan en un aula joven, exclamó ¡Ambamente! Y otro comentó que Cantinflas, citando a los Papas Pio XI, León XIII y Juan XXIII promovió la idea de que: “Si los obreros cobran más que trabajan, que cobren menos. Pero que, si trabajan más que cobran, que trabajen más... Más importante -subrayó el afamado actor mexicano- que acabar con los ricos es acabar con los pobres...”
Según otro joven, las innovaciones de Bill Gate, Steve Jobs y Mark Zuckerberg, entre otros, han creado no menos de 500 millones de empleos; otra sumó un dato: “Coco Chanel, al vestir con pantalones las mujeres e inventar la cartera en bandolera”, le liberó las manos e hizo más por ellas más que los discursos feministas.
En el mundo existen grandes fortunas que son fruto del pillaje y la usura, algunos son detentados por gobernantes que no han trabajado un solo día de su vida y muchas son usufructuadas por afortunados herederos a los que no se puede culpar por su buena suerte.
Otras son resultado del trabajo, no pocos se levantaron desde la pobreza, todos comenzaron por pequeñas empresas y poseen más dinero del que pueden gastar en muchas vidas. No obstante, algunos como es el caso de Elon Musk, no cesan de trabajar. ¿Por qué lo hacen? En algunos, la codicia desempeña un papel, en otros, se trata de enigmas de la conducta humana.
La revista Times aclara que la “Persona del Año” no es la mejor del mundo, la más bella, simpática o rica, incluso algunas han sido villanos. Se trata de nombrar al que se considera más notorio. Si como en este caso coincide con alguien que realiza aportes reales. ¡Que sea con felicidad!.