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Opinión

Dios mediante, Joe Biden y Vladimir Putin, presidentes de Estados Unidos y Rusia respectivamente, los dos políticos más poderosos del planeta hablarán por teleconferencia. Nadie sabe si intercambiarán amenazas o buscarán avenencias para desactivar a la crisis ucraniana, la más peligrosa desde el bloqueo a Berlín en 1948. Biden y Putin viven a unos 8.000 kilómetros de distancia uno de otro, en súper protegidas fortalezas y sus vidas no peligran, su legado, sí. Según Shane Harris, experto en seguridad nacional e inteligencia en The Washington Post, los servicios especiales estadounidenses parecen convencidos de que es inminente una ofensiva de Rusia contra Ucrania la cual pudiera involucrar a alrededor de 175.000 efectivos rusos. La situación hace temer que se desate una guerra grande en Europa. Un dato relevante es que el único país que pudiera emular la tradición bélica rusa es precisamente Ucrania que cuenta con el segundo mayor ejército de Europa, después del ruso que lo supera por 4/1.

Descartando las armas nucleares, Kiev pudiera resistir una embestida rusa pero no tiene la menor posibilidad de derrotarla. Ocurre sin embargo que, para Rusia que no cuenta con aliados que la acompañen en la aventura, no se trata solo de Ucrania sino de la hostilidad de otros estados ex socialistas de Europa Oriental donde impera la rusofobia. Incluso pudiera repetirse lo ocurrido en la Guerra de Corea cuando Estados Unidos libró la guerra bajo la bandera de la ONU y ahora pudiera ser con la cobertura de la OTAN en cuyo caso las posibilidades rusas se estrecharán. En un enfrentamiento de grandes dimensiones, entrarían en juego no solo el Donbás y las repúblicas de Donetsk y Lugansk, sino que pudiera relanzarse la cuestión de Crimea y Sebastopol y, aunque existen numerosos acuerdos que lo impiden, al calor de la confrontación pudieran resurgir otras reclamaciones territoriales respecto a Rusia, un país que, a partir del Gran Ducado o Principado de Moscú, en 500 años no ha cesado de expandirse, construyendo el Imperio Ruso, heredado por la Unión Soviética que al disolverse en 1991 dio lugar a 20 Estados que antes habían sido anexados por los zares. 

Si bien Rusia presiona para impedir que Ucrania se sume a la OTAN y para que la alianza y Estados Unidos se abstengan de emplazar en territorio ucraniano, así como en Polonia, los países bálticos y otros territorios ex socialistas aledaños a sus fronteras, sistemas de armas ofensivas, se trata de argumentos geopolíticos, técnicamente relevantes, aunque con escasa capacidad para emocionar y promover el heroísmo de la población. Mientras Ucrania por intermedio de su ministro de exteriores, Dmytro Kuleba, subraya que la situación es “extremadamente preocupante porque se trata de una militar rusa en gran escala desplegada a lo largo de la frontera, lista para operar, el Kremlin advierte que occidente crea tensiones injustificadas y algunos analistas dudan que Rusia emprenda operaciones de gran envergadura sin objetivos claros. Es impensable que Putin invada Ucrania sin una plausible solución de salida. 

Según el secretario de estado estadounidense, Antony Blinken: “... Existen evidencias de que Rusia ha hecho planes para acciones agresivas significativas contra Ucrania”. Por su parte el presidente Biden ha dicho: “Lo que estoy haciendo es reunir lo que creo que será el conjunto de iniciativas más completo y significativo para que sea muy, muy difícil para el Sr. Putin seguir adelante y hacer lo que a la gente le preocupa que pueda hacer”. Como para equilibrar las apuestas, la parte norteamericana ha revelado que: “...Instamos a Ucrania a que ejerza moderación para no provocar a Rusia. No recuerdo ningún momento en que los que se preparan para ir a la guerra y lanzar poderosos ejércitos con armas letales unos contra otros, se encuentren y conversen. Biden y Putin deberían desmontar la crisis creada, entre otras cosas porque la guerra que proponen es el colmo de lo absurdo: ¿Creerá Estados Unidos que podrá derrotar a Rusia y hacerla desistir de sus aprestos geopolíticos y reconquistar Crimea y Sebastopol? ¿Pensará Putin que tiene poder para impedir que Polonia, Ucrania y los demás países de la ex Europa Oriental se sumen a la OTAN y emplacen en su territorio las armas que estimen conveniente?, excepto las nucleares prohibidas por el Tratado de No Proliferación. Si finalmente, ahora o más adelante deciden ir a la guerra, harán retroceder a la humanidad cien años tras... La historia los juzgará y ambos serán culpables. Allá nos vemos.

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