El 4 de octubre de 1962, un barco mercante soviético descargo en Cuba 36 ojivas nucleares para misiles de alcance medio, 12 para cohetes tácticos y algunas destinadas a los cohetes tácticos tierra-tierra, además de seis bombas atómicas de aviación. La operación no fue detectada por el espionaje de Estados Unidos.
Diez días después, un avión espía de los Estados Unidos fotografía a varias rampas de lanzamiento para misiles, a partir de la deducción que si había cohetes también había ojivas, se desató la Crisis de los Misiles y se consideraron como opciones, bombardear las rampas e invadir a Cuba.
En la apreciación de la situación militar, los halcones del Gabinete de Crisis de Kennedy no tomaron en cuenta que las fotografías del U-2 no revelaban todo el potencial nuclear soviético existente en la Isla y que las acciones propuestas, aunque eran extremas, no aseguraban que el territorio de los Estados Unidos y sus tropas de desembarco no fueran impactados. La soberbia les impidió apreciar las capacidades combativas de las Fuerzas Armadas cubanas y de la Agrupación de Tropas Soviéticas en la Isla.
De haberlo hecho se habrían percatado de que, en las operaciones de bombardeo y desembarco naval y aerotransportado que ocasionarían enormes bajas entre las tropas cubanas y soviéticas y masacraría a parte de la población, no impediría que también las hubiera del lado estadounidense.
Los efectivos regulares, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba desplegados, fortificados y en completa disposición combativa contaban con 50 divisiones de infantería, cuatro brigadas de tanques y una de artillería, 17 batallones para la lucha contra desembarcos, seis grupos de artillería reactiva, 20 unidades navales, 118 baterías antiaéreas y 47 aviones de combate. En total cientos de miles de efectivos, profundamente motivados.
A ellos se sumaban a la Agrupación de Tropas Soviéticas formadas por fuerzas coheteriles que disponían no solo de la media docena de misiles fotografiados, sino de 42 de alcance intermedio con sus respectivas ojivas nucleares, 80 cohetes alados tácticos con un alcance de 150 kilómetros que podían cargar hasta una tonelada de explosivo y portar cargas nucleares y 24 grupos coheteriles antiaéreos dotados de unos 576 cohetes, uno de los cuales derribó el U-2 el 27 de octubre.
En el ExComm se conocía la existencia de un escuadrón de bombarderos ligeros IL-28, pero se ignoraba que, en unas grutas, cerca de La Habana, se almacenaban seis bombas atómicas, listas para ser utilizadas.
Al impresionante dispositivo nuclear desplegado en Cuba y que Estados Unidos no conocía, habría que añadir tres regimientos de cohetes tácticos, 12 de los cuales contaban con cabezas nucleares de tres kilotones a los que se sumaban algunos submarinos dotados de torpedos con cargas nucleares. Las unidades de tropas terrestres disponían de municiones nucleares listas para ser utilizadas durante las acciones combativas.
Los bombardeos estadounidenses podían causar enormes bajas en Cuba, pero no proteger al territorio de Estados Unidos y a sus tropas empleadas en los desembarcos. Además de que con el baldón de masacrar a un pequeño país, el presidente John F. Kennedy cargaría con la responsabilidad histórica de haber inmolado a miles de sus compatriotas. Ante tan alto precio, prefirió negociar, y Nikita Jruschov estimó lo mismo.
Los misiles fueron retirados y la Crisis de los Misiles, el momento más peligroso de la Guerra Fría es historia; no lo es el conflicto entre Estados Unidos y Cuba. Volveré sobre el tema.