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Opinión

Primer Presidente de izquierda

Gustavo Petro no es sólo el primer presidente de izquierda de Colombia, sino además el único que ha logrado llegar vivo. En 1990, Carlos Pizarro Leongómez, comandante del M19, el mismo partido en el que militó Petro, se lanzó a la presidencia luego de firmar con el gobierno el acuerdo en virtud del cual la guerrilla se desmovilizaba y el Estado se comprometía a garantizarles su seguridad y el derecho a participar en política.

Como es evidente, en el caso de la seguridad no pudo cumplirle y lo de la participación en política, si bien fue un derecho truncado en su caso, pudo hacerse realidad para sus sucesores, iniciando con Antonio Navarro, quien aún caliente el cadáver de Pizarro, decidió que seguirían por la vía democrática, se postuló para la presidencia y obtuvo una importante votación y, luego de ser ministro de Salud fue elegido para la Asamblea Nacional Constituyente con la lista del M19 y las otras guerrillas que se acababan de desmovilizar y que incluía a personajes democráticos ajenos a la izquierda, como muestra de inclusión.

Antes, cuando Ernesto Samper, un liberal de izquierda con una propuesta socialdemócrata, llegó a la presidencia, tuvo que gastar su periodo de gobierno en defenderse de los ataques que en el fondo trataban de impedir el desarrollo de una propuesta social. El delito que le atribuían -incluso si realmente se cometió- tuvo el efecto de opacar el que así mismo pudieron haber cometido muchos de sus antecesores y sucesores, al convertirlo en chivo expiatorio.

Y cuando, para el periodo inmediatamente siguiente se postuló Horacio Serpa, un liberal de izquierda probado en luchas sociales siempre dentro de la legalidad, compitiendo con Andrés Pastrana Arango, conservador, a todas luces lejos de su experiencia y formación, le atravesaron todos los obstáculos posibles tildándolo de guerrillero y espantando al electorado con el infundio de que implantaría un régimen comunista. Eso nos costó, con la elección de Pastrana, que tuviéramos que soportar el gobierno más farandulero y superficial que podíamos siquiera llegar a imaginar, sólo superado por el actual de Iván Duque.

No hemos oído todavía, entre las múltiples faltas y delitos que han confesado las FARC luego de su desmovilización, el arrepentimiento por haber contribuido en forma definitiva a la elección de ese presidente tan rencoroso y vengativo con su antecesor, porque cuando su comandante Manuel Marulanda, alias “Tirofijo”, en un encuentro con el candidato, mostró ostensiblemente un reloj con la foto de Pastrana, creó la ilusión de que con él realizarían un acuerdo de paz. Y, la gente, cansada de secuestros e inseguridad, votó, más que por el candidato, por esa esperanza.

Demás está decir que nunca se logró, por triquiñuelas y deslealtades de ambas partes. Muy seguramente con Serpa esa paz hubiera podido ser una realidad y el país se hubiera ahorrado miles de muertos.

Ahora contra Petro renacieron la guerra sucia y las mentiras, que ya antes habían sido ensayadas en el plebiscito por la paz y con las cuales, como ahora, lograron asustar a casi la mitad de los votantes. Por eso Petro ha convocado a un acuerdo nacional a personas ajenas a la izquierda, con reconocimiento y aceptación en organismos internacionales y esferas de la economía nacional, para crear un equipo que tranquilice los mercados, convenza a la gente de que no van a ir de cabeza hacia el comunismo y que la búsqueda de la equidad, de un país más justo, es dentro de la democracia.

También obtuvo el nuevo presidente, además de la votación más alta de la izquierda en toda la historia nacional, el mayor número de congresistas. Pero aún son insuficientes para garantizar la aprobación de sus propuestas. Sumados los de los Comunes, los de Alianza Verde y algunos liberales que muy posiblemente se deslizarán hacia sus toldas, logrará 44 curules a su favor, pero necesita 54 para tener mayoría en el Congreso. No es imposible, pero prueba que su promesa de un gobierno de conciliación tendrá que emplear sus mejores artes allí.

El Acuerdo Nacional es decisivo para ahuyentar temores en la gente que está amedrentada, para tranquilizar los mercados, por lo cual Petro está llamando a los empresarios que quieran sumarse y personas probadamente calificadas en las distintas áreas en las que puedan ser nombradas. Este no será un gobierno del M19; tampoco lo será de izquierda en el sentido de que no estará integrado sólo por militantes, pero sí lo será en el sentido de que sus postulados se enfocan a lograr la justicia social y la equidad para todos y con la naturaleza.

Con Petro también llega la primera mujer negra en ocupar la Vicepresidencia. Sí ha habido personas afro en el gobierno, pero siempre en representación de un partido. Francia Márquez, no. Ella llega porque sus luchas, sin retaguardia partidista, la llevaron a postularse como precandidata en la coalición de izquierda y su votación fue la segunda después de la de Petro, por lo cual le correspondía la candidatura a vicepresidente.

Así pues, esta es la primera vez en muchas cosas y esperamos que sea la primera en cumplirle las esperanzas a los nadie que los eligieron.

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