Quienes a estas alturas del partido ya son abuelas y abuelos, sin duda recordarán las caricaturas de La Pequeña Lulú, donde había un personaje llamado Tobi, que formó su club donde no admitían niñas, pero la traviesa Lulú, la protagonista, siempre se las ingeniaba para entrar y molestar a los niños.
Los años pasan y esa guerra de géneros queda como una divertida anécdota de la niñez que nos enseña que en esta vida es indispensable una convivencia armónica, igualitaria, equitativa y respetuosa entre hombres y mujeres.
Sin embargo, hay algunos sujetos que se quedan con la idea de que el hombre manda y de que en las decisiones solo deben participar los hombres, haciendo a un lado a las mujeres.
La gravedad aumenta si esos personajes se dedican a la política y a la administración pública, como Francisco Torres Rivas, presidente estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien enfrenta una demanda por violencia de género, nada más y nada menos que de su secretaria general, Lila Frías Bobadilla, quien es su segunda de a bordo, pero a la que no ha dejado de violentar desde que asumieron.
El catálogo de agresiones de parte de Torres Rivas contra su secretaria general abarca todas las formas de violencia, pero la gota que derramó el vaso fue haberle negado la palabra durante una Sesión Extraordinaria de Consejo Político Estatal hace unos días, en pleno mes de marzo, cuando se conmemora la lucha de las mujeres por lograr mejores condiciones en todos los ámbitos, incluyendo por supuesto la política.
Las agresiones contra la política progreseña son tan arteras y reiteradas que ya denunció a Torres Rivas por violencia política de género. Esta demanda dejaría fuera de cualquier candidatura a Torres Rivas, por la Ley 3 de 3, que impide que violentadores de mujeres accedan a cargos públicos.
Si esto le hace a su compañera de fórmula, a su secretaria general, a su segunda de abordo, ¿qué pueden esperar las mujeres del PRI y las yucatecas en general de un político como Torres Rivas, quien es un consumado violentador y agresor de mujeres?
No estamos hablando de un Club de Tobi, estamos hablando de graves agresiones contra una mujer, que no deben quedar impunes porque se sentaría un grave precedente de que alguien con poder puede maltratar a las mujeres y no le pasa nada.
La violencia política de género de Torres Rivas contra Lila Frías debió tener mayor repercusión mediática, debió generar manifiestos, protestas y una condena pública, además de la legal, contra el presidente estatal del PRI.
Los demás integrantes del Club de Tobi de “Panchito” deberían poner sus barbas a remojar, pues las investigaciones por la violencia de género podrían salpicarlos, y tal vez ninguno de ellos quiera quedarse fuera de la jugada en el 2024.