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Nord Stream: a falta de solución, enredos

Estados Unidos desestimó el relato que Rusia dio por bueno, aprovechando para reiterar su demanda de una investigación internacional a cargo de Naciones Unidas

Seis meses después, especulaciones, intrigas, enredos y ninguna solución es lo que caracteriza la zaga de la voladura de los gasoductos Nord Stream.

Ante el apagón informativo que siguió a la explosión de los gasoductos Nord Stream, el pasado 8 de febrero el periodista estadounidense Seymour Hersh, publicó un artículo con el provocativo título de “Cómo Estados Unidos eliminó el oleoducto Nord Stream”.

Con elementos aportados por una “fuente” con conocimientos de todos los momentos de la operación, Hersh tejió un relato de cómo, a lo largo de varios meses, fue concebida, planificada y ejecutada la operación que culminó con la inutilización de una de las infraestructuras energéticas más importantes de Europa. Estados Unidos desestimó el relato que Rusia dio por bueno, aprovechando para reiterar su demanda de una investigación internacional a cargo de Naciones Unidas.

En lo que para muchos constituyó una reacción ante la inculpación, el 7 de marzo, un mes después del artículo de Hersh, comenzó a circular una imprecisa versión que, otra vez sin identificar fuentes ni aportar pruebas, atribuyó los atentados a grupos pro ucranianos no vinculados al Gobierno de Kiev.

En lo que parece ser una gratuita defensa de esta versión, Hersh, mediante una entrevista con el diario China Daily, el viernes 24, realizó una nueva intervención sobre el asunto y, como lo hizo anteriormente, citando una fuente anónima y sin aportar pruebas afirmó que “... alguien con acceso a la “inteligencia diplomática” le dijo que se había pedido a ciertos elementos de la CIA que, en colaboración con la Inteligencia alemana, prepararan una historia que proporcionara a la prensa una “versión alternativa” de la destrucción del Nord Stream...”

Así parece haber surgido el culebrón de que, un enigmático grupo o comando pro ucraniano, ajeno al Gobierno de aquel país, concibió, planificó y ejecutó los atentados, versión acogida por la prensa internacional, entre otros por The New York Times y el diario alemán Die Zeit, los cuales amplificaron la historia que fue rápida y categóricamente rechazada por Rusia que la consideró una acción diversionista con informaciones tóxicas para restar vigencia a la denuncia de Hersh.

El relato refiere la existencia de una embarcación privada, perteneciente a una empresa polaca que la arrendó a seis personas, presumiblemente ucranianos que utilizaron pasaportes falsos. Según medios alemanes, en el yate se encontraron restos de explosivos. El Gobierno ucraniano declaró que “no tiene nada que ver con el incidente en el Mar Báltico y carece de información sobre el presunto grupo pro ucraniano al que se atribuye la autoría del sabotaje”.

Lo que Hersh parece sugerir es que hubo una filtración alrededor del encuentro que el pasado 3 de marzo sostuvieron en Washington el presidente Joe Biden y el canciller alemán, Olaf Scholz, quienes, a solas, conversaron durante 80 minutos, sin revelar el contenido del diálogo.

Al respecto, entre sus deducciones más subjetivas y audaces, el periodista estadounidense, afirma que el presidente Biden, podría haber ordenado el sabotaje de los gasoductos Nord Stream como castigo al Canciller alemán por sus reparos al envío de armas a Ucrania.

En medio de especulaciones plagadas de subjetividades, el presidente Vladímir Putin reveló que, bajo las tuberías del gasoducto siniestrado, a unos 30 kilómetros del lugar de la explosión, fue avistado un objeto de unos 40 cm de alto y 10 de diámetro que no debería estar allí y que puede tener relación con los atentados. Según trascendidos, pudiera tratarse de una antena de las que, según la versión de Hersh, fueron utilizadas para captar la señal que provocó la voladura. Una versión más extrema es que pudiera tratarse de una bomba colocada por los buzos que no estalló.

Al no poder operar en la zona sin autorización de las autoridades danesas, Rusia ha sugerido la formación de un grupo internacional de expertos que realice las investigaciones y los trabajos correspondientes. Dinamarca que acredita la existencia del objeto y reconoce la necesidad de reflotarlo, ha planteado la participación del consorcio ruso-alemán que operaba el gasoducto, el cual no ha respondido a la sugerencia.

Lo único cierto en torno a la voladura de los gasoductos Nord Stream es la vigencia de la máxima: “Cuando no quieras resolver un asunto: enrédalo”.

 

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