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Opinión

Estampas europeas

Participar en la guerra en Ucrania en lugar de buscar la paz y practicar la rusofobia, Europa comete otro grave error

A mi juicio, al plegarse a la estrategia de la OTAN de cercar a Rusia, participar en la guerra en Ucrania en lugar de buscar la paz y practicar la rusofobia, Europa comete otro grave error. Quizás también yerran los que, aunque son pocos, aprovechan la coyuntura para subestimar su legado.

Más que la ignorancia, por sectarismos ideológicos, algunos enfoques soslayan el hecho inobjetable de que las ideas políticas y sociales más avanzadas se incubaron en Occidente, más exactamente en Europa, girando en torno a las libertades, los derechos, la justicia social y la democracia.

Sobre tales premisas se gestó el pensamiento liberal clásico que tuvo sus exponentes más auténticos en las vanguardias que en el siglo XVIII encabezaron las revoluciones de Norteamérica (1776) y Francia (1789), en la pléyade de próceres que, de José Gervasio Artigas, Simón Bolívar y Benito Juárez a José Martí, lideraron las luchas por la independencia en Iberoamérica.

La Europa maculada por haber apadrinado las Cruzadas, la Inquisición y el colonialismo y, mucho después el fascismo, prohijó las prodigiosas inteligencias de John Locke, Montesquieu, Descartes, Rousseau y Diderot, Adam Smith y David Ricardo, prohombres del liberalismo clásico y las esclarecidas mentes de Karl Marx, Pierre-Joseph Proudhon, el Papa León XIII y la pléyade de líderes europeos que en el siglo XIX impulsaron el socialismo y organizaron a los obreros para luchar por sus derechos.

En Europa, además de la democracia moderna se desplegaron el Renacimiento y la Ilustración, surgieron los Estados Nacionales, ocurrió la Revolución Industrial y florecieron las ciencias, las artes, la pedagogía, las teorías sobre del derecho y el Estado y desde allí, el cristianismo se hizo universal.

En aquellas latitudes, al amparo de la democracia y la tolerancia cultural, se gestaron el socialismo y el comunismo, y desde el zurrón de la socialdemocracia, en las irrepetibles circunstancias de la Rusia de principios del siglo XX, emergieron los bolcheviques que, encabezados por V.I. Lenin, y Leon Trotski, ruso uno y judío ucraniano el otro, fueron ponentes del más audaz proyecto de cambio social concebido por la humanidad.

La idea de que Occidente, especialmente Europa, de la cual por cierto Rusia es parte, es una entidad políticamente retrógrada es, como mínimo, errónea, como errónea es la tesis de que la humanidad necesita un nuevo orden mundial que sustituya el legado de Occidente. Esa narrativa no es un pronunciamiento antiimperialista, no responde a demandas populares, no proviene de las luchas sociales y sus promotores no son exponentes del pensamiento político avanzado, ni siquiera de enfoques reformistas. De lo que se trata es de maniobras geopolíticas.

Por razones difíciles de explicar, una parte de la humanidad, sobre todo pueblos de culturas antiquísimas y avanzadas, debido a contradicciones propias, incluidos fenómenos religiosos; así como a la presencia del colonialismo, en materia política, social y jurídica se estancaron. Al examinar el papel desempeñado por el colonialismo británico en la India, Karl Marx, escribió: “...

Al realizar una revolución social en el Indostán, Inglaterra actuaba bajo el impulso de los intereses más mezquinos...Pero no se trata de eso. De lo que se trata es de saber si la humanidad puede cumplir su misión sin una revolución a fondo en el estado social de Asia. Si no puede, entonces, y a pesar de todos sus crímenes, Inglaterra fue el instrumento inconsciente de la historia al realizar dicha revolución...”.

Este y otros razonamientos incluidos en los artículos La Dominación Británica en la India y Futuros Resultados de la Dominación Británica en la India, escritos para el diario norteamericano New York Tribune, suelen ser citados para probar que Marx elogió al colonialismo, lo cual no es cierto. Lo cierto es que Marx practicaba una concepción materialista de la historia, según la cual los hechos históricos prevalecen sobre las elucubraciones y las construcciones ideológicas.

 

 

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