Opinión

Los imprudentes y los necios

Los intelectuales y los artistas poseen una sensibilidad fuera de lo común y su imprudencia y su necedad está cooptada por las ansias de hacer bien

Los intelectuales y los artistas son lo que son porque poseen una sensibilidad fuera de lo común y porque son capaces de fabricar belleza y proveer felicidad. Ellos aportan a la humanidad tanto bienestar como la economía y mucho más que la política. Ellos pueden ser “imprudentes o “necios”, incluso ambas cosas. En todos los casos su imprudencia y su necedad está cooptada por las ansias de hacer bien.

Bien es lo que, consecuentes con el credo de estar del lado del agredido, trataban de hacer los intelectuales colombianos, Sergio Jaramillo, Héctor Abad y Catalina Gómez, dos de los cuales resultaron lesionados en un restaurante que, por una desafortunada coincidencia, fue afectado por un bombardeo con misiles rusos en la ciudad ucraniana Kramatorsk. Allí resultó herida de gravedad su anfitriona, la periodista ucraniana Victoria Amelina que lucha por su vida en un hospital local.

No discutiré ahora la pertinencia de la declaración del presidente colombiano Gustavo Petro quien, al hacer su trabajo de defender a los ciudadanos de su país en cualesquiera circunstancias, condenó a Rusia por una acción no intencionada en una zona de guerra, pero rechazo la declaración de la embajada rusa en Bogotá que calificó a las desafortunadas víctimas como “imprudentes” y critico a la frívola vocera que alegó que: “El sitio donde estaban no era apropiado para “degustar comida ucraniana”. Mi propósito es más simple, quiero contar una anécdota:

En el 1936 Romain Rolland, André Gide, Jean-Richard Bloch, André Chamson y Louis Aragón, ante la intensificación de la agresión fascista a España, llamaron al Segundo Congreso de Intelectuales Antifascistas en Madrid.

Ante la inminente caída de la capital española, la sede se trasladó a Valencia, donde el 4 de julio del 1937 el evento fue inaugurado por el entonces presidente del Gobierno republicano, Juan Negrín. Entre otros estuvieron presentes los mexicanos José Mancisidor, Octavio Paz y Carlos Pellicer; los cubanos Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Félix Pita y Juan Marinello; el peruano César Vallejo; los argentinos Cayetano Córdova Iturburu y Raúl González Tuñón; por Chile estaban Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Alberto Romero; por Costa Rica, Vicente Sáenz y por España Rafael Alberti, José Bergamín, Corpus Barga, Rafael Dieste, Gustavo Durán, María Teresa León, Antonio Machado y Ramón J. Sender...

De haberles caído una bomba, aquella pléyade magnífica, hubiera pasado a la historia como ¡Imprudentes! También, de haberse puesto fatal, en Angola pudo ser lastimado Silvio Rodríguez de quien nadie pudiera decir que estaba “en el lugar equivocado en el momento equivocado”. Estaba donde quería estar, haciendo lo que quería hacer. Tal vez lo hubiera honrado un epitafio: “Aquí yace el más sensato y querido de todos los necios. Ojalá pudiera clonarse.