La guerra desatada en Europa es absurda. Rusia no puede ser derrotada por la OTAN, ni la OTAN por Rusia, tampoco Estados Unidos podría ganarle a Rusia ni ella a los Estados Unidos. Estos dos países no podrían enfrentarse en sus respectivos espacios, entre otras cosas, porque están demasiado lejos y la inmensidad de sus territorios los hacen inocupables. Napoleón Bonaparte y Adolfo Hitler se atrevieron con Rusia y los resultados son conocidos; Japón lo hizo contra Estados Unidos y lo lamenta.
Ucrania, debido a las asimetrías, no puede derrotar a Rusia, sino apenas defenderse y resistir. La OTAN la apoya, aunque no la admite en sus filas porque hacerlo sería comprometerse a aplicar el Capítulo V, del Tratado de Washington que dio lugar a la OTAN y, según el cual: “La agresión a un país equivale a agredirlos a todos...”
Excluyó a China porque obviamente no está interesada en la guerra y no se dejará arrastrar a ella por adversarios ni por amigos. Sus aliados pueden contar con ella en varios ámbitos, excepto en el militar y coincide con Estados Unidos en el empeño por evitar una confrontación militar directa. Incluso por más de 70 años ha administrado las provocaciones en torno a Taiwán sin llegar a la confrontación militar.
La situación presente tiene antecedentes. Hubo una vez cuando Alemania fue tan poderosa que ocupó toda Europa Occidental, menos Inglaterra y al expandirse se debilitó. Persistiendo en increíbles errores de cálculo, invadió a la Unión Soviética que, aunque pagando un altísimo precio, espacios, engulló los recursos del invasor y ocupante. Allí murieron 2 millones de militares alemanes y más generales que en todos los demás frentes juntos.
La lección no fue suficiente. Empujada por el ataque japonés a Pearl Harbor, en 1941 Alemania le declaró la guerra a Estados Unidos con lo cual, según admitieron luego, despertaron a un gigante dormido. La alianza militar de Estados Unidos con la Unión Soviética y Gran Bretaña fue demasiado para Alemania.
La lucha contra Japón en el Pacífico, un escenario predominantemente naval que, de alguna manera sirvió a Estados Unidos como ensayo general para el desembarco Aliado en Normandía, la mayor operación aeronaval de todos los tiempos que precipitó la derrota alemana en el Occidente de Europa, mientras la Unión Soviética la derrotaba en el Frente Oriental y, con sus fronteras a la espalda, avanzó combatiendo más de mil kilómetros, liberando media docena de países hasta llegar a Berlín donde libró la batalla final y recibió la capitulación.
La Segunda Guerra Mundial no sólo fue una aplastante derrota del fascismo, la fuerza más retrógrada que ha conocido la humanidad, sino un compendio de las lecciones acerca de que la agresión, la invasión y la conquistas no son el camino. La paz hizo más fuerte a Alemania, a Japón y a la Unión Soviética y hará lo mismo con Ucrania y Rusia. Ellos escogen sus batallas.