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En la polarización no hay lugar para la racionalidad, el análisis crítico y menos, para un mínimo de congruencia ¿A quién beneficia esto y cómo afecta a la ciudadanía?

El actual ambiente político polarizado me regresa al tiempo de mi infancia cuando la pregunta relevante era: ¿con quién vas? ¿Con melón o sandía? En la polarización no hay lugar para la racionalidad, el análisis crítico y, mucho menos, para un mínimo de congruencia, y me pregunto, ¿a quién beneficia esto y cómo afecta a la ciudadanía?

Comienzo mi disertación, sin temor a ser quemada en alguna de las dos piras que los “fifís” o los “pejezombis” alimentan a diario para calcinar a quienes opinamos tantito distinto a sus gurús. Escribo, afortunadamente, en un medio que alienta la pluralidad y la democracia.

Puedo decir sin dudar que estoy completamente a favor de los programas sociales de la 4T ya que, aun con errores en su operación, han permitido que lleguen importantes beneficios a un gran número de familias y, si bien no acaban con la pobreza, sí representan de alguna manera una distribución más justa de la riqueza. Que si son clientelares o no, lo dicen los partidos que igual utilizaron y aún utilizan, en sus ámbitos de competencia, programas de gobierno para captar adeptos. Lo digo y lo diré en cualquier foro: no importa con quién esté, porque estoy auténticamente convencida de lo que afirmo, perjudique o beneficie a quien sea.

Con la misma firmeza voy a gritar, las veces que sea necesario, que el mal llamado Tren Maya es un megaproyecto que pone en peligro una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo, que destruye la flora y fauna de uno de los pocos pulmones que le quedan al continente americano y afecta negativamente el tejido social de las comunidades mayas. Todo esto a nombre de un modelo de desarrollo que sigue beneficiando a una minoría depredadora, como lo fue antes y lo es hoy, porque, en eso que me disculpen, pero “sí son iguales”. Y no me pregunten los amlovers ¿En dónde estaba yo en los sexenios anteriores?, porque les contestaré que luchando junto con mi hija y muchas personas, marchando y enfrentando antimotines para defender el Anillo de Cenotes de la contaminación generada por las megagranjas porcícolas, cuando aún gobernaba el PRI en Yucatán. Porque en este periodo de gobierno, como en el anterior y en el que sigue, continuaré defendiendo el medio ambiente y no me hago “ojo de hormiga” como lo hacen otras personas cuando gobierna el partido con el que simpatizan.

Pero el colmo de la irracionalidad la encuentro en las opiniones sobre los libros de texto de la SEP. Es repugnante escuchar a Alatorre y sus ridículas acusaciones sobre el supuesto comunismo en los libros de texto gratuitos, que de paso diría que ojalá lo fueran, pero no lo son. Quien conozca realmente qué es el comunismo, esa utopía que alienta y mueve a quienes queremos un mundo más justo e igualitario y no repita las tonterías que se dicen sobre este sistema (inexiste hoy en el mundo) por los medios de los oligarcas, concordará conmigo.

Peor aún es ver los videos de la ultraderecha conservadora donde acusan de perversos a quienes defendemos el derecho a que eduque a niños y niñas para un mundo inclusivo y sin discriminación, uno distinto al actual, en el que se reconozca los distintos tipos de familias, de identidades de género, orientaciones sexuales, entre otras diversidades, que les guste o no, existen y son todas legítimas. Equiparan los fanáticos derechosos el reconocimiento de dichas diversidades con su promoción, con lo que demuestran solamente su gran ignorancia sobre los procesos psicosociales que las explican y exponen sus obtusos perjuicios que tanto dolor ocasionan a las personas diversas y a la sociedad entera.

Pero esa misma cerrazón la encontramos entre quienes critican los contenidos; basta con que alguien señale alguno de los indiscutibles errores en los mencionados libros de texto, que van más allá de simples fechas y cifras que se hubieran podido evitar con más tiempo y cuidado en su elaboración, para que se le acuse de ser emisario de la ultraderecha y hasta vocero de Claudio X.

Es innegable que la Secretaría de Educación Pública se saltó procesos en la elaboración e implementación de los libros de texto, y que no hizo las consultas adecuadas con todos los sectores involucrados y que debieron dar su aprobación, cayendo con esto en la ilegalidad. Siendo que “la ley sí es la ley” y no podemos ni debemos simplemente decir: “al diablo las instituciones”.

En realidad, los nuevos libros de texto gratuitos tienen, entre sus mayores virtudes, la de querer involucrar a la comunidad, a padres de familia, maestros y maestras, incluso al propio alumnado en la aplicación de los programas de estudio. Los proyectos, que son el método pedagógico para orientar el aprendizaje en ellos, propician que los educandos adopten una postura de sujetos y no de simples objetos pasivos del conocimiento. Sin embargo, esta que es su principal virtud, es también su mayor dificultad, ya que la mayor participación de todos los sectores involucrados en la aplicación del nuevo modelo pedagógico, exige también mayor esfuerzo, experiencia y conocimiento previos. Este nuevo modelo educativo debió de instrumentarse de manera gradual y asignarse mucho más tiempo a la preparación de todas las personas implicadas en él. Recordemos que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

 Pero regresando a esta polarización que no nos permite expresarnos libremente sobre los temas cruciales que afectan a la sociedad, yo me pregunto ¿a quién beneficia ésta? Y por supuesto la respuesta es: a los grupos de poder económico y político y no a la ciudadanía.

Por lo tanto, quienes deberíamos ser los más interesados en mantener una postura congruente y critica ante los diferentes temas sociales es la izquierda, es decir, las personas que nos hemos identificado con los intereses de las mayorías, de las mujeres, de las etnias, de los grupos de la diversidad sexual, la clase trabajadora y en general de los llamados grupos vulnerables.

Pero, ¿en dónde está la izquierda? Tal vez como en otros momentos históricos en México y en Yucatán se está debatiendo acerca de con cuál de los dos grandes grupos que se disputan el poder puede obtener mayores ganancias, para finalmente optar por alguno y defenderlo a ultranza, porque es políticamente útil y redituable a sus intereses personales y de grupo. Por supuesto, el promover una verdadera ciudadanía que no sea fanática y no actué por consignas, que se identifique con un proyecto de nación verdaderamente de izquierda implica un trabajo arduo y difícil, sin atajos ni medidas oportunistas. Debo reconocer que es una decisión difícil y costosa en lo personal enfrentar la polarización e irracionalidad que predomina en el ambiente político, y muy difícil decir simplemente “yo paso”. Sin embargo, renunciar a mi capacidad de crítica es perderme a mí misma, dejar de ser yo misma y que nada por lo que he luchado tenga signifi cado, por eso hoy escribo aquí.

 

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