Los océanos y mares son espacios inmensos. Abarcan 361 millones de kilómetros cuadrados, cubren el 70 por ciento del planeta y contienen mil 332 millones de kilómetros cúbicos de agua. Albergan una fabulosa biodiversidad e inmensas riquezas naturales. En su mayor parte son aguas internacionales abiertas al tránsito de buques de todos los países, sólo 44 de ellos carecen de salida a mares abiertos; 17 son europeos, 10 asiáticos, 16 africanos y dos latinoamericanos, Bolivia y Paraguay.
Por esas inmensidades, en la más absoluta soledad, expuestos a los fenómenos naturales propios de alta mar, durante semanas y meses, navegan buques de todas las banderas que trasiegan mercancías vitales para el funcionamiento de la economía mundial, la subsistencia y el bienestar de la humanidad. Lamentablemente, también antes y ahora hubo piratas y corsarios. Lo nuevo son los que actúan por motivaciones políticas y el terrorismo.
Por una paradoja natural, los accesos a estos inmensos espacios son extremadamente cortos y estrechos. Al transitar por esos angostos pasos, los grandes buques reducen la velocidad y se aproximan a las costas, circunstancias aprovechadas por piratas y agresores.
Entre los principales accesos a los mares y océanos figuran: El Mar Rojo, al cual coloco en primer lugar, no sólo por su importancia para el comercio y la paz mundial, sino porque en sus aguas y sus costas se libran hoy acciones armadas que recuerdan la “diplomacia de cañoneras” y se cometen actos de piratería los cuales, al implicar a más de 20 Estados, la mitad de ellos potencias marítimas, dan lugar a situaciones extremadamente peligrosas.
Por añadidura, ese brazo de mar, está situado en el Oriente Medio, una zona caracterizada por el atraso institucional, la inestabilidad política, por agresivas confrontaciones y por la inacabable intromisión extranjera. Por el mismo circulan anualmente unos 20 mil buques que trasladan cerca del 15 por ciento del comercio mundial.
En el extremo Norte del Mar Rojo se encuentra el Canal de Suez, un paso de trascendental importancia que ha sido dos veces cerrado por razones políticas y militares. El Mar Rojo interactúa con el Golfo Pérsico, el Estrecho de Ormuz y el Golfo de Omán. En ese entorno marítimo se ubican, entre otros países, Egipto, Irán, Kuwait, Israel, Arabia Saudita, Bahréin, Qatar y Emiratos Árabes Unidos y el Mar Arábigo y, apreciado en conjunto, circula cerca del 50 por ciento del comercio mundial.
Además del Mar Rojo y el Golfo Pérsico, el otro paso marítimo con complicaciones militares es el Estrecho de Bósforo, un paso natural de 30 km de largo y 3.7 de ancho, bajo soberanía de Turquía, ubicado entre Europa y Asia por el cual circulan unos 50 mil buques al año (sin incluir el tráfico local). El Bósforo cuenta con cuatro puentes que permiten el tránsito vehicular y ferroviario entre Europa y Asia.
Además del tráfico comercial, la importancia del Bósforo emana de que se trata de la única vía marítima por la cual Bulgaria, Georgia, Rumania, Ucrania y especialmente Rusia pueden salir al Mar Mediterráneo y por este acceder al Atlántico. Para Rusia, que tras la caída de la Unión Soviética solo cuenta con costas al Océano Ártico(*) cuyas aguas permanecen congeladas la mayor parte del año, el Mar Negro y el Estrecho de Bósforo son vitales por tratarse de la única vía para acceder al Mediterráneo y al Atlántico. De ahí la importancia de controlar la Península de Crimea, perteneciente a Ucrania e incorporada a Rusia en el 1991.
Todos los estrechos y pasos marítimos del mundo tienen importancia para las regiones donde se encuentra y varios de ellos son trascendentales para el comercio y la economía internacional y, en la coyuntura mundial contemporánea, de tres de ellos: Mar Rojo, Golfo Pérsico y Estrecho de Bósforo depende la estabilidad y en considerable medida la paz mundial. Ojalá tanto sus procelosas aguas, como el océano mundial en su conjunto, sean siempre una zona de paz.
(*) Aunque carece de costas, en el Océano Pacífico, Rusia cuenta con el puerto de Vladivostok, situado en el extremo Oriente, próximo a la frontera con China y Corea del Norte, a 10 mil km de Moscú, y en el Báltico dispone del puerto de Kaliningrado, antigua Königsberg, que pertenecía a Alemania y fue anexada por la Unión Soviética en el 1945.