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Opinión

“Si bien militarmente, en términos cuantitativos, Irán e Israel parecen empatados, no ocurre así en los equilibrios cualitativos en el teatro de operaciones militares”, señala Jorge Gómez Barata

Crealo o no, en Oriente Medio han aparecido líneas rojas que Israel no puede ignorar. Israel es el país del mundo con mayor capacidad para envolver a otros en las redes de sus conflictos. A pesar de ser el estado con más adversarios en Oriente Medio, es de los más seguros. Raras veces ocurre algo allí. En cambio, sus aventuras impactan en los demás. Por su culpa, ninguno de los estados de la región está completamente seguro.

En este minuto, los blancos son, además de Gaza, Irán, Siria, Líbano y Yemen, no obstante, la coyuntura está a punto de involucrar a Türkiye y a los Estados Unidos y, por intermedio de ellos a la OTAN. Aunque apenas se mencionan, las armas nucleares con que, presumiblemente, cuenta Israel es un asunto latente.

Un dato que no puede ser ignorado es que si bien ningún país de la región, ni todos juntos, quieren ir a la guerra contra Israel, ese país no cuenta con ningún aliado en la zona, cosa de la que, en grado decisivo, dispone Irán.

Lenta y trabajosamente, sin delicados compromisos políticos en la región, manejando inteligentemente el tema de las diferencias confesionales con occidente, Irán ha edificado una semi clandestina arquitectura de seguridad militar que, frente a Israel, representa una formidable barrera. 

Si bien militarmente, en términos cuantitativos, Irán e Israel parecen empatados, no ocurre así en los equilibrios cualitativos en el teatro de operaciones militares. Mientras Irán cuenta con poderosos aliados ubicados en las fronteras a los cuales puede dotar de lo necesario, Israel deberá, arreglárselas solo.

Hezbollah y Hamas con cientos de miles de efectivos y de misiles y cañones, y considerables reservas y los hutíes que disponen de capacidades navales, incluso según se afirma de misiles hipersónicos, dominan los ambientes operativos.

En teatros en los cuales, dadas las distancias de unos 2000 kilómetros, se dificultan las operaciones masivas de la aviación que, deberá cargar, además de con bombas, con combustible para ida y regreso, la artillería de largo alcance, incluida las modernas lanzaderas y los misiles, pasan a los primeros planos. 

En este tipo de acciones, al menos contra Irán, las fabulosas formaciones blindadas de Israel que alguna vez rodaron imbatibles por el Sinaí, son ahora tan inútiles como los paraguas en los naufragios.

Puede que esta vez, políticamente desesperado, Netanyahu haya ido demasiado lejos. Nadie puede esperar que Hamas y Hezbollah se arrinconen a lamer las heridas ocasionadas por los recientes golpes de Israel contra algunas de sus principales figuras, ni que Irán acuda a plañideras para lamentar otro de los golpes sucesivos con que Israel lo pone a prueba dentro de su territorio.

Las respuestas vendrán pronto, probablemente serán contundentes y difícilmente puedan impedirse. Estados Unidos que hipotéticamente pudiera contener a Israel, carece de capacidad para influir sobre Hezbollah, Hamas y Ansarolá, a los cuales, dados sus estructuras no estatales, difícilmente pueda enfrentarse militarmente.

En un contexto así, las capacidades nucleares de Israel que, aunque no parecen impresionar a Irán ni a Türkiye, ni amedrentan a las organizaciones armadas no estatales, pudieran hacer una diferencia y llevar a la región y al mundo a un desastre.

Datos relevantes son los límites fijados por las instituciones israelíes para el empleo de tales armas, en lo cual las presiones de los Estados Unidos para impedirlo, deben ser tremendas. Habrá que ver hasta dónde la nueva administración iraní que, en su debut, Israel ha retado, pueden o quieren llegar. De momento los peligros son inmensos.  Allá nos vemos.

GC

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