De la Redacción
El ataque en contra de Ricardo Igor B. H., subdirector del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Cancún, donde además resultó lesionado el custodio Jesús Antonio H. F., ocurrido la noche del pasado sábado en el cruce de las avenidas 135 y Nichupté, fue ordenado desde el interior del penal, que se mantiene bajo el control de miembros del crimen organizado.
De hecho, ante tal situación, las instalaciones del penal están consideradas por la Secretaría Estatal de Seguridad Pública como una “zona de seguridad”, donde incluso el acudir a tomar fotografías para los medios de comunicación, representaría un riesgo.
Esto demuestra el grave problema que se ha acrecentado dentro de dicho centro de reclusión, donde hace unos meses el mismo Gobierno del Estado pretendió hacer una “limpia” al cumplir con el traslado de varios reos considerados de alta peligrosidad a penales federales. Sin embargo, todo parece indicar que se efectuaron movimientos a modo para entregar el control a otros grupos delictivos o al menos, eso es lo que podría considerarse porque el ataque hacia el subdirector y su escolta, estaba completamente dirigido.
Sobre todo, porque dicho funcionario forma parte del círculo más cercano a Jesús Capella Ibarra, secretario estatal de Seguridad Pública, pues fue él quien lo trajo y lo nombró en el cargo.
Es de insistir que desde el año pasado, los grupos delictivos demostraron los intereses que se manejan en el penal, cobrando la vida de tres custodios durante el 2018 y otro más herido que sobrevivió, mientras que en pleno arranque de este 2019, ya intentaron ejecutar al subdirector del penal y a un custodio más.