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Por Carlos Barrachina Lisón

En estos días se está celebrando en los Estados Unidos el juicio por actividades relacionadas con el narcotráfico en contra del ex diputado Tony Hernández, que es hermano de Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras. Denis Leonel Rivera Maradiaga, líder de los Cachiros, un grupo local muy importante del crimen organizado relacionado con el Chapo Guzmán, e informante de la DEA lo acusa de haber recibido dinero para la campaña electoral presidencial de su hermano.

La noticia ha golpeado con fuerza en el escenario político de Honduras. El partido del ex presidente Manuel Zelaya, ha presentado en el Congreso una petición de juicio político en contra del presidente, grupos de manifestantes han salido a la calle, y Salvador Nasralla, candidato a la presidencia en 2013 y 2017 se ha manifestado en contra de Juan Orlando Hernández.

El juicio político no prosperará porque el partido del presidente tiene 61 diputados de 128 en el Congreso Nacional (13 más que en 2013) y LIBRE, el partido de Zelaya 30 (7 menos que en el 2013). Por su parte el Partido Anticorrupción (PAC), que fundó Nasralla, se dejó 12 diputados en la última contienda y únicamente tiene un representante en el Congreso.

El proceso electoral del 2017 fue cuestionado por varias razones, entre ellas la “caída del sistema”, el hecho de que Nasralla fuera rebasado por Hernández en ese período de tiempo, y de que la distancia final en la elección presidencial fuera de menos de 2 puntos porcentuales. También lo fue por acusaciones de financiación sospechosa, especialmente en las zonas rurales del país, y por utilización partidaria del poder político por parte del partido gubernamental. A ello se añade el que la Corte Suprema de Justicia hubiera permitido un par de años antes la reelección en la presidencia; lo que había buscado anteriormente Manuel Zelaya, y le costó al país el golpe de estado del 2009.

A pesar del ajustado resultado en la elección presidencial, el partido gubernamental, como hemos visto amplió su mayoría en el Congreso Nacional y mantuvo su presencia en el territorio, al controlar 173 alcaldías del país, mientras que el Partido Liberal lo hacía en 91 y LIBRE únicamente en 31.

La relación entre el crimen organizado y el poder político en Honduras es lamentablemente una realidad dramática. Un hermano del presidente Zelaya fue acusado de narcotráfico; un hermano y un hijo del ex presidente Porfirio Lobo también lo han sido; y desde el año 2015 se lleva el proceso en contra del hermano del actual mandatario.

No puede negarse que el combate contra los principales grupos del crimen organizado se profundizó desde el año 2013, en el que se autorizó la extradición a los Estados Unidos. El ex vicepresidente de Manuel Zelaya, Jany Rosenthal, hijo del prominente empresario y político Jaime Rosenthal está hoy preso en los Estados Unidos. El grupo financiero al que pertenece el Banco Continental y el periódico Tiempo, lavaba dinero para los Cachiros y se dedicaba a actividades ilícitas. El patriarca de los Rosenthal falleció a inicios de este año; pero el diario y su grupo de comunicación sigue siendo una de las puntas de lanza de la crítica en contra de la actual administración.

Juan Orlando Hernández y los integrantes del Partido Nacional se defienden, señalando que las acusaciones al mandatario tienen que ver con una venganza política por haber impulsado la lucha en contra del crimen organizado, así como por razones de relaciones políticas entre la izquierda hondureña y el gobierno venezolano (además los Cachiros operaban con sobrinos de Nicolás Maduro).

Es indudable que desde el año 2009 la tensión política se ha incrementado mucho en Honduras. Se han reducido los indicadores de homicidios, pero ha aumentado la pobreza y con ella la expulsión de ciudadanos hondureños hacia los Estados Unidos y Europa. También han aumentado las protestas políticas, que estallan de forma frecuente, tratando de seguir deslegitimando a la actual administración.

En Honduras no se puede vivir de ser profesor universitario, y no existen analistas políticos independientes. Todos los que escriben en el país han tenido de una forma u otra relación con el poder, en uno u otro contexto. La polarización del año 2009 ha provocado que deba tenerse mucho cuidado con las opiniones que unos y otros expresan. En su inmensa mayoría no tienen objetividad, y lamentablemente, excepto muy raras excepciones, han perdido credibilidad por la abierta toma de posición política que asumen. No encontramos análisis, sino propaganda. Al mismo tiempo, es muy difícil, sin conocer en detalle la historia, el territorio, las elites y dinámicas políticas hacer análisis desde fuera.

¿Por qué es importante para México y para los mexicanos conocer y analizar adecuadamente lo que sucede en los diferentes países centroamericanos? Se me ocurren varias razones que dejan claro que las fronteras son construcciones históricas artificiales. Sólo menciono dos.

1. Podemos poner muros y trabas; alimentar el sentimiento nacional y rechazar lo que viene de fuera. Sin embargo, el discurso de la globalización nos lleva a que atendamos a las personas, a los seres humanos, independientemente del lugar en el que nacieron. Otra alternativa nos condena a discursos excluyentes y xenófobos. 2. Esos muros y esas trabas no impiden que lo que consideramos externo nos afecte. El sureste mexicano y Centroamérica forman parte de un contiguo geográfico y de relaciones humanas muy antiguo. Se encuentra más cerca la Ciudad de Guatemala, San Salvador o Tegucigalpa de muchas ciudades mexicanas, que la Ciudad de México; y el éxodo hacia los Estados Unidos tiene lugar atravesando toda la República Mexicana.

¿Qué pasará en la política hondureña en los próximos años? Se incrementará la tensión y es muy probable que todo continúe como hasta la fecha. Deberían tratar de rebajar la polarización y llegar a pactos pensando en la convivencia y en la gente. Algunos están hablando de un proceso constituyente y de un nuevo inicio; sin embargo, la mayoría sigue aventando odio y mentiras.

Es necesario construir nación e instituciones. Muchos de estos problemas no son ajenos a nuestro sureste, que también está urgido de crear una clase política que quiera llegar a acuerdos, y que piensen en los problemas de la gente, más que en los propios.

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