Quintana Roo

Kantunich: el cerro mayor de Kantunilkín

Por Luis Enrique Cauich

 

KANTUNILKIN, LAZARO CARDENAS, 27 de octubre.- El cerro mayor de Kantunilkín, ahora conocido como Kantunich, está lejos de ser rescatado y promovido como atractivo turístico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. El montículo donde se descubrieron, hace siete años, piedras labradas y utensilios de cerámica y jade, aún guarda secretos que los habitantes quisieran conocer y presumir a cientos de visitantes que llegan ahí a tomarse la foto, donde las hierbas han sido cortadas y el hallazgo está a la vista.

Por varias décadas los habitantes habían conocido los cerros que se ubican dentro del poblado, detrás del campo Los Almendros, como simples montículos de piedras y tierra. Algunas familias habían comenzado a edificar sus viviendas en las faldas de estos cerros, que esconden secretos o historias de la civilización maya que estuvo asentada en esta zona.

En el 2012, a través de un programa de limpieza y empleo temporal, para rescatar estos espacios que habían quedado cubiertos por las hierbas, se hizo un descubrimiento importante, puesto que con los trabajos quedaron al descubierto piedras labradas y diversos utensilios de cerámica, entre otros.

El promotor cultural Germán Pool Che (actual titular de Hacienda en el municipio), era en ese entonces el encargado de las brigadas de limpieza, y explicó que dicho hallazgo era de relevancia para la ciudad, ya que se había encontrado un monumento de quizá unos 2 mil 300 años de antigüedad.

Hubo revuelo, ya que en el 2012 iniciaba la nueva era maya, la del sexto sol, además de que las faldas del cerro, que recibió el nombre de Kantunich, fueron escenario de múltiples actividades culturales por promotores de esta ciudad, los cuales dieron a conocer ante los turistas este “pedacito de historia maya”, que sigue siendo visitado por turistas nacionales y extranjeros que están de paso, para tomarse la foto del recuerdo.

En el 2012, se realizaba la limpieza del montículo cuando aparecieron las piedras labradas que dejaron entrever que se trataba de una pequeña pirámide, que con el paso del tiempo había quedado cubierta por las hierbas, la tierra y todo tipo de vegetación.

El promotor cultural Germán Pool había dado a conocer que se encontraron máscaras de cerámica, jade, entre otros utensilios, y hoy en día es uno de los que mantienen actividades culturales en el lugar, como las ceremonias mayas, como la del Hetzmek y la del fuego nuevo.

En el sitio se encontró una rueda de piedra de aproximadamente 50 centímetros con un hueco en el centro, lo que hace pensar que se utilizaba para el juego de pelota que realizaban las antiguas civilizaciones mayas, pero eso debía determinarlo el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que a la fecha no siguió los trabajos.

Luego de que se terminaran los recursos del programa de empleo temporal, la población esperaba que el INAH interviniera y rescatara este vestigio arqueológico, debido a que los árboles que tiene encima, con sus raíces, ponen en riesgo esta estructura, pero han pasado 7 años sin que haya ninguna intervención.

La comunidad lazarocardenense ha sacado conclusiones de que para esta dependencia no es de mucha importancia la historia de este pequeño montículo, cuando existen grandes asentamientos mayas que se han descubierto, pero para los habitantes es importante conocer la historia de estos montículos que guardan importantes secretos que contribuirían a conocer y entender la civilización maya.

Los habitantes señalan que son dos los cerros que aún se mantienen casi intactos en la ciudad, el Kantunich y el otro que se ubica a unos pasos, porque ya dentro de la ciudad, varios cerros fueron devastados por los mismos habitantes que, al no conocer la historia y la importancia, al encontrar piedras labradas, se les hizo fácil venderlas para cimientos de casas.

Al menos fueron 3 los cerros destruidos dentro Kantunilkín, de modo que este pudo ser algún asentamiento maya de interés, ya que incluso señalan los pobladores, en los alrededores aún hay cerros que tienen accesos que se han encontrado por casualidad, por deslaves de lluvias, y que pudieran de alguna forma estar conectados entre sí, pero no hay interés de autoridad alguna, municipal, ejidal o del propio INAH, por realizar el rescate de estos montículos y determinar si existen datos importantes que aporten a la historia de los ancestros mayas.

Es un atractivo que está a la vista de todos, a donde llegan turistas y familias que circulan por la zona para llevarse una foto del recuerdo de su estancia por Kantunilkín.

Son siete años los que han pasado y los habitantes han externado su preocupación por la falta de interés del INAH, y han pedido a los promotores culturales que en su momento impulsaron actividades en las faldas de dicho cerro, retomar sus actividades e indagar un poco en la historia y crear una identidad cultural para esta cabecera.