Por Eva Murillo
La preferencia por los destinos turísticos que ofrezcan alternativas para aminorar las afectaciones al medio ambiente es la tendencia en el mundo y aunque Quintana Roo tiene los atractivos suficientes para ser de los de mayor visitación por sus bondades naturales innatas, pareciera que todavía falta camino por andar, pues sigue resaltándose como un destino de sol y playa.
En cada discurso oficial, se dice que Quintana Roo tiene cultura, arqueología, naturaleza y no únicamente sol y playa, pero en los principales mercados siguen ubicándolo como un sitio con las mejores arenas para broncearse.
En septiembre pasado, Marisol Vanegas, titular de la Secretaría de Turismo, dijo que Quintana Roo ocupa el primer lugar como destino turístico de sol y playa de México y América Latina y para demostrarlo reveló que recibió 21 millones 635 mil visitantes, equivalente a la cifra 12.2 por ciento, superior al período anterior.
Quintana Roo enfrenta diversos problemas relacionados con el medio ambiente, el más visible de ellos es el recale masivo de sargazo, que por más de medio año 2019, puso en jaque a todo el litoral de la entidad y que en los últimos meses concedió una tregua.
Por los daños visibles que genera el alga, sobre todo en la imagen de las playas, este tema ha sido abordado en las distintas ferias de turismo organizadas en el extranjero y a las que Quintana Roo ha asistido para promocionar sus destinos.
La información está centrada en las estrategias implementadas para evitar, en la medida de lo posible, que recale en las playas.
Pero el sargazo no sólo afecta a las playas, también trae consigo daños colaterales ambientales que no son percibidos de manera rápida, pero que están dejando facturas que en unos años van a ser cobradas y otras más que empezaron a pagarse de manera paulatina, como es la muerte de los corales formadores de arrecifes.
Uno de sus principales atractivos naturales de Quintana Roo son los arrecifes de coral, que desde hace año y medio empezaron a morir de manera masiva a causa del Síndrome Blanco, y aunque no se sabe a ciencia cierta qué lo ocasiona, sí está relacionado con la limpieza del agua de mar.
El sargazo en período de descomposición aporta altas cantidades de nutrientes que son dañinos para los corales, por eso hay una teoría de que las oleadas de algas pudieron afectar a este ecosistema.
Este problema ambiental, esta muerte lenta y oculta bajo el agua, no ha sido tema en las ferias de promoción para que los encargados de traer a los turistas sepan qué se está haciendo para ayudar a los arrecifes de coral a aguantar esta enfermedad.
A inicios de octubre, luego de que las autoridades ambientales federales en Cozumel, ante la veloz pérdida de corales, decidieron cerrar de manera parcial el parque nacional arrecifal, la Sedetur emitió un comunicado en el que informó que apoyaría la actividad turística con eventos deportivos, capacitaciones, congresos, mejoramiento de la imagen urbana y promoción, en tanto no había actividades turísticas y recreativas en los sitios arrecífales.
En el documento fue reconocido que la restricción es importante, pero se esperaba que no afectara de manera grave al turismo y a los prestadores de servicios turísticos.
Consideró que era mejor suspender actividades en los arrecifes antes de que haya más afectaciones a futuro, evitando así una mayor pérdida tanto en la actividad turística, como en la economía de la isla.