Quintana Roo

De la Redacción

CHETUMAL, 25 de noviembre.- Los cárteles de la droga han incrementado y extendido sus operaciones en la Península de Yucatán, ejerciendo control de un circuito de narcopistas en las colindancias de Campeche y Quintana Roo, así como en la franja fronteriza con Belice, en los dos extremos del río Hondo, que se ha extendido por decenas de comunidades rurales de estas regiones.

El Ejército Mexicano estima que las operaciones del narcotráfico se traducen en 20 a 30 vuelos sospechosos por mes, y hasta septiembre pasado habían confirmado más de 100 vuelos ilícitos de aviones que son utilizados para descargar droga en el sur de Quintana Roo y la zona limítrofe con Campeche, donde se utilizan no sólo avionetas, sino aviones tipo jet con capacidad para el traslado de casi una tonelada y media de cocaína.

En los últimos meses en la zona limítrofe de Quintana Roo con Campeche así como en la franja fronteriza con Belice se han tenido múltiples acontecimientos relacionados con narcoaviones y grandes decomisos de droga, así como el hallazgo de narcopistas clandestinas y hasta narcoaeródromos habilitados en lagunas secas, que vienen no solo a confirmar la existencia de una red peninsular dedicada al narcotráfico, sino también que la descarga de cargamentos trasladados en aviones ha aumentado y extendido sus operaciones en la región.

Este ilícito circuito está conformado, por el lado de los límites de Quintana Roo y Campeche, por dos narcoaeródromos habilitados en los suelos secos de las lagunas Ik y La Valeriana, en el estado de Campeche; así como una serie de pistas clandestinas utilizadas para las narcoavionetas, que se han detectado en zonas de las comunidades Miguel Alemán, Río Verde, El Gallito, Nuevo Tabasco y campamentos menonitas, en el municipio quintanarroense de Bacalar.

Uno de los casos recientes de este año fue el hallazgo de una narcopista a 9 kilómetros del poblado de Miguel Alemán, donde aterrizó un jet marca King Air 300, cuyo hallazgo llevó al aseguramiento de 200 kilos de cocaína en el cercano poblado de El Gallito, municipio de Bacalar.

Poco más hacia el sur, en el estado de Quintana Roo, está Payo Obispo, municipio de Bacalar, donde los narcotraficantes utilizaron como pista un camino sacacosechas recién pavimentado, para bajar una avioneta Cessna el 30 de agosto del 2018, la cual quemaron luego de descargar la droga que traía.

En el sitio se encontraron envolturas como presunta evidencia del embalaje de la cocaína transportaba y bajada en el aislado sitio, además de que a 80 metros de la nave quemada había 600 litros de gasolina en 12 contenedores de 50 litros cada uno, pero no se realizó aseguramiento de droga ni detención de personas.

Y aún más al sur de esta zona se encuentra el sitio donde el pasado 11 de marzo de este año un jet bimotor British Aerospace 125, cargado con poco más de una tonelada 200 kilos de cocaína, se desplomó en la selva baja, en los límites de los ejidos El Cedral y San Pedro Peralta, municipio de Othón P. Blanco, estado de Quintana Roo, al parecer a consecuencia de un aterrizaje fallido.

Por otro lado, están los aterrizajes en caminos ubicados en la frontera México-Belice, en las cercanías del Río Hondo, que en este año dejaron de ser exclusivamente del lado beliceño para de nuevo realizarse en la zona cañera de Quintana Roo.

En agosto y septiembre de este año el Ejército Mexicano detectó dos narcoaterrizajes en la ribera del río Hondo, en la zona agrícola de la comunidad de El Ramonal, que así se convirtió en otro punto utilizado en la zona fronteriza, además de los caminos abiertos en los campos menonitas de Blue Creek, Belice, a un lado de La Unión, el pueblo ubicado más al sur en el estado de Quintana Roo.

Como ya se ha señalado, en los límites de Quintana Roo con Campeche se encuentra la zona conocida como el triángulo de operaciones aéreas del narcotráfico internacional procedente de Sudamérica, teniendo su mayor actividad las cercanías de Miguel Alemán, Río Verde y El Gallito, municipio de Bacalar, donde se ha formado una ruta de vuelos ilícitos que entran a territorio mexicano a través de la frontera con Belice, pero que se extiende hasta los territorios colindantes con los límites de Quintana Roo y el estado de Campeche, abarcando los municipios de Calakmul y Hopelchén.

Cerca de este triángulo de operaciones, en el sur de Quintana Roo, están otros poblados de los municipios de Bacalar y Othón P. Blanco donde también han ocurrido múltiples operaciones aéreas del narco, como Payo Obispo, donde un camino sacacosechas fue utilizado para bajar una avioneta Cessna; y El Cedral, donde un Jet British Aerospace se estrelló con un cargamento de poco más de una tonelada 200 kilos de cocaína, demostrando la gran extensión que tienen las operaciones de contrabando de narcóticos desde de la frontera México-Belice, hacia el centro de la Península de Yucatán.

Este circuito peninsular de pistas de aterrizaje clandestinas está en poder de grupos del narcotráfico con presencia en Quintana Roo, Campeche y Belice para el traslado de droga desde Sudamérica, quienes han incrementado sus operaciones y extendido su manto de sometimiento sobre los habitantes asentados en la vasta región de las colindancias de estas zonas de operaciones, donde el aislamiento, las largas distancias y la escasa presencia de las corporaciones de fuerza pública, así como la pobreza extrema, se han convertido en el común denominador que han permitido a los criminales mantener y extender su ilícita actividad.

Pero también, en las franjas fronterizas de Belice y Guatemala se tiene la presencia de estas células del narcotráfico, que utilizan los narcoaviones para transportar y descargar grandes cargamentos de droga, los cuales descienden en pistas clandestinas y posteriormente vuelven a despegar o son quemados en el lugar.

En el último año se ha realizado el hallazgo de avionetas y jets siniestrados que al mismo tiempo dejan ver la existencia de este circuito de narcopistas en las colindancias de los municipios Calakmul y Hopelchén, estado de Campeche, con los de Othón P. Blanco y Bacalar, en Quintana Roo; pero también en la frontera entre Quintana Roo y Belice, tanto en la zona de la ribera del río Hondo, en el lado quintanarroense, como en el Distrito de Orange Walk, en la parte beliceña.

Se sabe que en los últimos meses se han intensificado las pérdidas de radar precisamente sobre estas regiones, de aquellas aeronaves que son detectadas al entrar por la frontera México-Belice.

El área es parte de una ruta aérea de vuelos ilícitos que provienen de Sudamérica y que transportan grandes cantidades de droga, donde los delincuentes usan las decenas de caminos sacacosechas para el movimiento terrestre, lo que les permite desaparecer en cuestión de minutos.

Los caminos sacacosechas en las zonas aisladas de los límites de ambos estados también han sido utilizados como narcopistas; pero además, en estos mismos lugares se han abierto otras pistas clandestinas con maquinaria pesada, al grado de utilizar el suelo de lagunas secas para habilitar dos narcoaeródromos en tierras campechanas, como recientemente se dio a conocer.

Así, junto a las narcopistas abiertas en lo que era la laguna Ik, municipio de Hopelchén, y en la seca laguna La Valeriana, municipio de Calakmul, ambas del estado de Campeche, se hallan narcopistas que fueron ubicadas en el mismo municipio de Calakmul, muy cerca de los límites con Quintana Roo y a 30 kilómetros del poblado Miguel Alemán, del municipio quintanarroense de Bacalar, así como otra que estaba en plena línea divisoria de ambos estados, en las inmediaciones del poblado Río Verde, municipio de Bacalar, a las cuales se suma la última encontrada en territorio quintanarroense a unos 9 kilómetros de Miguel Alemán.

Las distancias entre ellas no son tan largas, pues la laguna Ik, del municipio Hopelchén, está a 64 kilómetros de la frontera con Quintana Roo; la laguna La Valeriana, municipio de Calakmul, se encuentra a 13.6 kilómetros en línea recta de los límites interestatales y a 12 kilómetros en línea recta de la narcopista donde aterrizó la narcoavioneta encontrada en Miguel Alemán, municipio de Bacalar, Quintana Roo.

Asimismo, el narcoaeródromo de laguna La Valeriana estaba a 20 kilómetros en línea recta de la pista clandestina que fue habilitada en las cercanías de Río Verde, Quintana Roo, en la línea divisoria imaginaria de Quintana Roo con Campeche.

Sin embargo, para acceder a estos puntos por tierra, se tienen que dar grandes rodeos desde la carretera Chetumal-Escárcega, Xpujil-Hopelchén o Bacalar-Miguel Alemán, entrar por caminos de terracería y brechas que cruzan ranchos y potreros ejidales, así como de terrenos nacionales, acentuando su aislamiento de las poblaciones más grandes de la región.

A estas narcopistas que los grupos del crimen organizado han abierto en zonas aisladas de las colindancias de ambos estados se suma el uso de caminos sacacosechas, como el de Payo Obispo, municipio de Othón P. Blanco, donde los narcos sólo se ocuparon de tumbar con maquinaria pesada los laterales enmontados del camino para bajar una avioneta, mismo caso ocurrido en El Ramonal, en la ribera del río Hondo, frontera con Belice.

También se han detectado una fuerte actividad de narcoavionetas en los límites del poblado Nuevo Tabasco y campamentos menonitas, en el municipio de Bacalar, en la parte colindante sur del Área de Protección y Conservación de Flora y Fauna “Bala´an K’aax”, donde actualmente se encuentran varias pistas clandestinas, que conforman la zona de narcopistas del triángulo de operaciones de cárteles del narcotráfico.